Eso quiere decir que la Fed tiene que convencer a las gentes de que “ha perdido” la batalla y se propone destruir la moneda recurriendo a la imprenta. Un sinsentido de cabo a rabo. La Fed no destruirá el dólar. Lo que desea es servirse del elemento sorpresa para dar una buena sacudida a la economía. Los especuladores con oro piensan que la Fed está conduciendo al país hacia la hiperinflación. Están muy equivocados. Todo es parte de un cálculo de largo alcance.
Puede que Bernanke sea un fanático guerrero de clase, pero no es un retrasado mental. Sus políticas están concebidas para elevar el tiro a fin de alterar las expectativas y sacar a los consumidores del pozo de miedo en que han caído. Casi lo dijo en su discurso japonés:
“Al fijar objetivos de niveles de precios, en vez de objetivos de inflación, podría resultarnos preocupante el que eso pueda generar una tasa de inflación a corto plazo mayor que el objetivo de inflación a largo plazo.”
El único modo de estimular la actividad económica pasa por convencer a la gente de que el dólar que ahora tienen en sus bolsillos valdrá menos mañana. Eso es lo que hace que los garcías del mundo pongan otra vez proa a los centros comerciales. Pero lo que parece gasto manirroto de la Fed (la flexibilización cuantitativa), no es realmente sino una forma de restaurar el nivel de precios anterior a la crisis.
Llámese a eso, si se quiere, inflación de activos, pero lo cierto es que Bernanke no va a esperar sentado a que la desinflación troque en deflación, crezca el valor real de las deudas personales y sigan acumulándose quiebras, suspensiones de pagos y ejecuciones hipotecarias. Lo que busca ahora es la eliminación de todos los obstáculos bombardeando la economía con estímulos monetarios y fiscales.(...)
Oigamos de nuevo a Bernanke:
"Se puede, por ejemplo, estudiar una bajada de impuestos para las familias y las empresas que vaya explícitamente asociado con un aumento de compra de deuda pública por parte del Banco de Japón, de manera que los recortes de impuestos se vean efectivamente financiados por la creación de moneda.
Si se supone, además, que el Banco de Japón se ha comprometido a reflacionar la economía anunciando un objetivo de nivel de precios, entonces buena parte, si no todo el incremento de la cantidad de dinero se verá como algo permanente.
Con un plan así, el la balanza contable del Banco de Japón quedará protegida por exprograma de conversión de bonos, y las preocupación del gobierno por su ingente volumen de deuda se verán mitigadas por la mayor cantidad de deuda pública comprada por el Banco de Japón, y no vendida al sector privado.
Además, los consumidores y las empresas deberían estar dispuestas más al gasto que al ahorro de los ingresos dimanantes del recorte fiscal: tienen dinero en efectivo extra en las manos, pero, puesto que el Banco de Japón ha comprado deuda pública por un monto equivalente al recorte fiscal, no se habrá generado carga alguna, ni presente ni futura, de servicio de deuda, lo que exime de la necesidad de impuestos futuros. En substancia: la combinación de las políticas monetaria y fiscal habrán logrado incrementar la riqueza nominal de las familias, lo que incrementará el gasto nominal, y por lo mismo, los precios.”
La cosa es, desde luego, muy radical. Pero podría funcionar. Y la forma más expedita de poner en marcha una política de este tipo sería eliminar los impuestos a los salarios, lo cual, en efecto, conferiría a todo hombre y a toda mujer trabajadores del país, una mayor capacidad de pago.
Los comentarios de Bernanke constituyen también una tácita admisión de que el sistema bancario es ya disfuncional e incapaz de crear el crédito necesario para la próxima expansión. Por eso se propone prescindir totalmente de ese sistema de propiedad privada y transferir el dinero directamente a los consumidores. Ni que decir tiene, esto tendrá un efecto positivo en el gasto y en todas las perspectivas de recuperación.(...)
Diríase que el plan de Bernanke es capaz de hacer todo, salvo del blanqueo dental. ¿No tendría acaso más sentido reestructurar el sistema bancario para que, limpios de activos tóxicos, los bancos pudieran volver a prestar libremente otra vez? ¿Y no sería mejor robustecer a los sindicatos, para que los salarios pudieran subir con la productividad y los trabajadores generaran una demanda efectiva suficiente para mantener la marcha de la economía sin necesidad de terroríficas inyecciones y perentorios estímulos de urgencia? Claro que eso significaría una tregua en la guerra de clases, y no complacería mucho a los plutócratas complacidos con los vientos de desempleo que azotan al país de costa a costa.
Ello es que el plan de Bernanke podría funcionar. El Congreso podría aprobar legislación de emergencia para suspender los impuestos al trabajo asalariado durante dos años, lo que significaría miles de millones de dólares en los bolsillos de los sufridos consumidores. La Fed podría enjugar la diferencia comprando un volumen equivalente de títulos del Tesoro manteniendo bajos sus rendimientos mientras se reconfigura la economía, crece el empleo, se disparan los precios de los activos y vuelan los mercados.
A medida que la economía rebote, el dólar pederá continuamente pie, lo que disparará las materias primas e incrementará las exportaciones, lo que traerá consigo un choque con los socios comerciales extranjeros. ¿Y entonces, qué?" (Sin Permiso, 17/10/2010, 'Bernanke está sopesando la opción “nuclear” de Mike Whitney )
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