14.12.18

Los miserables se cansaron de pagar con sus dificultades financieras los excesos de los poderosos... Sarkozy redujo los impuestos de las grandes fortunas en 15.000 millones de euros, al tiempo que aumentaba los que pagan la inmensa mayoría... Hollande en 10.000 millones... y Macron 5.000. El costo de la calefacción para una familia de cuatro personas gira en torno a los 2.000 euros anuales. O el diesel o la calefacción...

"Una chispa suele encender la pradera, es un tópico. Sobre todo cuando la chispa la origina el aumento del precio de los carburantes. Ciudadanos hastiados de verse exprimir como limones mientras el riquerío que escapa a todo –impuestos, restricciones, inseguridad, contaminación, limitaciones de todo tipo– decidieron movilizarse. Solos. Sin la intervención de ningún sindicato, ningún partido político, ninguna asociación, ninguna estructura social. 

(...) los politólogos se precipitan a los canales de TV a explicar el porqué del cómo, y el cómo del porqué, sin comprender ellos mismos lo que ocurre.

Sin embargo es simple: los miserables se cansaron de pagar con sus dificultades financieras los excesos de los poderosos.

El tema viene de lejos. Llegado al poder, una de las primeras medidas de Sarkozy consistió en reducir los impuestos de las grandes fortunas en más de 15.000 millones de euros, al tiempo que aumentaba los impuestos que paga la inmensa mayoría.

 Su Gobierno, de derecha, de esos arrogantes que dicen saber cómo manejar la economía, se saldó por un incremento de la deuda pública de más de 600.000 millones de euros. (...)

Le sucedió Hollande, un socialista, en fin un socialdemócrata, un picha floja,  (...) 

llegado al palacio de Gobierno, reducir los impuestos de los privilegiados en un monto superior a los 10.000 millones de euros. Para compensar, congeló las pensiones de los jubilados durante cinco años. No satisfecho, inventó un programa de «ayuda a las empresas para facilitar la creación de empleo». Costo del programa: 50.000 millones de euros al año. Inútil precisar que del millón de empleos prometidos las grandes empresas no crearon ni uno. Pero se quedaron con los 50.000 millones de euros anuales.

¿Quién era el consejero económico de Hollande? Un banquero de negocios venido directamente del Banco Rothschild, un cierto Emmanuel Macron. Que traicionó a Hollande y, financiado por las grandes fortunas, se lanzó en una carrera presidencial como candidato ni de izquierda, ni de derecha sino de todo un poco.  (...)

Al asumir el cargo, Macron tomó una medida urgente: eliminar el impuesto a la fortuna, con el objetivo declarado de darle plata a los ricos para que estos inviertan, y así creen empleo. Reducción total del impuesto: más de 5.000 millones de euros.

Puede parecer inimaginable, pero este discurso para imbéciles aún da el pego, cala en algunos sectores aburridos de no salir de perdedores, y que buscan alguna salida a las dificultades de la vida cotidiana. El desempleo aumenta, a pesar de que los ricos son más ricos.

Para compensar, – hay que equilibrar los presupuestos del Estado como exige Bruselas– Macron le aumentó los impuestos a los jubilados, re-congeló las pensiones, y cometió el error excesivo: aumentó las tasas e impuestos de los carburantes. La gota que desbordó el vaso…

Pasa a que a los pobres ( al que se le exige movilidad para encontrar empleo o deben utilizar un automóvil, o una moto para ir a trabajar ) la subida de los carburantes equivale a darle de comer a la familia durante dos o tres días. Peor aún: muchos hogares modestos tienen calefacción a fioul, un carburante cuyo precio no cesa de aumentar. El costo de la calefacción para una familia de cuatro personas gira en torno a los 2.000 euros anuales.

Emmanuel Macron, apodado justamente “el presidente de los ricos”, no conoce esa realidad. En su distinguida arrogancia de banquero, cuando un joven diplomado de horticultura le explica que no encuentra empleo, Macron le responde: «Yo, atravieso la calle y le encuentro empleo inmediatamente». Se refería a un empleo de lavador de vajilla en un restorán, o a un empleo de servidor de copas en el bar de la esquina. 

El desprecio por los esfuerzos de quien estudia para dotarse de un oficio calificado, fue demasiado. Vino del señorito Macron que, en un discurso en una estación de ferrocarriles dijo, literalmente: «En las estaciones de ferrocarril uno encuentra todo tipo de personas. Unos cuantos que han tenido éxito, y muchos que no son nada» (sic).

Esa es la genealogía del movimiento espontáneo de estos ciudadanos que para identificarse se ponen el chaleco amarillo que exige la seguridad rutera."                (Luis Casado,Ingeniero del Centro de Estudios Superiores , Paris. Krítica, 24/11/18)

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