"(...) La economía española, debido a la miopía y avaricia de nuestros
dirigentes, se ha basado en dos pilares que nos han dado “una alegría
momentánea”, pero que en su vientre llevan el germen de la destrucción
del tejido social y, con ello, (lo que avisará el quebrado sonido de los
cuernos), el empobrecimiento del país. Estos dos pilares son: el
turismo y “el boom del ladrillo”.
El turismo, como dijo una vez
Pablo Iglesias, ha convertido a los españoles y españolas en los
camareros y camareras de Europa (el líder de Podemos se retractó más
tarde de esas palabras porque sentaron mal a la gente), y el “boom del
ladrillo”, como bien es sabido, provocó altísimos niveles de abandono
escolar y contribuyó a construir “la falsa creencia” de que el obrero
podía “ganar más que el ingeniero” y “vivir como un rey”.
Pero lo que
pasó, en realidad, lo explica muy bien la Biblia: “El primogénito vendió
lo más valioso que tenía (su futuro) por un plato de lentejas”. Y el
trabajador perdió la conciencia de clase social.
A lo anterior
debo añadir que nuestros planes de estudios están anquilosados,
anticuados y, encima, en algunos predios, bajo la losa de la Iglesia.
Hemos entrado con mal pie en el siglo XXI.
Otros países aprendieron la
lección, tras varias crisis económicas, y actualizaron sus escuelas y
universidades (Corea del Sur, China, Noruega, Alemania, etc.,) Eso,
unido a ingentes inversiones en investigación y desarrollo, sirvió para
preparar a su juventud para que tuvieran “un trabajo digno” en el
mutante, especulativo y movedizo mercado laboral.
Si no luchamos
en serio por cambiar los modelos y moldes que imperan a comienzos de
esta Era de la informática, robotización, nanotecnología, y trabajos y
empresas virtuales dirigidas por fantasmas, acabará formándose la
tormenta perfecta.
No sería extraño, p. ej. que cambiaran las modas o
tendencias globales y que, de repente, la gente deje de ir a España y
haga turismo en el Caribe, el Pacífico y otros lugares; y que el cíclico
“boom del ladrillo”, nos estalle como una bomba atómica dejando ruinas
por doquier.
Actualmente somos la duodécima potencia económica
del mundo, pero los expertos vienen avisando desde hace muncho tiempo de
que, si no nos ponemos las pilas, puede que en dos o tres décadas,
ocupemos el número cincuenta del ranking mundial, es decir: bajaremos 32
puestos y entraremos, por la puerta grande, en el Tercer Mundo. (...)" (Javier Cortines , Rebelión, 19/03/19)
No hay comentarios:
Publicar un comentario