"El relato esgrimido por el Gobierno de la Comunidad de Madrid está basado, en primer lugar, en que su gestión sanitaria no ha sido tan catastrófica como vende la izquierda; y en segundo lugar, en que su aperturismo ha permitido a la economía seguir funcionando. Sin embargo, los datos muestran otra realidad y que otros modelos pueden conjugar, con las limitaciones obvias, salud y economía; o más bien, que no hay economía sin salud.
La Comunitat Valenciana, que ha seguido una
política de duras restricciones sobre todo ante su segunda ola (tercera
en el resto del país) disfruta de la menor incidencia del país desde
hace dos meses. Y en cuanto al empleo, su tasa de paro creció 11 puntos
durante 2020 frente a los 21 madrileños, aunque la región
dirigida por Isabel Díaz Ayuso (PP) ha disfrutado de mejores datos en la
Encuesta de Población Activa (EPA) del primer trimestre de 2021.
Los datos epidemiológicos son claros: Madrid ha sufrido cuatro
olas, aunque la última ha sido muy discreta en comparación a las
anteriores: la Comunitat Valenciana, dos. Durante el total de
la pandemia, la autonomía dirigida por Ximo Puig (PSPV-PSOE) ha
registrado alrededor de 1.000 positivos menos y 142 fallecidos por
100.000 habitantes frente a los 218 de Madrid. La primera ola, que
ninguna región ni previó ni pudo prever, afectó con fiereza a la
capital, mucho peor que en la Comunitat Valenciana, un resultado lógico
teniendo en cuenta su papel como nudo de comunicaciones y su densidad de
población. Lo que sí pudo hacer el Gobierno de Ayuso es evitar los protocolos de la vergüenza: ni derivaron a muchos mayores en residencias al hospital, ni les atendieron en el propio centro medicalizando los geriátricos.
A finales de marzo de 2020, la incidencia (casos/100.000 habitantes)
acumulada durante los últimos 14 días ascendía a 300 en Madrid y a 93 en
la Comunitat Valenciana: sin embargo, el infradiagnóstico generalizado
en todo el Estado provocaba que, con toda seguridad, estas cifras
estuvieran muy por debajo de la realidad. Los datos son más fiables a
partir de la segunda ola, cuando las comunidades autónomas, una vez
finalizado el mando único, asumieron la mayoría de las competencias. La segunda ola en la Comunidad de Madrid se adelantó al resto del país, alcanzando máximos cercanos a los 800 de incidencia a mediados de septiembre y no abandonando el "riesgo extremo", según el semáforo covid,
hasta día de hoy, encadenando una ola tras otra y tensionando los
hospitales. Mientras tanto, la región levantina apenas notaba el aumento
de contagios que vivió el país de forma generalizada en octubre, con la
llegada del invierno.
La tercera ola en Madrid se vivió, al igual que en
otras muchas comunidades, tras los festivos navideños. La Comunitat
Valenciana, que hasta entonces había sido alabada por su gestión, su
alto número de rastreadores y su capacidad para esquivar el aumento de
contagios del otoño, sucumbió. Nadie está a salvo si no estamos todos a salvo.
Se convirtió en la segunda comunidad con más incidencia solo tras
Extremadura, con 1459 de IA/14 días durante su pico. Aunque la Comunidad
dirigida por Ayuso no se quedó atrás, permaneciendo al borde de los
1000 casos en los últimos días por 100.000 habitantes a finales de
enero.
El Gobierno de la Comunidad de Madrid se negó, durante la segunda ola, a
cerrar el interior de bares y restaurantes, la medida más eficaz que se
puede tomar desde una administración para contener la transmisión
cuando se descontrola –en base a amplia evidencia científica–. Así, la bajada de contagios a partir de octubre fue mucho más lenta que la de otras regiones,
llegando a la tercera aún con un considerable número de casos activos.
La misma historia se ha repetido en la cuarta: la variante británica se
impuso sin haber bajado del riesgo extremo y con una alta tasa de
ocupación covid en las Unidades de Cuidados Intensivos. La lenta caída
de la curva hizo liderar a Madrid el ranking de incidencia, en un primer momento, y la saturación en UCI posteriormente.
Sin embargo, el Gobierno de la Generalitat Valenciana
clausuró la hostelería el 19 de enero, ayudando a una caída en picado de
la transmisión que ha logrado que, desde marzo, la autonomía sea el
lugar de España con menos coronavirus, y donde la cuarta ola
apenas ha tenido impacto. Tienen números equiparables a los benignos
junio y julio de 2020, cuando aún se creía en la "nueva normalidad". El
gabinete de Puig apoyó a bares y restaurantes con ayudas directas de
hasta 4.000 euros por empresario (2.000 si solo cuentan con un
empleado), además de exenciones impositivas. Es la autonomía que más
dinero ha destinado a esta partida. La Comunidad de Madrid es la única
que no ha destinado ni un solo euro.
Este lunes, la tasa de pacientes covid en las UCI de Madrid ascendían al 41%. En la Comunitat Valenciana son un 4%.
¿Milagro económico?
El Gobierno de la Comunidad de Madrid lleva argumentando meses que las
restricciones a la actividad económica no son la salida y que hay que
mantener vivo el tejido productivo. Sin embargo, los datos no avalan, al
menos durante 2020, que la apuesta haya servido para amortiguar del
todo el impacto de la pandemia. En una región que no abandona el riesgo
extremo desde verano de 2020, donde no hay salud, la economía tampoco
carburó.
El paro creció, de marzo de 2020 a marzo de 2021, un 21,41% en Madrid frente al 11% de la Comunitat Valenciana, según
el Servicio de Empleo Público Estatal (SEPE). Si acudimos a los datos
de la Encuesta de Población Activa (EPA), que incluye a los parados que
no acuden a las oficinas de desempleo, la tasa creció un 36,24% en la
capital frente al 15% valenciano en el último trimestre de 2020. Sin
embargo, la comunidad dirigida por Díaz Ayuso ha disfrutado de una
suerte de efecto rebote, siendo la autonomía que mejores datos
registró durante la EPA del primer trimestre de 2021 (cuando se sufrió
una ola postnavideña que afectó a casi todo el país). Ganó 40.400 nuevos
empleados y perdió 50.300 parados. Los datos de 2021 avalan la
estrategia de Ayuso, pero los de 2020, con una segunda ola prematura que
no se consiguió aplanar, no.
En cuanto al Producto Interior Bruto (PIB), la Comunidad de Madrid sale
beneficiada en la comparación: la Autoridad Independiente de
Responsabilidad Fiscal (AIReF) estima que durante el cuatro trimestre de
2020 la región perdió 7,9 puntos con respecto al año anterior, frente a los 9,6 de la Comunitat Valenciana. Sin embargo, aproximaciones como la de BBVA Research prevé
que los valencianos crecerán más durante 2021 en este indicador, con un
5,9% frente al 4,7 madrileño, por debajo de la media española." (Javier Martínez, InfoLibre, 11/05/21)
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