"El neoliberalismo como teoría económica siempre fue un absurdo. Tenía tanta validez como otras ideologías dominantes del pasado, véase el derecho divino de los reyes o la creencia del fascismo en el Übermensch
(Superhombre). Ninguna de sus esperanzadoras promesas eran ni
remotamente posibles.
Concentrar la riqueza en manos de una élite
oligárquica global (ocho familias tienen ahora tanta riqueza como el 50%
de la población mundial), y demoler a la vez los controles y las
regulaciones gubernamentales no podía sino conducir inexorablemente a la
desigualdad de ingresos, a la creación de monopolios, al extremismo político y a la destrucción de la democracia.
No hace falta ir a las 577 páginas de “El capital en el siglo XXI”
de Thomas Piketty para darse cuenta de esto. Pero la racionalidad
económica nunca fue el asunto. El asunto era la restauración del poder
de clase.
Como ideología dominante, el neoliberalismo tuvo un éxito brillante. A
partir de la década de 1970, los principales
críticos keynesianos fueron expulsados de la academia, las
instituciones estatales, organizaciones financieras como el Fondo
Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, así como de los medios
de comunicación. Cortesanos e intelectuales petulantes que cumplían con
los requisitos, léase por ejemplo Milton Friedman, fueron
formados en lugares como la Universidad de Chicago y recibieron
plataformas prominentes y lujosos fondos corporativos.
Difundieron el
mantra oficial de teorías económicas desacreditadas y marginales que
popularizaron Friedrich Hayek y
la escritora de tercera categoría Ayn Rand. Y en cuanto nos
arrodilláramos ante los dictados del mercado y se levantaran las
regulaciones gubernamentales, se recortaran los impuestos a los ricos,
se permitiese el flujo de dinero a través de las fronteras, se
destruyeran los sindicatos y se firmaran acuerdos comerciales que
enviaban puestos de trabajo a las explotaciones en China, el mundo sería
un lugar más feliz, libre y rico. Fue una estafa. Pero funcionó.
“Es importante reconocer los orígenes de clase de este
proyecto, gestado en la década de 1970 cuando la clase capitalista se
encontraba en problemas, los trabajadores estaban bien organizados y
tenían la capacidad de hacer retroceder a los empresarios”, me dijo David Harvey, autor de “Una Breve historia del neoliberalismo “, en una conversación que tuvimos en Nueva York.
“Como cualquier clase dominante, necesitaban ideas dominantes. Por
lo tanto, las ideas dominantes fueron que la libertad de mercado, la
privatización, el espíritu empresarial, la libertad individual y todo lo
demás deberían ser las ideas dominantes de un nuevo orden social, y ese
fue el orden que se implementó en los años 80 y 90″.
“Como proyecto político, fue muy inteligente”, dijo. “Obtuvo un gran
consenso popular porque hablaba de la libertad individual y de la
libertad de elección. Pero en realidad se refería a la de mercado,
principalmente. El proyecto neoliberal dijo a la generación del 68, “Ok,
¿quieres ser libre y tener libertad?” De eso trataba el movimiento
estudiantil.
“Te lo daremos, pero será la libertad del mercado. La otra
cosa que buscas es la justicia social, olvídalo. Te vamos a dar la libertad individual, olvídate de la justicia social. No
te organices”. El intento fue desmantelar esas instituciones, que no
eran otras sino las instituciones colectivas de la clase trabajadora,
particularmente los sindicatos y poco a poco los partidos políticos que
representaban algún tipo de preocupación por el bienestar de las masas.
“Lo mejor de la libertad de mercado es que parece ser
igualitaria, pero no hay nada más desigual que el trato igualitario de
los desiguales”, continuó Harvey. “Promete la igualdad de trato, pero si eres extremadamente rico, significa que puedes hacerte más rico. (...)
La difusión de la ideología del neoliberalismo fue organizada por la clase capitalista. Las élites capitalistas financiaron organizaciones como Business Roundtable y la Cámara de Comercio y think tanks
como “The Heritage Foundation” para vender el producto al gran
público. Ellos financiaron a las universidades con donaciones, siempre y
cuando las universidades pagaran y contribuyeran con su lealtad a la
nueva ideología dominante.
Utilizaron su influencia y riqueza, así como sus plataformas de medios
de comunicación, para transformar a la prensa en su portavocía. Y
silenciaron a los herejes o les hicieron difícil encontrar empleo. El
aumento del valor de las acciones bursátiles en lugar del aumento de la
producción se convirtió en la nueva medida de la economía. Todo y todos
fueron financiarizados y mercantilizados. (...)
“Esa es la filosofía que se encuentra detrás del neoliberalismo”, continuó. “Tenemos
que poner precio a todas las cosas, aun cuando algunas de ellas no
deberían ser consideradas como tales y tratadas como productos básicos. Por
ejemplo, el cuidado de la salud, en el mismo momento en que se
convierte en una mercancía. La vivienda para todos es otro ejemplo. Y la
educación. Por lo tanto, los estudiantes tienen que pedir prestado
dinero para obtener la educación que les permita obtener un empleo en el
futuro.
Esta es la estafa. Básicamente dice que si te comportas como un
empresario, si sales ahí afuera y te entrenas, obtendrás tus justas
recompensas. Pero si no las obtienes, es porque no te entrenaste bien. O
porque tomaste un camino equivocado. Porque te dedicaste a estudiar
filosofía o a leer a los clásicos en lugar de inscribirte en un curso de
habilidades autopersonales de gestión”.
La estafa del neoliberalismo es a día de hoy ampliamente comprendida en casi todo el espectro político. Es
cada vez más difícil ocultar su naturaleza depredadora, incluida sus
enormes exigencias de cuantiosos subsidios públicos (Amazon, por
ejemplo, solicitó y recibió beneficios fiscales multimillonarios de
Nueva York y Virginia para establecer centros de distribución en esos
estados).
Esto ha obligado a las élites gobernantes a establecer
alianzas con demagogos de derechas que utilizan las crudas tácticas del
racismo, la islamofobia, la homofobia, la intolerancia y la misoginia
para canalizar la creciente rabia y frustración de la sociedad lejos de
las élites, canalizándola hacia los vulnerables. Estos demagogos
aceleran el saqueo de las élites globales y, al mismo tiempo, prometen
proteger a los trabajadores y trabajadoras.
El neoliberalismo genera poca riqueza. Más bien, la redistribuye hacia
arriba hacia las manos de las élites gobernantes. Harvey llama a esto “acumulación por desposesión”. (...)
Por ejemplo, cuando era más joven, la educación superior en Europa
era esencialmente un bien público. Cada vez más -este y otros servicios-
se han convertido en una actividad privada. Servicios de salud. Muchas
de estas áreas que usted consideraría que no son productos comerciales
en el sentido ordinario se convierten en tales tipos de productos.
La
vivienda para la población de bajos ingresos a menudo era vista como una
obligación social. Ahora todo tiene que pasar por el mercado.
“Cuando era niño, el agua en Gran Bretaña se proporcionaba como bien
público”, dijo Harvey. “Al cabo de un tiempo, por supuesto, se
privatizó. Comienzas a pagar los gastos de agua. (...)
Bajo el neoliberalismo, el proceso de “acumulación por desposesión” está acompañado por la financiarización.
“La desregulación permitió que el sistema financiero se convirtiera en uno de los principales centros de actividad redistributiva
a través de la especulación, la depredación, el fraude y el robo”,
escribe Harvey en su libro, tal vez el mejor y más conciso relato de la
historia del neoliberalismo.
“La promoción de acciones cotizadas, los
esquemas de Ponzi, la destrucción estructurada de activos a través de la
inflación, la desmantelación de activos a través de fusiones y
adquisiciones, la exponencial elevación de los niveles de deuda tal que
reducen poblaciones enteras incluso en los países capitalistas avanzados
al peonaje de la deuda.
Por no decir nada del fraude corporativo, la
devaluación de activos, el ataque a los fondos de pensiones, su
aniquilación por la inducción de colapsos corporativos a través de la
manipulación de créditos y acciones, en todo esto se ha convertido el
sistema financiero capitalista”.
El neoliberalismo, blandiendo su tremendo poder financiero, es capaz de diseñar crisis económicas para deteriorar el valor de los activos y luego aprovecharse de ellos.
“Una de las maneras en que se puede crear una crisis es cortando el flujo de crédito“,
dijo. “Esto se hizo en el este y sureste de Asia en 1997 y 1998. De
repente, la liquidez se agotó. Las principales instituciones no
prestaban dinero. Había habido un gran flujo de capital extranjero en
Indonesia. Cerraron el grifo. El capital extranjero fluyó hacia
afuera.
Lo cerraron en parte porque una vez que todas las empresas se
declararon en bancarrota, podían pasar a ser compradas con grandes
descuentos. Vimos lo mismo durante la crisis de la vivienda aquí (en los
Estados Unidos). Las ejecuciones hipotecarias posibilitaron posteriores
recompras de pisos a precios muchísimo más baratos.
Es cuando entra Blackstone,
compra todas las viviendas y pasa a convertirse en el propietario más
grande de todos los Estados Unidos. Tiene 200.000 propiedades o algo
así. Ahora se encuentra esperando que el mercado gire. Cuando el mercado
gire, que lo hará brevemente, entonces podrá vender o alquilar y
cometer el crimen. Blackstone ha conseguido el pelotazo del siglo
gracias a las ejecuciones hipotecarias a partir de las que todo el mundo
perdió. En esencia se trata de una transferencia masiva de riqueza“. (...)
El neoliberalismo transforma la libertad de la mayoría en la libertad de unos pocos. Su
resultado lógico es el neofascismo. El neofascismo suprime las
libertades civiles en nombre de la seguridad nacional y califica a
grupos enteros de la sociedad como traidores y enemigos del pueblo.
Es
el instrumento militarizado utilizado por las élites gobernantes para
mantener el control, dividir y desgarrar a la sociedad y acelerar aún
más el saqueo y la desigualdad social. La ideología dominante, ya nunca
más creíble, está mutando en abuso y totalitarismo." (El Captor, 28/11/18. Artículo de Chris Hedges publicado originalmente en inglés en Truthdig
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