Es decir, el sectarismo y la ceguera intelectual que tantos economistas críticos venimos denunciando desde hace años como propios de la economía ortodoxa y que sencillamente consiste en que para quienes la defienden no hay otro pensamiento ni análisis que no sea el que reafirma sus posiciones y creencias. (...)
Se trata de una enfermedad intelectual sumamente arraigada y que no solo es propia de los economistas del Fondo. Ellos, al menos, lo acaban de reconocer. Entre nosotros están los famosos economistas reunidos en torno a FEDEA, defensores en líneas generales de exactamente las mismas posiciones y principios intelectuales “de grupo” que los del Fondo, financiados justamente por ello por la banca y las grandes empresas, y en cuyos escritos puede comprobarse paladinamente que sufren su mismo mal aunque en nuestro caso no sean capaces de reconocerlo:
el desarrollo de un mismo pensamiento cerrado que nunca contempla tesis que contradigan las que interesa a sus financiadores que sostengan, lo que incluso materialmente se manifiesta en la ausencia de referencias bibliográficas o de consideraciones analíticas que sean distintas a las propias, y que es la manera más segura, como ahora reconoce el propio Fondo Monetario Internacional, de alejarse de la verdad en lugar de acercarse a ella.
Finalmente, el texto del Fondo reconoce que lo que hizo que se produjeran esos fallos de análisis fue “un débil régimen de gobierno interno, la falta de incentivos para integrar el trabajo de las distintas unidades y plantear opiniones contrarias, y un proceso de revisión que no lograba atar cabos o asegurar que se siguieran todos los pasos necesarios”.
Algo sencillamente sorprendente y escandaloso en una institución que cuenta con recursos prácticamente ilimitados y que alardea de disponer de los mejores economistas y directivos del mundo.
Una circunstancia que una vez más demuestra que las anteojeras ideológicas de la economía convencional pesan mucho más que los grandes títulos y las autoalabanzas que se da a sí misma con la ayuda de los poderes financieros que la sostienen. (...)
Cuando el propio Fondo reconoce lo que está reconociendo, se hace cada vez más urgente que la comunidad internacional se plantee la necesidad de juzgar su actuación y establecer responsabilidades.
No se está hablando solo de simples errores de apreciación intelectual sino de la continua justificación sin más base que la de favorecer a los grandes poderes de políticas que han provocando y siguen provocando millones de muertes, el empobrecimiento constante de seres humanos y la ruina de países enteros para favorecer le beneficio de una minoría reducida de privilegiados.
Hay que empezar a tratar el comportamiento del Fondo Monetario como lo que efectivamente es, un crimen orquestado contra la Humanidad." (Attac Madrid, 11/03/2011, citando a Juan Torres López: FONDO MONETARIO INTERNACIONAL: NO BASTA LA AUTOCRÍTICA)
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