"La cumbre empresarial
que se puso en marcha ayer, bajo el lema ‘Empresas españolas liderando
el futuro’ y con un impresionante cartel, podía haberse convertido en
una trampa para Sánchez.
Era el marco perfecto para
escenificar, aunque fuese cortésmente, el descontento de los empresarios
con el Gobierno. Durante la pandemia, han existido tensiones obvias que
no han dudado en trasladarse a la esfera pública, con algunas
declaraciones claramente hostiles.
El acto auspiciado por la CEOE podría
haberse convertido en su continuación, pero no se vio nada de eso en la jornada inaugural. Más al contrario, lo que tuvo lugar ayer, con la presencia de Pablo Isla, Juan Roig y las empresas más importantes de la banca y de la energía, fue mucho más un cortejo al Ejecutivo que un ataque frontal.
No hubo quejas de la acción de Sánchez, el tono fue propositivo y las
intervenciones se centraron en necesidades futuras mucho más que en
errores pasados.
Hay tres factores que explican ese viraje.
Por una parte, la resolución de las tensiones internas de la CEOE a
favor del diálogo y el consenso con el Gobierno, alejándose de las
posturas más cercanas a PP y Vox. En segundo lugar, la respuesta
europea, así como la constatación de que Sánchez y Merkel tienen buenas relaciones
y de que un Gobierno del PSOE con UP no es un problema en absoluto para
los principales socios de la Unión, Alemania y Francia. Y, en tercero,
la ausencia de alternativa: no se percibe a la vista un balance de
fuerzas que pueda ser diferente del actual si se quiere dar estabilidad a
España.
Quizá por eso, la CEOE adoptó un tono tranquilo y se limitó a poner encima de la mesa sus propuestas. Todo fue bastante previsible: apareció de inicio la esperada demanda de ortodoxia económica,
hubo varias referencias eufemísticas a la seguridad jurídica y se
mencionó la necesidad de atraer inversión extranjera; en fin, la receta
de siempre. (...)
El otro camino, el nuevo, también resulta conocido: priorizar la educación y la formación,
insistir en la colaboración público privada, y focalizarse en la
digitalización y la energía verde, propuestas muy en sintonía con Next Generation EU, el plan de la Comisión para la recuperación, pero también con el programa del PSOE.
Todos reunidos
La
pandemia ha logrado aunar ambas posiciones, la ortodoxa y la de la
recuperación vía digital y verde, que antes se enfrentaban con alguna
frecuencia: la segunda exigía inversión pública, a lo que la primera era
reacia. Ahora habrá dinero a través de los fondos de la UE, y como existirá condicionalidad y una dirección clara acerca de cómo gastarlo, las dos posturas pueden coexistir sin problemas.
De modo que este es el momento de pedir más que de exigir. Cada
sector de la economía española, y esta cumbre tuvo y tendrá mucho de
ello, reclamará ayudas y fondos para estabilizarse o llevar a cabo su transición.
Lo harán a través de una posición centrada en el futuro, en el diálogo y
en los acuerdos, una vez que se ha entendido que no hay alternativa a
Sánchez y que, además, sus posturas son bastante menos rupturistas,
desde el punto de vista de los empresarios, de lo que han ido
difundiendo.
La lectura política
Es una mala noticia para Casado y Abascal,
ya que es un ámbito de presión al Gobierno que se les cierra. El
espacio político de las derechas sale debilitado de la pandemia, y
aunque los populares se recuperan en las encuestas, lo hacen a costa de
Vox, lo que les impide sumar el apoyo necesario para convertirse en
alternativa, y más aún tras el acercamiento de Ciudadanos al PSOE. Después de toda la tensión y de todo el ruido, el Gobierno parece salir de esta situación fortalecido en el Parlamento y con un balance de fuerzas electorales similar al de las elecciones.
La hoja de ruta está trazada y no contempla rupturas.
Puede que entren en juego nuevos elementos y lo alteren, incluso
sustancialmente, ya que lo más duro de la pandemia puede regresar y
dependemos mucho del entorno internacional; pero si no es así, si no hay
rebrote fuerte y Bruselas cumple con su programa, este año no habrá
grandes problemas y el momento de dolor llegará en el próximo, cuando
habrá que tomar medidas difíciles.
La derecha y la izquierda, la CEOE y
los sindicatos, conocen ese escenario y tratarán de empujar cada uno
hacia su lado, pero es raro que la coalición de gobierno se rompa.
Europa no quiere inestabilidad, tampoco los inversores y los
empresarios la verían bien, e ir a elecciones no beneficiaría
prácticamente a nadie: unos comicios son entendidos ahora como un mal
mayor. Este Gobierno es el que hay.
Empezando por los Presupuestos
Por
decirlo de otra manera, este es el momento de la supervivencia: se
reunirán todos, acordarán lo preciso y ninguno saldrá contento, pero
todos son conscientes de que no hay alternativa en este instante; los
empresarios presionarán por un extremo, los sindicatos por el otro,
Ciudadanos y PNV hacia un lado de la cuerda y UP hacia el otro. El resultado será tachado de defectuoso por todos, pero ninguno querrá romper la cuerda.
La colaboración, empezando por los Presupuestos Generales, ocurrirá más
por la fuerza de los acontecimientos que por la convicción. El líder
que hay es el que hay.
Casado, en este escenario, tendrá que replantearse su estrategia.
La salida política de la pandemia tiende a estabilizar al Gobierno
mucho más que a debilitarlo, no se vislumbra la posibilidad de una
mayoría absoluta de las derechas y buena parte de la hostilidad de las
élites hacia Sánchez comienza a desaparecer.
En Moncloa, tienen un peculiar sistema interno de valoración.
Al término de la semana ponen nota a su actuación según los resultados
políticos conseguidos. Es una nota en la que no caben matices: es 0 o 1.
Y en esos términos maximalistas, en los que todo es blanco o negro, el
resultado provisional es bastante claro: Sánchez 1, Casado 0. El PP sale
debilitado y el Gobierno fortalecido, aunque solo sea porque no se
percibe alternativa. El acto de la CEOE es otra muestra." (Esteban Hernández, El Confidencial, 16/06/20)
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