"Propósito. (...) Lo importante, abrir un debate en Unidas Podemos y, más allá, en
la izquierda española desde la conciencia de que estamos en un fin de
ciclo y que iniciamos una nueva “estabilización” del Régimen del 78 (...)
Para debatir sobre Podemos tenemos una dificultad: es un
partido-movimiento ágrafo: no tiene programa, no emite resoluciones
políticas y sus órganos de dirección suelen refrendar lo que se discute y
se decide en otras partes. Es el secretario general quien define y
deslinda las grandes decisiones y lo hace en ruedas de prensa, en libros
y, sobre todo, en informes orales de los que no quedan resúmenes
escritos ni conclusiones. Saber lo que piensa Podemos no es nada fácil.
II La extraña soledad del reformista.
No hace demasiado tiempo Pablo Iglesias, en un programa de Fort Apache,
hizo una reflexión que conviene tener en cuenta: ¿por qué, con nuestro
programa tan moderado, nos atacan tanto? La sinceridad iba unida a la
veracidad. Los ataques contra Podemos han sido especialmente duros,
sistemáticos y planificados.(...)
Volvamos a la pregunta de Iglesias. Lo que se viene a decir es que el
reformismo, fuerte o débil, ya no es posible tampoco en nuestras
sociedades europeas. Esto es lo nuevo. Podríamos caracterizar la fase
–lo he hecho alguna vez– del siguiente modo: reformismo imposible,
revolución improbable. Estos son los dilemas reales de la izquierda
europea; mejor dicho, de la izquierda en cada uno de los países
pertenecientes a la Unión Europea. (...)
Lo nuevo es que el sistema no admite reformas sustanciales, reformas
estructurales o reformas no reformistas como nos planteó hace muchos
años André Gorz. El pensamiento único neoliberal se ha convertido en
política económica única que todos los Estados, de una u otra manera,
están obligados a realizar. Se ha hablado mucho de candados en la
Transición española. El candado más potente ahora lo forman los Tratados
europeos que, como es sabido, constitucionalizan las políticas
neoliberales y que consagra el artículo 135 de la Constitución española. (...)
Los gobiernos, bueno es recordarlo, no tienen soberanía monetaria ni, en
muchos sentidos, fiscal; están estructuralmente limitados por poderes
ajenos que los convierten en periferias económicamente dependientes y
políticamente subalternas de un centro organizado en torno a Alemania.
Lo que intento decir es que gobernar, aquí y ahora, exige plantearse en
serio cambiar las relaciones de España con la UE; es decir, prepararse
para un conflicto especialmente duro, claro está, siempre que se esté
dispuesto a realizar reformas de verdad y no meras correcciones del
modelo. (...)
¿Alguien cree, a estas alturas, que se puede nacionalizar el sector
eléctrico sin enfrentarse a la Comisión? ¿Alguien cree realmente que se
puede intervenir el sector financiero y crear una banca pública con la
aprobación de Bruselas? Se ha dicho que un gobierno de izquierdas tiene
que escoger entre traicionar o perecer. (...)
Esto va más allá de la economía y afecta a la democracia y a la
soberanía popular. Gobierne quien gobierne, se acaban haciendo las
mismas políticas o parecidas. Se degradan los derechos laborales y
sindicales, el Estado social entra en una crisis permanente y renace la
pobreza en contextos de desigualdad extrema. (...)
III ¿Crisis de régimen? ¿restauración vencedora?
(...) se está agotando el impulso transformador del 15M y, con ello, las
posibilidades de un proceso constituyente en sentido estricto y de una
revisión a fondo de la vigente constitución. El proceso electoral ha
dado muchas señales del cambio de esta atmósfera social: desmovilización
colectiva y “movilización” individual, privada; miedo e inseguridad
vividos en familia y, lo fundamental, la desaparición de la actuación
colectiva, solo visible en los actos de Vox.
En el debate electoral, la cuestión catalana perdió su centralidad, al
menos, fuera de Cataluña. La derecha intentó seguir tirando de ella,
pero no tuvo capacidad de convertirlo en un debate real. (...)
IV Pablo y la ballena.
La campaña electoral ha estado marcada por el miedo, por los miedos
transversalizados y la carencia de propuestas políticas claras y
solventes que solo Unidas Podemos ha intentado remediar. Pedro Sánchez e
Iván Redondo –se veía venir desde hace tiempo– convirtieron su gobierno
en una plataforma político-mediática: gobernar para ganar unas
elecciones. Así desde el primer día.(...)
No hace falta ser un genio para comprender que la estrategia de Pedro
Sánchez no ha variado en lo sustancial: volver a convertir al PSOE en la
fuerza central de la gobernabilidad del país y que para ello era
decisivo recuperar una clara mayoría en la izquierda; es decir, reducir
lo más posible a Unidas Podemos. (...)
La autocrítica de Unidas Podemos ha sido débil, centrada
fundamentalmente en las crisis internas y sucesivas de Podemos. Hay un
silencio clamoroso que todos vivimos y de lo que no se habla. Me refiero
a la crisis político-organizativa de Podemos. La cuestión viene de
lejos, se puso de manifiesto en las elecciones de Junio de 2016, en las
pasadas andaluzas y estalla en las de 2019. Podemos ha perdido
militancia, activismo, compromiso. Los círculos han ido languideciendo y
la vinculación social cada vez está más diluida.
La articulación
organizativa básica lo es a través de los cargos públicos e
institucionales y el trabajo real ha ido pasando a profesionales
asalariados. Las “nuevas formas de hacer política” se han reducido a la
aprobación on line de programas y listas electorales, la pluralidad
interna ha ido desapareciendo y, paradójicamente, se hace más
conflictual. Podemos se ha ido “cartelizando” y convirtiéndose en la
forma usual, hoy dominante, de hacer y practicar la política. (...)
V Conclusión:
(...) Podemos, Unidas Podemos, han construido un programa que en su centro
tenía la voluntad de constituir una mayoría social capaz de gobernar y
dirigir el país. Durante años esto se fue convirtiendo en una identidad.
Lo que hoy se está defendiendo es otra cosa, gobernar con el PSOE como
socio minoritario. Podemos retorcer las palabras hasta ahogarlas; lo que
no podemos es engañarnos a nosotros mismos. Convertir a Unidas Podemos
en una fuerza política que tenga como objetivo gobernar con Pedro
Sánchez supone un cambio de política. (...)
Antes he hablado de la genialidad de Pablo Iglesias al convertir la
propuesta de gobernar con el PSOE en una reivindicación social anti
oligárquica. Así mismo, he señalado que el poder de los gobiernos es hoy
menor que antes y que las políticas neoliberales están sólidamente
constitucionalizadas en la UE y, derivadamente, en España. Hay un dato
del que poco o nada se habla: el programa. (...)
Gobernar es siempre producto de una determinada correlación de fuerzas sociales y lectorales, de una subjetividad organizada.
Por otro lado, el Partido Socialista sigue con su guion conocido de gobernar en solitario y con geometría variable de alianzas. (...)
La pregunta sigue siendo pertinente: ¿Por qué el PSOE va a querer
gobernar ahora con Unidas Podemos cuando casi los triplica en número de
diputados?" (Manolo Monereo , El Viejo Topo, nº 377, junio, 2019)
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