El reconocimiento de esa circunstancia nos devuelve a la -interesada, pero esa es otra historia-confusión que estaba en el origen de la "renovación": la confusión entre los principios y las instituciones en las que cuajan.
Sencillamente, el fracaso en las formas de institucionalización -y acaso haya que incluir aquí no pocas nacionalizaciones-- no equivale al fracaso de los idearios.
La brutalidad del socialismo real no debilita la aspiración al igual acceso a la libertad, que es, puestos a decirlo con todas las letras, lo que hay detrás de la palabra igualdad. La caducidad no es de los valores, sino de las propuestas institucionales en las que se tradujeron.
Para quienes puedan pensar que no es más que un deshonesto modo de consolarse, quizá no esté de mas algún recordatorio histórico. El siglo XIX es el siglo del liberalismo, sobre todo su primera mitad.
Bien. Ahora algunos datos: a mediados del siglo XVIII Gran Bretaña era el país que poseía mayor número de esclavos, cerca de 900.000.
En pleno siglo XIX había en América del Norte más de seis millones de esclavos, casi veinte veces más que ciento cincuenta años antes. Salvo cuatro de ellos, todos los presidentes de Estados Unidos, hasta 1848 fueron propietarios de esclavos.
En breve: no es que el liberalismo tardará en abolir la esclavitud, es que el número de esclavos aumentó con el liberalismo. Hasta hay razones para pensar que, doctrinalmente, el liberalismo resulta compatible con la esclavitud. Se podría citar no pocos clásicos. Por supuesto, el liberalismo ha evolucionado.
El más fecundo académicamente de los últimos años, el liberalismo igualitario, una de las fuentes intelectuales que cualquier izquierda informada tiene que atender, ha revisado muchos de sus clásicos puntos de vista.
La moraleja es sencilla. Para el socialismo la escribió una de las mejores cabezas del panorama filosófico contemporáneo, el filósofo de Oxford, Gerald Cohen: "Creíamos que algo era bueno, tratamos de lograrlo y produjimos un desastre.
¿Deberíamos concluir, por ello, que lo que creíamos que era bueno, la igualdad y la comunidad, en realidad no era bueno? Tal conclusión, aunque es una a la cual se llega frecuentemente, es una locura.
Las uvas pueden estar realmente verdes, pero el hecho de que la zorra no las alcance no nos demuestra que lo estén". (Las viejas ideas de las nuevas izquierdas, de Félix Ovejero Lucas; La Insignia*. España, febrero del 2008)
No hay comentarios:
Publicar un comentario