Juana Madrid junto a su dos hijas en la oficina del IVIMA
"Este jueves era el tercer día que Juana pasaba en las oficinas del Inistituto de Vivivienda de Madrid (IVIMA) esperando a que alguien le recibiera para poder evitar que este viernes sea desahuciada
del piso en el que vive en el barrio de Orcasur, junto a sus dos hijas
de 17 y 21 años. Las razones que esta institución dependiente de la
Comunidad había dado eran el impago de varias mensualidades y la mala
convivencia con los vecinos.
Sin embargo, ella cuenta desde hace meses
con la cantidad que había acordado, 2.500 euros, para poder conservar el
piso y con una carta firmada por todos los vecinos, menos uno, alegando
que no causa ningún conflicto. Y este jueves, después de más de seis
meses de esfuerzos y angustias, el propio director general del IVIMA, Juan Van-Halen, le ha notificado que el viernes será finalmente desahuciada.
Varios activistas de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca y los Yayoflautas
han acudido esta mañana a apoyarla a las oficinas mientras ella
esperaba a que la recibieran hoy por fin, después de que ayer pasara la
mañana esperando. Ante la negativa, acampó en las puertas del edificio,
donde ha pasado la noche a modo de protesta, con el inestimable apoyo de
los activistas de la Plataforma.
Y esta tarde, cuando ya llevaba más de
24 horas sin moverse del IVIMA, ha llegado la noticia. Tras las
lágrimas, todos los que se encontraban encerrados han anunciado que
pasaríann la noche allí y por la mañana irán todos juntos a intentar parar el desahucio.
Juana
Madrid tiene 46 años. Cuando se divorció, su ex-marido se llevó todo el
dinero que tenía, "incluido lo que me quedaba de paro". Sin un trabajo
estable, se vio sin posibilidades de poder seguir pagando el alquiler de
la vivienda de protección oficial, en la que vive con sus dos hijas.
El
12 de abril de este año el IVIMA le hizo saber que, debido a los
impagos, iba a ser desahuciada. Pero estaban dispuestos a negociar a
cambio de que ella entregara el 25% de la deuda, 2.500 euros. Ella llevó
al caso a la televisión y gracias a dos aportaciones de personas a las
que no conocía consiguió reunir la cantidad.
"Cuando vine con el dinero al poco tiempo me dijeron que era una
persona conflictiva en el vecindario y que ese era el motivo por el que
me echaban de la casa", comentaba Juana a Público el miércoles. Ella no se dio por vencida y en pocos días consiguió las firmas
de la práctica totalidad de los vecinos para acreditar que no era
verdad que fuese "conflictiva".
El 21 de noviembre le dijeron que podía
haber acuerdo y que ya se pondrían en contacto con ella para que
entregara el dinero. Pero, una vez más, no se pusieron no hubo llamada.
Cuando
el martes se presentó en las oficinas, a tres días de que se ejecutara
el desahucio, fue con las firmas de los vecinos, el informe del
asistente social alegando la necesidad de una vivienda y que las hijas
están escolarizadas, un informe del colegio de las niñas, una carta del
defensor del pueblo pidiendo al IVIMA que prestara atención a su caso,
una denuncia al ex-marido por abandono del hogar, la sentencia de
divorcio y la disponibilidad para poner el dinero que le pedían en el
acto. Pero no la atendieron.
El miércoles a primera hora regresó a las oficinas. Y, de nuevo, no
la atendieron y ha pasado allí la noche. Mientras llegaban activistas de
la Stop Desahucios y sus hijas le llevaban una tienda de campaña y
comida, la Comunidad respondía a algunos medios de comunicación alegando
que "se ve en la obligación" de proceder al desalojo "ante la necesidad
de proteger al resto de los vecinos" del inmueble debido la
"conflictividad reiterada de esta vecina, que no quiere comprometerse a
abonar la deuda que mantiene con el IVIMA desde 2008, ni los impagos con
la comunidad de vecinos".
La versión de Juana, la afectada, es la
contraria. Según ella, no ha tenido problemas serios con los vecinos y nunca ha hecho nada de eso en el edificio, "y cualquiera puede ir a verlo y preguntar".
Hoy
les habían dado cita a las 10:00 horas y a esa hora ella estaba sentada
junto a Feli, la mujer de la PAH que le ha acompañado y ayudado en todo
el proceso. Pero iban pasando las horas y no las recibían. Hasta que, a
medio día, han hecho su aparición los yayoflautas, el colectivo de ancianos indignados que nació tras el 15-M.
"Estábamos
protestando en la delegación de Hacienda por la evasión fiscal de las
grandes fortunas, nos han avisado de esto y aquí hemos venido",
comentaba una yayoflauta ataviada con su emblemático chaleco
amarillo.
Al principio, no les han dejado entrar a la planta baja, pero
finalmente lo han conseguido. Entre lemas y gritos de apoyo a Juana y
sus hijas, varias de ellas se han sentado a coser con ganchillo en las
sillas de espera del hall. Luego, han cantado villancicos con letra
indignada.
Finalmente, el director general del IVIMA, Juan Van-Halen, designado
por la propia Aguirre como hombre de confianza, ha llamado a Juana para
reunirse con ella. Pero no ha permitido que la mediadora de la PAH le
acompañara, sólo han pasado dos trabajadores sociales de la Comunidad.
A
las 14:00 los guardias de seguridad han cerrado las puertas y nadie
podía ya entrar en el edificio. Empezaba el encierro de la PAH y los yayoflautas. La reunión tardaba y todos creían que Juana saldría con una solución.
Después de unas dos horas, Juana ha aparecido de nuevo en el hall.
Con la cara desencajada de dolor y lágrimas en los ojos ha dicho que no
había acuerdo: este viernes la Policía desahuciará a ella y a sus
hijas. Van-Halen ha dicho que no podía hacerse un segundo contrato para permanecer en la vivienda.
"Me han engañada y me han mentido" comentaba Juana indignada por las
respuestas que le ha dado el director. "Si yo hubiera podido entrar le
hubiera dicho que lo que dice es mentira, que hay muchos casos en los
últimos meses en los que se ha negociado un segundo contrato con el
IVIMA", decía Feli llena de rabia. "Yo no entendía las cosas que me
decía, no podía negociar con él", comentaba Juana.
"Me podrían
haber dicho esto hace dos días en vez de tenerme esperando, por lo menos
hubiera podido sacar los muebles", continuaba diciendo Juana, "no
tienen piedad, mañana pierdo mi casa". Feli gritaba: "El IVIMA desahucia a la gente de sus casas igual que los bancos".
Los
activistas han traído comida y se han preparado para pasar la noche en
el interior del edificio. Por la tarde los encargados han apagado las
luces del edificio y al intentar cerrar las puertas han herido en el
brazo a uno de los encerrados, por lo que ha tenido que acudir el SAMUR.
Mañana viernes irán todos a Orcasur a intentar parar el desahucio." (Público, 13/12/2012)
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