"En 2001, Argentina incumplió sus pagos de más de 70 mil millones de dólares debidos a acreedores privados. Este episodio provocó la caída de cuatro presidentes en una semana, una terrible situación económica y social durante varios meses, enormes manifestaciones y, finalmente, un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.
Argentina redujo luego considerablemente su deuda con el FMI durante una década (2007-2017), hasta la decisión del muy neoliberal Mauricio Macri en 2018. En grandes dificultades económicas, con un aumento de la desigualdad, la pobreza y una inflación galopante, Mauricio Macri se “benefició” de un préstamo histórico del FMI de más de 44 mil millones de dólares. Un préstamo que debía permitir a Macri salvar su mandato y ser reelegido gracias a los gastos permitidos por este préstamo desmesurado, aunque eso sumergiera a Argentina en décadas de reembolsos e imposición de las condicionalidades políticas habituales de la institución de Bretton Woods.
Mauricio Macri no fue reelegido, su sucesor, Alberto Fernández, que había prometido liberar al país de las políticas impuestas por el FMI, finalmente continuó negociando con él. (...), Argentina volvió a pedir prestado al Fondo Monetario Internacional (23.400 millones de dólares en 2022 y 12.700 millones de dólares en 2023) para reembolsar parte de los 44 mil millones de dólares prestados en 2018 y 2019. Este préstamo de 23.400 millones de dólares se utilizó para pagar los reembolsos de 18.600 millones de dólares en 2022 y 21 mil millones de dólares en 2023 (...).
El acuerdo histórico firmado por el FMI con Argentina en 2018 -y la dosis de austeridad que le acompañó- tuvo consecuencias muy concretas en las clases populares y específicamente en las mujeres. He aquí algunos ejemplos: :
- Despido de funcionarios
- Supresión de las pensiones de jubilacion de las mujeres que habían trabajado en el hogar toda su vida (a demanda del FMI) [1]
- Recortes en los presupuestos públicos
- Multiplicación de comedores populares
- Subida de la tasa de pobreza del 27% al 40% durante el mandato de Mauricio Macri
Y esto no ha terminado, ya que Argentina todavía debe 40 mil millones de dólares al FMI (...). Al tomar una decisión para salvar su mandato, Mauricio Macri “ofreció” al menos una década de austeridad a su país, dado que el gobierno de izquierda de Alberto Fernández no tuvo el valor de cuestionar los reembolsos. Fue en parte esta falta de coraje lo que condujo a la llegada de Javier Milei al poder. Este último, partidario de un neoliberalismo llevado al extremo, sin ninguna regla, se adapta muy bien a las condicionalidades del Fondo Monetario Internacional. La deuda que empobrece a la población y que solo agrava las desigualdades debe ser auditada y cancelada. La población argentina no debe pagar un acuerdo por razones electoralistas.
Conclusión y alternativas
El Sur global atraviesa una crisis de la deuda comparable a la de la década de 1980 porque se desprenden las mismas características: como en la década de 1970, se alentó a los países del Sur a endeudarse porque los capitalistas del Norte buscaban remuneraciones más importantes que en el Norte, el FMI y/o el Banco Mundial están en la maniobra, se aplican condicionalidades neoliberales... Como en la crisis de la deuda de la década de 1980, fue un aumento repentino de los tipos de interés lo que participó en desencadenar la crisis de la deuda. Si bien esta crisis afecta al Sur global en su conjunto, zonas o países se ven particularmente afectados, como Sri Lanka, el África subsahariana o Argentina.
Ante las consecuencias de la pandemia mundial de Covid-19 en 2020, la invasión de Ucrania por parte de Rusia en febrero de 2022 y la decisión unilateral de los principales bancos centrales occidentales de aumentar repentinamente los tipos de interés en junio de 2022, los gobiernos del Sur podrían haber movilizado el cambio fundamental de circunstancias. Este argumento de derecho internacional podría haberles permitido suspender el pago de su deuda y situarse en una correlación de fuerzas favorable frente a los acreedores para renegociar sus deudas, organizar auditorías y cancelar parte de su deuda.
Podrían haberse apoyado en movimientos sociales muy poderosos que han tenido lugar en Sri Lanka, Nigeria, Kenia o Bangladesh desde 2022. En Nigeria y Kenia, los manifestantes apuntaron directamente al Fondo Monetario Internacional, una gran oportunidad para poner fin al sistema de dominio de las instituciones de Bretton Woods sobre los países del Sur.
Movilizar el cambio fundamental de circunstancias basándose en los movimientos sociales habría proporcionado una legitimidad popular y una legitimidad derivada del derecho internacional para resistir a los acreedores y las condicionalidades impuestas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
Es posible. Por ejemplo, el gobierno maliense no dudó en detener a los líderes de grandes empresas mineras extranjeras (https://www.cadtm.org/Mali-La-detencion-de-directivos-de-empresas-mineras-recuperar-los-impuestos) instaladas en su suelo para recuperar los impuestos impagados. No hay que dudar en tomar tales medidas contra los poderosos que saquean los países del Sur, utilizando el dinero recuperado para mejorar las condiciones de vida de las poblaciones, no para pagar las deudas ilegítimas.
Esta resistencia debería adoptar la forma de un impago acompañado de la organización de una auditoría ciudadana de la deuda y la cancelación de su parte ilegítima. La cancelación de la deuda debe ir acompañada de medidas sociales, ecológicas y feministas radicales. Los presupuestos de educación, salud, bifurcación ecológica y lucha contra el patriarcado deben aumentar drásticamente. La cancelación de parte de la deuda pública permitirá liberar recursos en este sentido, al igual que la tributación de los más ricos y de las grandes empresas del norte que saquean los países del Sur. Estas medidas de justicia fiscal deberán ir acompañadas de una nueva disciplina financiera, estableciendo controles estrictos sobre los movimientos de capital y mercancías, levantando el secreto bancario, prohibiendo los paraísos fiscales, la especulación y la usura.
La deuda pública podría constituir un instrumento de financiación de un amplio programa de bifurcación ecologista-feminista-socialista, en lugar de servir para imponer políticas antisociales, extractivistas, productivistas, favoreciendo la competencia entre los pueblos [2]. Las autoridades públicas pueden recurrir al préstamo para:
- Socializar las actividades de reproducción social mediante el desarrollo de servicios públicos gratuitos (educación, salud, cultura...);
- Financiar el cierre completo de las centrales nucleares y térmicas;
- Sustituir los combustibles fósiles por energías renovables respetuosas con el medio ambiente;
- Garantizar la soberanía alimentaria y financiar una reconversión de la agricultura actual que contribuye de manera significativa a la crisis ecológica. Se trata de dar a las actividades agrícolas una orientación compatible con la lucha contra el cambio climático y con la promoción de la biodiversidad, favoreciendo en particular los circuitos cortos y produciendo en un modelo agroecológico;
- Reducir radicaldmente el transporte por carretera y aéreo en favor del transporte público por ferrocarril;
- Financiar un amplio programa para el desarrollo de un hábitat de mejor calidad y que consuma mucha menos energía;
-
Poner fin a la discriminación y a la criminalización de las personas
migrantes, y financiar una política para su acogida respetuosa con el
derecho de circulación y residencia."
( Maxime Perriot , CADTM, 21/03/25, gráficos y notas en el original)
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