"El fascismo está repuntando en Occidente,
con piel de cordero, con su verdadera cara oculta, ésa que debería haber
quedado grabada en los rostros de todo hombre de bien, especialmente de
aquellos dedicados a la vida pública, para que no se volviera a repetir
la ignominia.
El despertar de las ideas totalitarias, que algunos
creían imposible, es la consecuencia lógica de ese sistema de gobernanza
llamado Neoliberalismo. La
historia se repite.
Hoy más que nunca es necesario una hoja de ruta
distinta que pase página definitivamente a aquella impuesta desde las
élites, que, bajo la apariencia de libertad, solo escondía el peor de
los yugos, el miedo, la deuda, un nuevo feudalismo.
Las razones últimas del auge de un nuevo
totalitarismo, sin complejos, es una consecuencia lógica del sistema
político surgido al albor del Neoliberalismo. Nos referimos a la farsa
de la democracia actual, donde lo que importa es la opinión de unos
pocos, eso que Sheldon Wolin
denominó Totalitarismo invertido.
El Totalitarismo Invertido es el
momento político en el que el poder corporativo se despoja finalmente de
su identificación como fenómeno puramente económico y se transforma en
una coparticipación globalizadora con el Estado.
El sentir de los
ciudadanos es irrelevante, sus anhelos despreciados, la democracia
secuestrada. Se promueve la antidemocracia, figura que no adopta la
forma de ataques explícitos a la idea del gobierno por el pueblo. Todo
es mucho más sibilino. Significa alentar la "desmovilización cívica",
condicionando al electorado a entusiasmarse por períodos breves,
controlando su lapso de atención y promoviendo luego la distracción o la
apatía.
Para ello se utiliza sin escrúpulos la inseguridad laboral como
fórmula para la desmovilización política, para privatizar la
ciudadanía. Malditas todas y cada una de las reformas laborales cuyo
único objetivo era crear ciudadanos temerosos, dóciles. El miedo a
perder el trabajo y el sustento de las familias condiciona cualquier
petición de mejora, de justicia, de democracia.
Echen una ojeada a España y verán los rasgos de la antidemocracia. Wolin
dixit, “un cuerpo legislativo débil, un sistema legal obediente y
represivo, un sistema de partidos en el que un partido, esté en el
gobierno o en la oposición, se empeña en reconstituir el sistema
existente con el objetivo de favorecer de manera permanente a la clase
dominante, los más ricos,
los intereses corporativos, mientras que dejan a los ciudadanos más
pobres con una sensación de impotencia y desesperación política y, al
mismo tiempo, mantienen a las clases medias
colgando entre el temor al desempleo y las expectativas de una
fantástica recompensa una vez que la nueva economía se recupere. Pero
esa recompensa nunca llegará.”
El neoliberalismo se basa en falacias económicas. La evidencia se acumula, es brutal. Como explicitan Montier y Pilkington en “The Deep Causes of Secular Stagnation and the Rise of Populism”,
el neoliberalismo es un proyecto llamado desastre, que no podría ser
peor para la política o la economía.
Las políticas que prescriben son
profundamente impopulares y disfuncionales. Los ciudadanos se tambalean
viendo como pierden sus puestos de trabajo, como desaparece la
estabilidad de los mismos -miedo y disciplina- y se esfuman sus
ingresos, mientras que la economía se inclina hacia la inestabilidad y
el estancamiento.
Es un proyecto que beneficia a unos pocos a expensas
de la mayoría. Esto se refleja en una clase mimada de individuos de
altos ingresos, con la inestimable ayuda de ciertos tecnócratas que dan
soporte mediante teorías económicas a esas políticas que llevan a la
economía al caos. Pero dichas teorías simplemente no se ven corroboradas
por la realidad.
Este esquema distópico es fomentado sin pudor, como explicita Wolin, “por unos medios de comunicación
cada vez más concentrados y aduladores; por una máquina de propaganda
institucionalizada a través de grupos de reflexión y fundaciones
conservadoras generosamente financiadas, por la cooperación cada vez más
estrecha entre la policía y los organismos nacionales encargados de
hacer cumplir la ley, dirigido a la identificación disidentes internos,
extranjeros sospechosos…”.
Cuando algunos medios de comunicación hablan hoy en día de “fake news”,
simplemente, permítanme la expresión, me descojono. Ellos que han sido
los brazos tontos del establishment,
con sus medias verdades, infundiendo miedo en la ciudadanía.
Las élites
manipulan, enfangan y ponen sus sucias manos hasta en los conceptos más
románticos, en esos sueños y héroes de la literatura popular presentes
en el subconsciente de los más desfavorecidos, los despreciados, los
humillados. (...)
En esta nueva versión del mito, Robin Hood es el que rebaja los
impuestos a los ricos. Hay que sabotear al sheriff de Nottingham y sus
malvados dispositivos de recaudación de impuestos, entre ellos el de
sucesiones y herencias. Pero detrás del lenguaje usado lo único que hay
en una sarta de mentiras.
Los grandes beneficiarios de todos los
recortes impositivos son los mega-ricos, que bajo el nuevo lenguaje, han
pasado a denominarse “gente trabajadora”. Desvían la atención de la
realidad, la mayor acumulación de capital en pocas manos de la historia,
mientras la mayoría de las familias están endeudadas hasta las cejas,
esclavas de la misma.
Estamos en los albores de la 2ª Fase de la Gran Recesión y va a ser
dura. Intentarán de nuevo metérnosla doblada a la ciudadanía. Por eso es
necesaria una reacción global contra las consecuencias del
Neoliberalismo. Este sistema de gobernanza ha fracasado a la hora de
cumplir muchas de esas promesas, recogidas por cierto en los manuales de
texto usados en las Facultades de Economía de medio mundo.
El problema
es que estos fracasos han sido explotados muy hábilmente por los viejos
totalitarismos, por mucho que se arropen con piel de cordero. Los viejos
totalitarismos, el fascismo, siempre fueron apoyados por las élites
para sustentar sus privilegios, con la creencia de que los tendrían
controlados.
Vayan a la historia y miren los banqueros que financiaron a
Hitler, a Mussolini y a Franco.
Hoy más que nunca es necesaria una nueva hoja de ruta que en primer
lugar, como condición necesaria, pase por recuperar el poder y la
democracia para la ciudadanía, ahora en manos de unos pocos
multimillonarios." (Juan Laborda, Vox Populi, 18/09/18)
No hay comentarios:
Publicar un comentario