"Un sistema de ciencia no requiere de la caridad de un estado
opulento, sino de la constante inversión de uno que mira al futuro”,
advierte el astrofísico Javier Armentia, director del Planetario de Pamplona.
¿Era España, hace unos pocos años, un país opulento que podía
permitirse el lujo de la ciencia? Muchos pensaban que era un país que
miraba al futuro. Hasta que llegó la crisis.
El Gobierno está ahogando
la ciencia española con recortes drásticos de la financiación, parálisis
de programas que hasta hace poco venían desarrollándose con normalidad,
aplazamientos de convocatorias de contratos que, en realidad suponen
cancelaciones, y reducción de becas y de apoyo a los jóvenes científicos
que provocan la fuga de cerebros.
Malos tiempos para la ciencia en España. Y no solo para la que se
desarrolla en los laboratorios, universidades y centros de
investigación. También se está ahogando todo el conglomerado de
actividades de divulgación, educación y difusión del conocimiento
científico, esa asignatura pendiente que se había empezado a superar. (...)
“La ciencia es un artículo de primera necesidad para un pueblo, es un
alimento básico de la colectividad para poder construir el futuro, para
poder hacer investigación e innovación, para poder producir, y la
divulgación científica es un alimento de la sociedad para construir una
democracia auténtica”, advierte Ramón Núñez, director del Museo Nacional de Ciencia y Tecnología (MUNCYT).
En principio, todos de acuerdo, pero, cuando llegan las vacas flacas,
lo que parecía una necesidad se convierte en secundario y prescindible. (...)
“La situación es terrible en el mundo de la divulgación de la ciencia,
de desmantelamiento y cierre por derribo”, se queja Armentia. “Los que
trabajamos en esto sabemos que, si tenemos que sostener el sistema
educativo y el de salud, el quejarnos por los museos de ciencia parece
algo cosmético.
Pero no es así”, añade, y describe la situación: “ERE en
museos, cierre de centros de ciencia, cancelación de proyectos o
desaparición de un empuje que, poco a poco, comenzaba a poner la ciencia
en la agenda cultural”. En el Planetario de Pamplona la reducción de la
financiación autonómica, explica, es este año del 97%, sobre un recorte
anterior de más de un 30%.
Eso sí, la respuesta del público y el
interés creciente de la gente mantienen vivas las actividades del
Planetario, la semana de la ciencia, los talleres o los debates. “La
cultura es algo que, en tiempos de recortes, se pone en el lado de lo
superfluo, y la parte de la cultura científica más aún”, comenta
Armentia, y recuerda aquella frase del que fue presidente de la Universidad de Harvard, Derek Bok: “Si cree que la educación es cara, pruebe con la ignorancia”. (...)
“Es muy peligroso ese mensaje de ‘no pasa nada, podemos parar y
volver a arrancar después’, porque la gente puede desentenderse, volver a
esa idea de que la ciencia es algo que pasa en otros países; y sería
muy difícil retomar el entusiasmo social del esfuerzo por el avance de
la I+D”, advierte Miguel Ángel Quintanilla, catedrático de Filosofía de
la Ciencia en la Universidad de Salamanca y ex secretario de Estado de Investigación.
¿Tan negro es el panorama? Entre 2009 y 2012, la financiación de la
I+D cayó más de un 31% (subvenciones), pasando de 4.174 millones de
euros a 2.860. En 2013, el recorte es de un 13,9%, según datos de la Confederación de Sociedades Científicas de España (Cosce). Encima, los presupuestos se quedan en gran parte sin gastar, lo que significa que el dinero invertido es menos aún. (...)
El efecto negativo empapa todo el sistema de I+D. En los contratos Ramón
y Cajal de científicos de alto nivel se ha perdido ya un año por
recortes y retrasos, y puede perderse otro por aplazamiento; la
financiación de los proyectos de investigación del Plan Nacional de
I+D+i está tiritando y miles de científicos siguen esperando que se abra
la convocatoria este año para presentar sus proyectos.
Los de la
anterior no saben todavía cómo y cuándo recibirán el dinero y todos
andan a tientas en sus proyectos científicos ante las incertidumbres que
no despeja la Secretaría de Estado de Investigación (Ministerio de Economía y Competitividad, Mineco). El CSIC
sigue pendiente del rescate de 100 millones de euros que necesita para
no paralizarse. El dinero no llega y el Mineco no responde a la urgencia
que tiene la mayor institución científica española.
España ha dejado de
pagar su cuota a la Fundación Europea de la Ciencia y tiene una deuda abultada con la del Laboratorio Europeo de Física de Partículas (CERN). Ha reducido tan drásticamente su participación en los programas de la Agencia Europea del Espacio (ESA)
que las empresas del sector temen un desplome de actividad y empleo.
España y Portugal son los únicos países que no se han comprometido aún
en el futuro telescopio gigante europeo E-ELT, cuando sus socios en el Observatorio Europeo Austral (ESO)
están ya listos para empezar este gran proyecto.
Decenas de arqueólogos
han visto paralizados sus trabajos internacionales, ya aprobados,
porque Hacienda ha denegado los pagos. (...)
“También el desarrollo tecnológico se resiente porque las
dificultades de las empresas para conseguir financiación tienen efectos
muy negativos incluso a largo plazo; la limitada tendencia que se estaba
creando, se frena”.
La máquina se va parando porque no se alimenta,
apunta Armentia y recuerda que cuesta más empujar un coche que está
parado que hacer que se mueva más rápido uno que anda, aunque sea
lentamente.
El bloguero Daniel Díaz lanzó hace poco un tuit: “Como sigan recortando en ciencia, la Tierra volverá a ser plana”. (El País, 21/04/2013)
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