12.6.20

En los días en que los mayores de residencias enfermos de covid-19 eran rechazados por los hospitales públicos sus compañeros con seguro privado gozaron de un salvoconducto para ser atendidos en una cama de hospital en Madrid

"En los días en que los mayores de residencias enfermos de covid-19 eran rechazados por los hospitales públicos sus compañeros con seguro privado gozaron de un salvoconducto para ser atendidos en una cama de hospital en Madrid.

 La Comunidad impuso su triaje de admisión solo en la red de hospitales públicos, dando una vía de escape a quienes tienen capacidad para pagar por la sanidad privada.

Operadores de la red privada y sus clientes confirman a EL PAÍS que gracias a esa cobertura pudieron sortear la exclusión diseñada por la Comunidad de Madrid durante lo peor de la pandemia de coronavirus, entre mediados de marzo y mediados de abril.  (...)

Asisa, una aseguradora que gestiona el Hospital de Moncloa, con 235 camas, dice que la Consejería de Sanidad nunca les dijo que tuvieran que seleccionar a los mayores de acuerdo a los criterios del protocolo de exclusión. “Afortunadamente en ningún momento tuvimos que denegar un ingreso”, afirma una portavoz. Tampoco fue rechazado ningún cliente de Sanitas, con tres hospitales en Madrid, o QuirónSalud, con siete centros propios, según sus portavoces.

La hija de una residente en un centro de Madrid capital cuenta que ella misma llamó a Sanitas para que fueran a recoger a su madre, una persona con una gran dependencia que no hubiera pasado el corte de la Sanidad pública. Fue el 3 de abril, uno de los días más críticos de la crisis sanitaria en la región. Cuenta que en una hora de reloj la recogió una ambulancia. 

Fue una suerte que no tuvieron otros en ese geriátrico, según esta familiar que ruega anonimato porque no quiere exponerse a la atención pública. Ingresó con neumonía bilateral y pasó un mes en el hospital. Cree que su madre hubiera fallecido de no haber sido por esa cobertura privada. Así se lo han dicho las trabajadoras de ese centro. “Lo tengo clarísimo. Me imagino que un montón de gente que no ha tenido mi oportunidad ha perdido la vida”.  (...)

No hay datos oficiales del número de mayores en residencias que fueron atendidos por la red de hospitales privada durante el período crítico, pero sí hay cifras disponibles que son un indicio de que los de más renta sortearon más fácilmente el triaje. Según datos de la Comunidad del 25 de marzo, solo un 20% de los 102 fallecidos durante la pandemia (21 personas) que vivían en las 25 residencias públicas del Gobierno regional lo hicieron en un hospital. Mientras, el 36% de los 301 muertos que residían en geriátricos privados (108 personas) había sido hospitalizado.  (...)

Esta diferencia de trato entre hospitales privados y públicos pone en cuestión que durante la pandemia haya funcionado por completo una “sanidad sin apellidos”, como la han llamado algunos. La sanidad privada, con 6.068 camas en Madrid, ha hecho un gran esfuerzo. El 14 de abril había admitido a más de 1.250 pacientes derivados desde la red pública de hospitales, según datos que dio el consejero Escudero. Pero la intervención de Sanidad no consistió en imponer una contribución a las empresas, sino que eran los propios hospitales privados quienes proponían a diario a la consejería su cuota de camas disponibles.

El grupo que coordinaba los traslados de la red pública a la privada estaba integrado por 12 personas, dos de ellas representantes de la privada, que a diario celebraban una videoconferencia matutina, según el presidente de Hospitales Católicos de Madrid. Los hospitales privados daban su parte de camas disponibles, siempre asegurándose de que quedaría espacio disponible para los clientes de seguros privados. Sanitas tuvo sus índices de ocupación en torno al 95% en los peores días. Hospitales de la red católica como la Clínica Santa Elena, que añadió unas 20 camas a sus 76 habituales, estuvieron casi al límite. A veces Sanidad les enviaba de madrugada autobuses cargados de pacientes enfermos.

“Nos llamaban de la pública y les decíamos que podíamos darles 3, 4, 5, 7 camas, pero siempre tenías que reservar espacio para el paciente que llegaba con seguro”, dice Ortegón."              (Fernando Peinado, Juan José Mateo, El País, 11/06/20)

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