"Donald Trump ha lanzado esta semana aranceles por valor de 2000.000
millones de dólares contra productos chinos que se suman a anteriores
medidas. (...)
La política china está ganando peso y prestigio en el mundo desde
cualquier punto de vista con su llamada “Nueva ruta de la seda” (Belt and Road Initiative). (...)
Lanzada en septiembre de 2013, la nueva ruta de la seda es un gran
proyecto de integración económica de Asia, África y Europa mediante
colosales inversiones en infraestructuras. Una red de corredores
energéticos, vías de comunicación y transporte terrestres y marítimas, e
integraciones financieras, destinada a afianzar y expandir la economía
global.
Con su lanzamiento previsto para el 2021 y una perspectiva hasta
el año 2049, ya implica, como proyecto, a una sesentena de países
-muchos de ellos sin más cálculo que recibir inversiones chinas- que
representan el 70% de la población mundial, el 55% del PIB y el 75% de
los recursos energéticos globales conocidos.
La iniciativa se basa en
tres principios; apertura hacia todos los países, carácter integrador
basado en el respeto a la idiosincrasia y opciones de desarrollo de cada
uno de ellos, y normas de mercado. El resultado implícito de esta
iniciativa es crear un nuevo paradigma geopolítico alternativo al del
hegemonismo.
En Washington lo entienden perfectamente y lo ven como un
verdadero desafío al dominio de Eurasia y de la economía mundial
ejercido por Estados Unidos. Y no están dispuestos a permitirlo. Si todo
eso funciona, el ascenso de China solo puede ser detenido por la
guerra. (...)
De momento ha comenzado como guerra comercial -ignorando el hecho de que
el 40% de la exportación china al resto del mundo procede de
multinacionales americanas y europeas instaladas en China- sin embargo
el pivot to Asia (el traslado al entorno de China del grueso de
la fuerza aeronaval de Estados Unidos) y los incidentes y tensiones en
el Mar de la China meridional, avisan de una dinámica militar bien
concreta y conocida. (...)
La estrategia de China se dirige a disolver las alianzas de Estados
Unidos en Asia Oriental y el Pacífico occidental. Pekín considera esas
alianzas reliquias de la guerra fría y confía en que su peso comercial
con los países de la región implicados -que ya es superior al de Estados
Unidos- sea determinante en ese proceso de disolución. Al mismo tiempo,
China fortalece su potencial aeronaval.
Con Xi Jinping se ha realizado un cambio radical en la estructura de
las fuerzas armadas chinas y en la doctrina militar de China, constata
el ex primer ministro australiano Kevin Rudd, uno de los raros
gobernantes occidentales que habla y lee chino. El objetivo es, “sembrar
la duda sobre la capacidad de Estados Unidos de vencer en un conflicto
militar con China en la región alrededor de las islas en disputa y en el
propósito de defender Taiwan”, dice Rudd.
Muy pronto, China podrá
desafiar el dominio militar regional (que no global) de Estados Unidos
allí. Las primeras salvas de esta guerra están siendo disparadas con
munición comercial, pero no hay que engañarse: no tiene que ver con
comercio, tiene que ver con dos ofertas para diseñar el futuro. Todos
los escepticismos sobre el futuro papel de China en el mundo son
legítimos, pero de esas dos ofertas solo una es militarista." (Rafael Poch, 20/09/18)
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