"... en un modelo, el español, que tras la nacionalización parcial de Bankia registra los mismos síntomas que llevaron a Irlanda al escarnio de la intervención internacional.
Y es que el origen de la enfermedad es el mismo. Ambos países
llegaron a la UCI por una dieta de ladrillo y préstamo indiscriminado.
La metástasis irlandesa se había extendido mortalmente a su sistema
bancario, pero el cáncer, como en España, había comenzado en el sector
inmobiliario. La clave inicial de Dublín había sido garantizar las
coberturas de entidades que, pronto, evidenciaron un estado de agonía
capaz de arrastrar un modelo productivo letalmente dependiente de una
burbuja.
El epicentro del desastre probó ser excesivo para un Gobierno
que optó por admitir pérdidas de los bancos para intentar detener la
sangría, precisamente, el mismo tratamiento que se recomienda a España.(...)
Antes que España, Irlanda había probado voluntad de acometer medidas draconianas en respuesta a la crisis. Dublín había sido la primera administración europea en meter tijera al sector público,
cuando la tormenta económica amenazaba con convertirse en desastre.
No
obstante, el juego de dominó en que tornó el sistema bancario resultó
demasiado, ya que la exposición a las entidades seminacionalizadas
ligaba inexorablemente la sostenibilidad del Estado a la del sector
financiero. Si el Banco de España ha sido señalado ahora por el
desenlace de Bankia, el banco central irlandés había sido cuestionado
por los préstamos de emergencia inyectados en gigantes en estado
terminal. (...)
No fue suficiente. Irlanda nacionalizó sus bancos para tapar el agujero con dinero público, pero el movimiento dejó un vacío aún mayor, que sólo pudo ser rellenado con el rescate.
El problema es que si España está destinada a sufrir el mismo destino,
con un sistema bancario seis veces mayor que el irlandés, parece
imposible que, incluso en un contexto de bonanza, contase con fondos
suficientes. (...)
Los paralelismos tampoco acaban ahí. El Gobierno irlandés mantuvo el
modo negación hasta pocas horas antes de hincar la rodilla ante Bruselas
con la solicitud del rescate. Su intención era canalizar la ayuda
directamente al sector bancario, sobre todo, ante el alcance de
préstamos imposibles de recuperar por parte del sector inmobiliario y la
falta de provisiones que amenazaban para otros capítulos, como el de
las hipotecas, o las ayudas a las empresas. Un problema repetido ahora
en España, donde Bruselas teme que se estén subestimando las pérdidas potenciales.
La diferencia, sin embargo, es de tamaño. Mientras la UE quería
gestionar cuanto antes un paquete para Dublín para evitar consecuencias
como las que había probado el retraso inicial en Grecia, con España
detecta un desafío excesivo." (Eleconomista.es, 12/05/2012)
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