"¿Qué detendrá a los bancos norteamericanos y a sus clientes de crear 1 billón, 10 billones o aun 50 billones de dólares en sus pantallas de ordenador, a fin de comprar todos los bonos y todas las acciones del mundo, junto con las tierras y otros activos en venta, en la esperanza de lograr ganancias de capital y embolsarse los diferenciales de arbitraje en el desapalancamiento de la deuda a menos de un 1% de coste de intereses? Tal es el juego que está jugándose ahora mismo. (...)
La “flexibilización cuantitativa” [quantitative easing] es un eufemismo para referirse a la inundación con crédito de las economías, esto es, con deuda en el otro lado de la balanza contable. La Reserva Federal está inyectando liquidez y reservas en el sistema financiero interno para reducir las tasas de interés, manifiestamente para permitir a los bancos “buscar su salida” de la quiebra técnica resultante de los malos préstamos realizados en los tiempos de la burbuja inmobiliaria.
Pero ¿por qué tendrían los bancos que prestar más en unas condiciones en las que un tercio de los hogares norteamericanos se hallan ya en quiebra técnica y la economía está encogiendo a causa de la deflación por deuda?
El problema es que la “flexibilización cuantitativa” está empujando al dólar a la baja y a otras monedas al alza, para contento general de los especuladores de divisas, que disfrutan de una barra libre pronta y fácil. Y es para defender ese sistema que los diplomáticos estadounidenses amenazan con hundir a la economía mundial en una anarquía financiera, si otros países no se allanan a reescenificar el Acuerdo del Plaza de 1985 “como un posible marco para organizar de consuno una devaluación ordenada del dólar y evitar pugnas comerciales potencialmente desestabilizadoras”. (...)
Así pues, la gran cuestión en las finanzas globales de nuestros días es cuántas naciones extranjeras seguirán sucumbiendo a medida que los costes se disparan hasta la estratosfera financiera. Se está obligando al mundo a elegir entre la anarquía financiera y la subordinación al nuevo nacionalismo económico de los EEUU. Eso es lo que está empujando a las naciones a crear un sistema financiero alternativo. (...)
En 2006, los EEUU y Europa estaban experimentando una burbuja financiera e inmobiliaria de tipo japonés. Tras el estallido de esa burbuja en 2008, hicieron lo mismo que los bancos japoneses después de 1990. Buscando ayudar a los bancos norteamericanos a salir de la situación de quiebra técnica en que se hallaban, la Reserva Federal inundó la economía con crédito. El objetivo era suministrar más liquidez a los bancos, en la esperanza de que pudieran reanudar así su actividad de préstamo a prestatarios nacionales.
La economía “tomaría prestada su vía de salida de la deuda”, se reinflarían los precios de los activos inmobiliarios, de las acciones y de los bonos, y se prevendrían así los desahucios y la onsiguiente desaparición del colateral de los libros de contabilidad bancaria.
Eso es lo que está ocurriendo ahora mismo, a medida que la liquidez se derrama por las economías extranjeras, lo que aumenta las tasas de cambio de éstas. Joseph Stiglitz explicó recientemente que, lejos de ayudar a la recuperación global, la “marea de liquidez” procedente de la Reserva Federal y del Banco Central Europeo está causando el “caos” en el en los mercados de divisas. (...)
Bernanke ha creado 2 billones de dólares de crédito de la Reserva Federal. Y ahora (octubre de 2010) la Fed se propone aumentar su creación de dinero con otro billón a lo largo del próximo año. Eso es lo que ha hecho que se dispare el precio del oro y que los inversores salgan de las “monedas papel” en proceso de debilitación desde comienzos de septiembre. Y es también lo que empuja a las demás naciones a proteger convenientemente sus propias economías." (Sin Permiso, 17/10/2010, citando a Michael Hudson: Por qué los EEUU han desencadenado una nueva Guerra Mundial financiera y cómo reaccionará el resto del mundo')
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