16.9.11

En España solo 6.829 personas declararon en 2009 tener unos ingresos superiores a 600.000 euros.

"Los impuestos nos definen como país y como personas. Muestran buena parte de la nación que somos y la que queremos ser: solidaria o insolidaria, comprometida o egoísta, abierta o ensimismada, generosa o avara.

Sobre estos antónimos hay que escoger. No hay opciones intermedias, y menos en una sociedad que convive con casi cinco millones de parados y que soportaba en 2010 en sus cuentas un déficit de 98.227 millones de euros. El debate impositivo es ahora mismo uno de los más trascendentes. (...)

El movimiento Ricos por una Tasa para los Ricos, impulsado por el psiquiatra retirado de 68 años Dieter Lehmkuhl, propugna que los dos millones de alemanes cuyo patrimonio supere los 500.000 euros -y aquí se incluye él mismo- paguen un 10% más, al menos durante dos años. Una propuesta que aportaría 100.000 millones de euros a las arcas públicas. (...)

El 2,2% de los contribuyentes, o sea 294.583 personas, que son quienes declaran unos ingresos superiores a 90.000 euros, aportan un 24,8% de la cuota líquida del IRPF, lo que se traduce en 15.769 millones de euros.

La pregunta entonces es: ¿aportan lo suficiente? Miguel Ángel García, de CC OO, cree que no. Las retribuciones de los consejos de administración, por ejemplo, se consideran rentas del trabajo, y por tanto pagan el tipo marginal máximo en el IRPF (entre el 45% y el 50%, dependiendo de la comunidad autónoma).

Pero gran parte de sus ingresos no es sueldo, sino bonos, dividendos o stock options que tributan, básicamente, al 21%. Además, las rentas superiores a 600.000 euros, recuerdan los técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha), pagan un tipo medio efectivo del 27,8%, inferior al tipo de quienes están en la horquilla entre 60.000 y 600.000 euros.

Estos números no apuntan en la dirección que debe seguir todo sistema tributario contemporáneo: el de la progresividad; quien más gana debe pagar más. Aumentar la tributación a las rentas muy elevadas tiene toda la lógica, el problema es que no aparecen.

En España solo 6.829 personas declararon en 2009 tener unos ingresos superiores a 600.000 euros. Hablamos del 0,04% de los contribuyentes. En total, aportan 2.667 millones de euros anuales, únicamente el 3,93% de la recaudación del IRPF.

Ante un número tan limitado y con tan poca repercusión económica, elevar la cuantía máxima que pagan en el IRPF ahora parece más una medida ejemplarizante que de otra índole. (...)

"En 1993 quien declaraba más de 180.000 euros (30 millones de pesetas de la época) estaba sometido a un tipo efectivo del 49,37%. Ahora, el que declara una cantidad superior a 290.000 euros lo hace por un tipo efectivo del 30,8%.

O sea, un 37,6% menos". Trasladada esta operación a las rentas medias, nos da un resultado bien diferente. Si en 1993 el tipo para quien hubiera declarado unos ingresos de 18.000 euros (tres millones de pesetas) se situaba en el 16,92%, en nuestros días quien lo haga por 29.200 euros afronta un gravamen del 15,5%. Hablamos de una rebaja muy pequeña.

Es difícil, pues, exigir sacrificios si los números muestran muy distintos raseros. Entre 1995 y 2011 (ver cuadro) la presión fiscal sobre quienes más ganan, según Eurostat, cayó en 10,2 puntos en la Europa de los 27.

Nada menos que 20 Estados miembros recortaron su exigencia fiscal máxima a los más pudientes, y tan solo Portugal, Reino Unido y Francia han subido su tributación límite. En España, quien tenga memoria financiera recordará que en 1995 se pagaba un máximo del 56%. Hoy, 17 años después, el marginal medio es del 45,8%. (...)

Y si existe un vehículo que utilizan las grandes fortunas para evitar pasar por ese control del IRPF son las sociedades de inversión de capital variable (SICAV), que permiten tributar a un ventajoso 1%. En España había registradas el año pasado 3.133 de estas sociedades, con un patrimonio en movimiento de 26.200 millones de euros. Y desde el principio han sido el refugio de los nombres propios del capital español: Koplowitz, Amancio Ortega, Del Pino, Bhavnani, Rosalía Mera..."  (...)

Otro caballo de Troya por donde históricamente se ha colado más de un insolidario es el impuesto de sucesiones y donaciones. Transferido a las comunidades autónomas, cada una ha hecho de su capa un sayo. (...)

Así las cosas, bastantes expertos reconocen (la mayoría en privado) el valor del impuesto de sucesiones cuando las arcas públicas sufren. En 2009 canalizó, según datos de la Agencia Tributaria (AEAT), 2.470 millones de euros, y lo hizo a pesar de ir perdiendo fuerza recaudatoria a medida que las comunidades incentivaban las bonificaciones."                 (El País, Negocios, 04/09/2011, p. 6) 

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