"En los días en que los mayores de residencias enfermos de covid-19 eran rechazados por los hospitales públicos sus
compañeros con seguro privado gozaron de un salvoconducto para ser
atendidos en una cama de hospital en Madrid.
La Comunidad impuso su
triaje de admisión solo en la red de hospitales públicos, dando una vía
de escape a quienes tienen capacidad para pagar por la sanidad privada.
Operadores
de la red privada y sus clientes confirman a EL PAÍS que gracias a esa
cobertura pudieron sortear la exclusión diseñada por la Comunidad de
Madrid durante lo peor de la pandemia de coronavirus, entre mediados de
marzo y mediados de abril. (...)
Asisa, una aseguradora que gestiona el Hospital de Moncloa,
con 235 camas, dice que la Consejería de Sanidad nunca les dijo que
tuvieran que seleccionar a los mayores de acuerdo a los criterios del
protocolo de exclusión. “Afortunadamente en ningún momento tuvimos que
denegar un ingreso”, afirma una portavoz. Tampoco fue rechazado ningún
cliente de Sanitas, con tres hospitales en Madrid, o QuirónSalud, con
siete centros propios, según sus portavoces.
La hija de
una residente en un centro de Madrid capital cuenta que ella misma llamó
a Sanitas para que fueran a recoger a su madre, una persona con una
gran dependencia que no hubiera pasado el corte de la Sanidad pública.
Fue el 3 de abril, uno de los días más críticos de la crisis sanitaria
en la región. Cuenta que en una hora de reloj la recogió una ambulancia.
Fue una suerte que no tuvieron otros en ese geriátrico, según esta
familiar que ruega anonimato porque no quiere exponerse a la atención
pública. Ingresó con neumonía bilateral y pasó un mes en el hospital.
Cree que su madre hubiera fallecido de no haber sido por esa cobertura
privada. Así se lo han dicho las trabajadoras de ese centro. “Lo tengo
clarísimo. Me imagino que un montón de gente que no ha tenido mi
oportunidad ha perdido la vida”. (...)
No hay datos oficiales del número de mayores en residencias que fueron
atendidos por la red de hospitales privada durante el período crítico,
pero sí hay cifras disponibles que son un indicio de que los de más
renta sortearon más fácilmente el triaje. Según datos de la Comunidad
del 25 de marzo, solo un 20% de los 102 fallecidos durante la pandemia
(21 personas) que vivían en las 25 residencias públicas del Gobierno
regional lo hicieron en un hospital. Mientras, el 36% de los 301 muertos
que residían en geriátricos privados (108 personas) había sido
hospitalizado. (...)
Esta diferencia de trato entre hospitales privados y
públicos pone en cuestión que durante la pandemia haya funcionado por
completo una “sanidad sin apellidos”, como la han llamado algunos. La
sanidad privada, con 6.068 camas en Madrid, ha hecho un gran esfuerzo.
El 14 de abril había admitido a más de 1.250 pacientes derivados desde
la red pública de hospitales, según datos que dio el consejero Escudero.
Pero la intervención de Sanidad no consistió en imponer una
contribución a las empresas, sino que eran los propios hospitales
privados quienes proponían a diario a la consejería su cuota de camas
disponibles.
El grupo que coordinaba los traslados de la
red pública a la privada estaba integrado por 12 personas, dos de ellas
representantes de la privada, que a diario celebraban una
videoconferencia matutina, según el presidente de Hospitales Católicos
de Madrid. Los hospitales privados daban su parte de camas disponibles,
siempre asegurándose de que quedaría espacio disponible para los
clientes de seguros privados. Sanitas tuvo sus índices de ocupación en
torno al 95% en los peores días. Hospitales de la red católica como la
Clínica Santa Elena, que añadió unas 20 camas a sus 76 habituales,
estuvieron casi al límite. A veces Sanidad les enviaba de madrugada
autobuses cargados de pacientes enfermos.
“Nos llamaban
de la pública y les decíamos que podíamos darles 3, 4, 5, 7 camas, pero
siempre tenías que reservar espacio para el paciente que llegaba con
seguro”, dice Ortegón." (Fernando Peinado, Juan José Mateo, El País, 11/06/20)
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