7.7.10

Phil Bennett ofrece su retrato de la crisis española



"Tras recorrer España en las últimas semanas, el periodista estadounidense Phil Bennett ofrece su retrato de la crisis. El relato incluye entrevistas a Salgado, Rajoy y Rato, pero también a empresarios, trabajadores y parados. Esta es la visión de España del ex director adjunto del 'The Washington Post'. (...)

Pero si hubiera que empezar la historia en un lugar en el que los orígenes y las consecuencias del desastre estén más claros, una buena opción es el pueblo de Villacañas. (...)

La opulencia llegó a través de una industria cuya audacia y simplicidad estaba a la altura de los silos: Villacañas fabrica puertas. No unas cuantas, sino 11 millones de puertas en 2006, más del 60% del mercado nacional en pleno apogeo de la construcción. Las ventas aportaban a este pueblo de 10.000 habitantes ingresos de más de 600 millones de euros al año.

El sector proporcionaba 5.000 puestos de trabajo bien remunerados, daba empleo a familias enteras en turnos que cubrían los siete días de la semana e hizo que chicos de 16 años abandonaran el colegio, deseosos de poder comprarse un Audi nuevo para cruzar a toda velocidad el primer y único semáforo de Villacañas.

Como es natural, la crisis amenaza con dejar todo esto en chatarra. En una mañana reciente de domingo, Raimundo García caminaba por la nave silenciosa de la fábrica de Puertas Visel, de la que es director general. Hijo de un carnicero local, estudió Económicas en la Universidad de Chicago y luego regresó para convertir Visel en una empresa de enormes beneficios.

En 2007, la empresa fabricó casi un millón de puertas y tenía 830 empleados. Hoy, la fábrica cuenta con 320 trabajadores y sólo funciona cuatro días a la semana. Como casi la mitad de las 10 empresas de puertas que sobreviven en la región, está en suspensión de pagos y corre peligro de desaparecer. "Mi gran pena es que no nos reorganizáramos antes de la crisis", dice García. "Ahora podríamos tirar todo esto a la basura". (...)

Existe la obsesión de restaurar la confianza de los extranjeros en el país. Pero impresiona todavía más la falta de confianza de los propios españoles en sus dirigentes y sus instituciones. (...)

"La intensidad de la crisis que estamos viviendo no es de hoy. La estamos viviendo de forma brutal desde 2008. Este pueblo habla de la crisis desde 2008. El país, no", dice. "Todos, incluyendo la prensa, están obsesionados con las elecciones y no con el futuro del país. No es sólo Zapatero quien no está comunicando bien. Las universidades, los medios de comunicación, también nos han fallado".

Los costes humanos de la crisis ya son graves, dice. Durante el boom, Villacañas tenía una de las mayores tasas de abandono escolar del país. "Hay en Villacañas personas de 40 años que habían trabajado desde los 16", explica García Aranda. "Y ahora ya no trabajan y carecen por completo de las cualificaciones profesionales y humanas y de los instrumentos de adaptación para salir adelante". (...)

"Hace dos semanas tuve a un padre exactamente donde tú estás sentado. Su esposa y él están en paro. Sus dos hijos están estudiando en la universidad: la hija, ciencias veterinarias, y el hijo, aeronáutica. Y el padre tenía que decidir a cuál de sus dos hijos le debe permitir continuar sus estudios. Y se decidió por su hija porque le faltaba solo su último año. Así que sacó a su hijo". Al alcalde se le empañaban los ojos. "Ojalá pudiera poner a los que toman las decisiones en el pellejo de ese padre", dijo. (...)

Por el contrario, los dirigentes políticos españoles son objeto de críticas feroces por parte de la opinión pública. Las informaciones constantes sobre la corrupción política, la incomprensible alergia -curada hace muy poco- del Gobierno de Zapatero a la palabra "crisis", el ferviente empeño de la oposición en buscar ventajas electorales a costa del consenso, han acabado con la fe en que las autoridades puedan conducir al país hacia la recuperación. (...)

Pero las cifras de la opinión pública también contienen trampas para la oposición. Los votantes han perdido la confianza en todos los líderes. Y, como prueba del ansia de soluciones que tienen, una gran mayoría insta a la oposición a apoyar las medidas económicas del Gobierno, aunque dichas medidas sean impopulares. Rajoy se ha negado.(...)

Es de destacar que el electorado no está tan polarizado como los políticos, dice Jordi Capo, politólogo y especialista en votaciones en la Universitat de Barcelona. Ese puede ser un factor que contribuye a la paz social pese a la escasez de recursos, la incertidumbre sobre el futuro y las frustraciones de la vida cotidiana. Quizá llegue el estallido social -algunos afirman que la tardanza del Gobierno en abordar la crisis puede hacer que el estallido sea todavía más explosivo-, pero, por ahora, cualquier agitación está soterrada.

Para un estadounidense, sobre todo, el caso de los inmigrantes parece especialmente revelador. Los inmigrantes constituyen más o menos el mismo porcentaje de la población en España y en Estados Unidos. En España, que ha tenido una mayor entrada de extranjeros que ningún otro país europeo salvo Irlanda, donde se calcula que el 20% de todos los recién nacidos son de madre extranjera y el desempleo entre los inmigrantes es al menos un 30% superior al de los españoles, no hay un Arizona, no hay indignación nacional sobre quién tiene derecho y quién no tiene derecho a estar.

"En España, a pesar de todo, no ha habido rechazo y hostilidad, no ha habido partidos xenófobos", dice Joaquín Arango. Ahora bien, añade, el país tendrá que reabsorber a un millón de inmigrantes desempleados en la economía, sobre todo porque la mayoría parece dispuesta a quedarse. Y, a largo plazo, debe resolver cómo seguir atrayendo a nuevos inmigrantes.

El 29 de abril -13 días antes de que Zapatero anunciara el primer gran paquete de austeridad del Gobierno-, Raimundo García habló en una nave de su fábrica de Villacañas y anunció un último esfuerzo para salvar Puertas Visel. Trescientos empleados, incluido él, votaron a favor de reducirse el salario a un máximo de 900 euros al mes y prestar el resto a la empresa durante los próximos ocho años para que pueda pagar su deuda, además de ganar tiempo para elaborar una estrategia a largo plazo que le permita sobrevivir.

"En cierto modo, están votando conservar sus puestos de trabajo", dijo García más tarde. "Mi preocupación es que no se cierren las fábricas para no perder nuestro tejido industrial".

La industria de las puertas en Villacañas tiene un padre fundador -Abilio Cuesta, un carpintero que abrió el primer taller en los años setenta- y un momento en el que los residentes dicen que vieron el principio del fin: el 5 de enero de 2008, cuando circularon las noticias de los primeros despidos. A lo largo de los dos años siguientes se evaporaron 3.000 de los 5.000 puestos de trabajo locales. Fue un derrumbe monumental.

Desaparecieron los sueldos iniciales de hasta 40.000 euros anuales y los puestos de director comercial que llevaban a casa hasta 300.000. En otra época, Puertas Mavisa patrocinaba a un equipo en la Vuelta a España. Hoy, en la puerta de su fábrica cuelga un cartel: "Liquidación de maquinarias por cierre".

A pesar de su éxito, García dice que la industria local no supo adaptarse. Algunas empresas llevaron a cabo transacciones con dinero negro. No supieron modificar su estilo de puertas para responder a nuevas demandas. Y el 95% de sus ventas se hacían en el mercado interior. Dice que el Gobierno ahora debería ayudar al sector a consolidarse. "Lo que están haciendo con las cajas de ahorros tienen que hacerlo con nosotros", afirma. "Pero predico en el desierto".

Era inevitable que la velocidad de transformación de Villacañas tuviera consecuencias positivas y negativas. Creó riqueza y oportunidades de mejorar. También atrajo las drogas y provocó un elevado índice de abandono escolar. Desechó una cultura conservadora y rural para adoptar otra más moderna, urbana y materialista. García dice, riéndose, que ha visto cómo el pueblo pasaba de ser un lugar en el que "se iba a la iglesia" a otro en el que "se va al banco, también para confesar".

Desde su elección en 2007, el alcalde García Aranda ha contratado a asesores económicos y ha obtenido una subvención del Fondo Europeo de Ajuste a la Globalización. Sin embargo, dice, "la responsabilidad de la autoridad es anticipar lo que puede venir. La crisis era impensable, pero todo el mundo decía que esto no era sostenible. Debimos haber actuado en 2004". (...)

La matriculación en educación de adultos se ha triplicado en Villacañas. Antes, los residentes despreciaban el empleo en el sector público porque estaba mal pagado; cuando el pueblo anunció hace poco una bolsa de trabajo para funcionarios, hubo 170 solicitantes. También han aumentado ligeramente, dice el alcalde, los casos de violencia doméstica, así como la demanda de atención psicológica.

El alcalde cuenta, entre risas, que un psicólogo le había dicho de su paciente que "me dijo que el diagnóstico de este señor era clarísimo, y la medicina para curarlo, también: un trabajo y 1.200 euros al mes".

La gente menciona varios factores familiares que mantienen unida la comunidad: generosas prestaciones de desempleo, que a menudo se complementan con los ahorros o alguna chapuza; una red familiar y social que sigue siendo fuerte, aunque se haya debilitado; la contribución de la sociedad civil, y por último, una resignación pasmada pero persistente, que algún día se disipará.

Rufino López, de 39 años, que invirtió lo que había ganado en la fábrica para establecerse como carpintero independiente, está sin trabajo, como su mujer. Y ya no cobra el paro. Sobreviven gracias a sus ahorros, pero tienen que pagar los 400 euros de hipoteca para no perder la casa. Han vendido el coche y han aplazado tener un segundo hijo.

"Yo veo que la gente pone el grito en el cielo", dice. "Pueden y deben surgir conflictos. Es la única manera de ver la gravedad de la situación". (...)

Según el alcalde García Aranda, las soluciones deben ir más allá de la creación de empleo. Ahora es el momento de convertir la comunidad en algo mejor, algo duradero.

"En tiempos de crisis, uno ve las cosas más grandes y duras de la condición humana", dice. "Lo que está pasando aquí no se resuelve solamente con volver a crecer. Si se hace eso, sería perder una oportunidad de reflexionar sobre aspectos de la cultura social y sobre el papel que debe desempeñar la ciudadanía". (...)

Los jóvenes de los que habla son hijos de inmigrantes que viven en el barrio madrileño de San Cristóbal de los Ángeles, un dominó de bloques de pisos densamente poblados que cuenta con 17.000 residentes y el mayor porcentaje de inmigrantes de toda la ciudad. Eseverri comenzó sus investigaciones en él en 2005; fue maestra en el colegio local y vio cómo el barrio tenía que enfrentarse a dos pruebas, "la de la inseguridad económica y la de la transformación demográfica".

La "tierra de nadie" que describe Eseverri es, más que un lugar, una etapa de lo que significa hacerse mayor en la España actual. Los jóvenes inmigrantes a los que estudió y sobre los que ha escrito se alejan de un futuro productivo, abandonan la escuela y pierden el empleo, y luego vuelven gracias a su sólida identificación con el barrio y la red de apoyos con que cuentan.

"Con los jóvenes hay este tiempo muerto y después su reenganche, pero han dejado pasar mucho tiempo para encontrar un trabajo", explica. "La creación de asociaciones es una enseñanza política muy importante; es una forma de apoyo social bastante barata y una inversión que crea un contagio".

Los frentes de batalla de la crisis económica de España están llenos de jóvenes. Me dicen que pertenecen o a una generación perdida -excluidos de escuelas y carreras, y buscándose como pueden algún trabajito- o a una generación estrella: muy preparados, productos de la vitalidad de estos años de cambio, comprometidos con Europa y abiertos al mundo.

De cómo sorteen estos dos grupos la escasez de oportunidades dependerá cómo sale España de la crisis. ¿Qué les ofrecerá el país? ¿Se arriesgarán como lo hizo, por ejemplo, un inmigrante dominicano de 21 años llamado Dailán Santana al inscribirse en un curso de ordenadores en San Cristóbal? ¿O Cecilia Eseverri cuando optó por seguir adelante con su carrera académica pese a que hay plazas de profesor disponibles en la universidad?" (El País, domingo, 13/06/2010, p. 2/5)

No hay comentarios: