"Uno de los espejismos del debate sobre el Brexit y Europa es la idea de que permanecer en la Unión Europea es una forma de proteger los valores liberales. (...)
Por consiguiente, la decisión tomada por los británicos de apartarse de ese futuro de progreso no puede ser sino retrógrada.
En el momento del referéndum, esta era una opinión poco verosímil; hoy es claramente falsa. Las fuerzas iliberales avanzan
cada vez más en el continente europeo. Los Gobiernos nacionalistas e
identitarios de Polonia y Hungría han reforzado su poder, y, en Austria e
Italia, unos partidos vinculados al fascismo de entreguerras tienen un
papel crucial en las respectivas coaliciones de Gobierno.
La República
Checa, Eslovaquia y Eslovenia cuentan con unos partidos de extrema derecha muy poderosos.
En Suecia, Finlandia y Dinamarca se encuentran en la misma situación.
Pero donde más llama la atención el avance de la extrema derecha es en
Alemania.
Merkel continúa en su puesto, pero es una fuerza agotada. Acosada por la
amenaza electoral del partido de extrema derecha Alternativa por
Alemania (AfD), ha decidido instaurar controles fronterizos para impedir
que haya nuevas entradas de inmigrantes. (...)
El acuerdo de Schengen sobre la libre circulación, que la Comisión Europea considera uno de los pilares fundamentales de la UE y un límite infranqueable en las negociaciones del Brexit, está desmoronándose. (...)
No parece aventurado afirmar que, de aquí a unos años, Alemania seguirá a Italia y admitirá a la extrema derecha en el Gobierno.
Poco después del referéndum sobre el Brexit, sugerí que su resultado
no era una revuelta específica de Reino Unido sino la primera de muchas
revueltas electorales que iban a estallar en el continente. Dado que los
partidos situados en el centro se han identificado con el proyecto
europeo, el peligro era que esas revueltas las encabezara la extrema
derecha. Y así ha sido.
La democracia iliberal se ha convertido en la
norma en Europa. Sin embargo, no parece que los defensores del proyecto
europeo se hayan dado cuenta. (...)
Si las impopulares políticas económicas de Macron no producen pronto
buenos resultados, se beneficiarán la extrema derecha y, tal vez, la
extrema izquierda, que también rechaza la UE. Es posible que el
presidente francés sea el último gran dirigente nacional que ha
encarnado Europa.
Ante el avance de la extrema derecha, los defensores del proyecto
europeo exigen “más Europa”, es decir, un giro más decidido hacia un
Estado europeo transnacional. Niegan la evidencia de que es precisamente
ese proyecto el que ha impulsado a las fuerzas antiliberales en todo el
continente.
Ante el avance de la extrema derecha, los defensores del proyecto
europeo exigen “más Europa”, es decir, un giro más decidido hacia un
Estado europeo transnacional. Niegan la evidencia de que es precisamente
ese proyecto el que ha impulsado a las fuerzas antiliberales en todo el
continente.
Con su intento de que la inmigración deje de ser
competencia de los Gobiernos nacionales, la UE ha dejado a muchos
ciudadanos con la sensación de que no tienen ningún control democrático de su vida.
El empeño en promover un Gobierno transnacional que la mayoría de los
europeos no desean ha resultado en el ascenso del peor nacionalismo.
Por eso están reapareciendo las fronteras en toda la UE.(...)
A los liberales les gusta pensar que son empíricos, es decir, que
aprenden de la experiencia. Sin embargo, los ideólogos proeuropeos no
han aprendido nada del avance de la extrema derecha en el continente.
Ninguna realidad va a alterar jamás su convicción de que el proyecto
europeo representa la libertad y el progreso. (...)
En toda Europa, el centro político se ha quedado vacío y la extrema
derecha está llenando ese hueco. Los viejos demonios continentales han
resucitado. (...)
Reino Unido tiene muchos defectos, (...) Pero Reino Unido no tiene un gran partido de extrema derecha. El Partido por la Independencia de Reino Unido (UKIP) está prácticamente
desaparecido. Quizá podría revivir si el Brexit es un desastre, pero,
incluso en sus mejores momentos, el UKIP no tuvo más que un solo
parlamentario. (...)
Reino Unido sigue siendo una democracia liberal. Los ideólogos europeos
que hablan de las fuerzas siniestras del nacionalismo británico deberían
fijarse en el continente balcanizado que empieza a rodearlos. (...)
Ahora bien, ocurra lo que ocurra, no hay una mayoría electoral
partidaria de volver a entrar en la UE, una decisión que supondría
entrar en una zona Schengen en ruinas y unirse a un euro disfuncional.
Reino Unido acabará yéndose de la UE.
Pero sería una tremenda ironía
que, por algún motivo, la decisión sobre el Brexit quedara anulada. Bajo
la enseña del avance hacia un futuro más liberal, Reino Unido volvería a
caer en un oscuro pasado europeo." (John Gray, catedrático emérito de Pensamiento Europeo en la London School of Economics. El País, 09/09/18)
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