Sin embargo, hace un año, cuando se hundieron las hipotecas basura en agosto de 2007, lo tenía claro. La situación tenía que resolverse en el plazo de un año, o si no... (...)
Pero estaba equivocado. Aquí estamos, transcurrido un año entero, y las cosas siguen columpiándose en el filo de la navaja. (...)
Pero si el sistema de la intermediación financiera se hunde en una quiebra universal, los productores de mercancías comerciables serán incapaces de conseguir financiación para expandirse. Y si la vivienda y los precios de los títulos con garantía hipotecaria no sólo caen sino que se desploman, todos deberían recordar que el empleo en la construcción cae con más rapidez de lo que el empleo en mercancías comerciables puede crecer. (...)
Y todo bien hasta el momento, al menos en lo que respecta a la economía real estadounidense... Sin embargo, desde el punto de vista financiero, la magnitud del caos es escandalosa: tremendos fallos de gestión del riesgo por parte de instituciones financieras altamente endeudadas que han de ser gestores de riesgo de primera si quieren sobrevivir.
Si hace un año me hubieran preguntado si este grado de caos financiero era compatible con una economía interna estadounidense que no estuviese claramente en recesión, habría dicho que no. Si me hubieran preguntado hace un año si pasaría un año sin que o bien se restaurase la confianza en las instituciones financieras o bien se produjesen nacionalizaciones y liquidaciones generalizadas, habría dicho que no. Las configuraciones inestables e insostenibles deben acabar.
Rudi Dornbusch tenía razón: los desequilibrios pueden durar más de lo que los economistas creen posible. Pero eso no significa que al final el agua no corra monte abajo." (J. BRADFORD DELONG: En el filo de la navaja. El País, Negocios, 24/08/2008, p. 12)
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