"Hubo abusos sistemáticos que se mantuvieron en silencio.
En distintos países, a lo largo de los años. Nadie hizo nada".
El
entrecomillado pertenece a la tesis defendida por Makamtine Lembo la
semana pasada ante un tribunal de la Pontificia Universidad Gregoriana
de Roma, que depende del vaticano. La monja togolesa se ha convertido en
la primera experta en dedicar su tesis doctoral a los abusos sexuales a
monjas por parte de sacerdotes.
Lembo, miembro del equipo de investigación del Centro por la Protección de Menores de la Universidad Gregoriana, logró la Summa Cum Laude con
su investigación, que se basa en el relato de nueve monjas abusadas por
sacerdotes en cinco países del África subsahariana. El abuso, el
silencio, la culpabilidad, embarazos, abortos. Las experiencias narradas
por estas religiosas son de tal intensidad que algunas cuentan incluso
que llegaron a intentar suicidarse.
Los ataques sexuales tienen como telón de fondo el abuso de poder de una institución en la que las mujeres
–mayoría en la Iglesia– no forman parte del núcleo de decisiones. Así,
las religiosas quedan relegadas al servicio del sacerdote u obispo del
lugar. Son criadas y, en casos extremos –como los que relata Lembo– esclavas sexuales.
"Se sentían atrapadas"
"En
la mayoría de los casos las hermanas que se quedaban embarazadas –de un
sacerdote– abandonaban la congregación" , destaca la religiosa en su
investigación, que hace hincapié en el muro de silencio consentido que
rodea este y otros casos. Una de las monjas decidió tener el hijo del
que se había quedado embarazada por los abusos, de modo que
"desapareció" durante un tiempo y, tras el parto, dio al niño en
adopción. Después, destaca Lembo, regresó al mismo lugar en el que había
sido abusada, al servicio del mismo clérigo.
La
conclusión de la experta es que, durante décadas, el desequilibrio de
poder entre monjas y sacerdotes llegó a viciar el
consentimiento, llegando a extremos como que curas le dieran dinero a
religiosas empobrecidas a cambio de sexo. En algunos casos, relata Lembo
en su tesis, esto ocurría después de un "cortejo" que duraba años y se
convertía en una auténtica persecución. "Las monjas se sentían atrapadas
y no podían escapar", sostiene la investigadora.
En un mundo tan cerrado como el de la Iglesia africana,
en el que las religiosas se encuentran en una clara situación de
inferioridad respecto al varón, las mujeres que finalmente aceptaban el
intercambio de sexo por dinero "compartían un sentimiento de tormento
espiritual". Ese sentimiento, confiesa, fue el que le llevó a comenzar
el estudio.
"Después de vivir estas experiencias, las
hermanas tienen que seguir viviendo... pero ya no viven", apuntó Lembo.
"Por eso, me dije que tenemos que hacer algo para liberar a estas
mujeres, y ayudarlas a tener el coraje de decir 'No". Tras la
presentación de la tesis, los examinadores elogiaron la valentía de
Lembo al señalar a las autoridades religiosas.
"Gracias
en nombre de todas las mujeres consagradas del mundo", dijo Brenda
Dolphin, una de las evaluadoras. El movimiento #MeToo en la Iglesia
ha realizado una concentración el jueves pasado en la plaza de San Pedro
para exigir al Papa y a los obispos –que se reunirán en Sínodo de la
Amazonía desde el domingo– plena igualdad entre hombres y mujeres, y que
se ponga fin a la violencia clerical contra las religiosas.
"Las
mujeres están de pie y hablando en todo el mundo para poner fin a la
violencia contra las mujeres en la Iglesia católica. ¡Vamos hermanas!",
destacó Doris Wagner, una de las lideresas del movimiento. Esta exreligiosa
denunció haber sido violada por un funcionario vaticano, que fue
apartado de su cargo pero posteriormente exonerado por Roma.
"Ha
habido casos en los que los sacerdotes abusaron de las monjas y luego
las obligaron a abortar", denuncia Wagner, que aporta datos de un
informe de 2007 que ya apuntaba que "el 40% de las religiosas habían
sufrido abuso sexual, el 10% antes de unirse a la vida religiosa y el
30% después". (Jesús Bastante, eldiario.es, 06/10/19)
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