Sin embargo, como relata Luc Folliet, la extracción masiva casi agotó las reservas de fosfatos en los años noventa, lo que junto a la baja demanda internacional del producto, la corrupción, el despilfarro y las malas inversiones acabaron con el país en la bancarrota. Para sanear la economía, Nauru devino en paraíso fiscal y casi inmediatamente se convirtió en objetivo de la mafia rusa, que transfirió para su blanqueo unos 50.000 millones de euros.
Una década después, en 2005, debido a las presiones internacionales, adaptó su legislación a los convenios para colaborar en la lucha contra el lavado de dinero. En la actualidad, Nauru ha perdido todos sus activos, está en pleitos con Australia y Estados Unidos de incierto resultado, y tiene crecimiento negativo. Los habitantes que quedan piensan en el exilio. Un panorama ominoso." (El País, ed. Galicia, España, 24/05/2010, p. 19)
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