"Piensen en la situación en España, que actualmente es el epicentro de
la crisis. Ya no se puede hablar de recesión; España se encuentra en
una depresión en toda regla, con una tasa de desempleo total del 23,6%,
comparable a la de EE UU en el peor momento de la Gran Depresión, y con
una tasa de paro juvenil de más del 50%.
Esto no puede seguir así, y el
hecho de haber caído en la cuenta de ello es lo que está incrementando
cada vez más los costes de financiación españoles.
En cierta forma, no importa realmente cómo ha llegado España a este
punto, pero por si sirve de algo, la historia española no se parece en
nada a las historias moralistas tan populares entre las autoridades
europeas, especialmente en Alemania. España no era derrochadora desde un
punto de vista fiscal; en los albores de la crisis tenía una deuda baja
y superávit presupuestario.
Desgraciadamente, también tenía una enorme
burbuja inmobiliaria, que fue posible en gran medida gracias a los
grandes préstamos de los bancos alemanes a sus homólogos españoles.
Cuando la burbuja estalló, la economía española fue abandonada a su
suerte.
Los problemas fiscales españoles son una consecuencia de su
depresión, no su causa.
Sin embargo, la receta que procede de Berlín y de Fráncfort es, lo han adivinado, una austeridad fiscal aún mayor.
Esto es, hablando sin rodeos, descabellado. Europa ha tenido varios
años de experiencia con programas de austeridad rigurosos, y los
resultados son exactamente lo que los estudiantes de historia les dirían
que pasaría: semejantes programas sumen a las economías deprimidas en
una depresión aún más profunda" ('El suicidio económico de Europa', Paul Krugman,, El País, Negocios, 22/04/2012)
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