"Esta tasa de desempleo no ha dejado de aumentar desde junio de 2007.
Sin embargo, su ritmo de crecimiento no ha sido siempre el mismo:
podemos distinguir tres etapas claramente diferenciadas que quedan
expuestas en el siguiente gráfico.
"Pese a llevar meses mostrando signos de debilidad, el sector
inmobiliario no colapsó totalmente hasta la primavera de 2008, cuando el
pinchazo de la burbuja inmobiliaria fue tal que la inmensa mayoría de
empresas relacionadas con el sector se vieron gravemente afectadas.
Constructoras, promotoras e inmobiliarias detuvieron drásticamente su
actividad, dejando a muchísimos trabajadores en la calle y por lo tanto
empujando notablemente al alza la tasa de desempleo. Desde una tasa del
9,3% en marzo de 2008 se pasó en tan sólo un año a una del 17,4%. (...)
La siguiente etapa queda comprendida
entre la segunda y tercera línea vertical del gráfico, y coincide con
un crecimiento de la tasa de desempleo bastante más lento.
El sector
nuclear de la construcción ya había colapsado y no podía arrojar al
desempleo a muchos más trabajadores. Sin embargo, es durante esta época
cuando la industria relacionada con la actividad de la construcción y
la inmobiliaria comienza a verse perjudicada.
Los sectores de los
muebles, de la instalación de equipos de acondicionamiento y de
electrodomésticos, de la decoración, de las agencias inmobiliarias,
etc, comienzan a no encontrar clientes y se ven obligados a reducir su
tamaño de actividad, para lo cual terminan expulsando a muchos de sus
trabajadores.
A su vez, otros sectores económicos comienzan a encontrar
problemas de financiación debido al cierre del grifo de los bancos y
problemas de ventas causados por la caída del consumo debido a su vez a
las malas expectativas económicas. Las quiebras de empresas
pertenecientes a diferentes sectores empiezan a cobrar importancia, y
el desempleo continúa su crecimiento.
Sin embargo, este ascenso fue
contenido gracias a los planes de impulso a la economía que realizó el
gobierno durante esta época. Como resultado, el paro creció pero a un
ritmo más moderado que durante los primeros meses de crisis: partiendo
de un 17,4% de desempleo en marzo de 2008, la tasa presentó un nivel
del 20,9% en mayo de 2011.
A partir de junio de 2011 la cosa cambia. El gobierno de Zapatero decide endurecer la reforma laboral permitiendo
que las empresas puedan despedir cómodamente a sus trabajadores en el
caso de que presenten pérdidas transitorias (y no permanentes, como
hasta entonces ocurría).
La reforma laboral del gobierno de Rajoy en
febrero de 2012 no hará sino continuar la senda marcada y facilitar a
las empresas el despido de trabajadores.
Esta legislación laboral que
persigue la expulsión de los empleados para que las empresas sufran el
menor coste posible, asociada a los importantes recortes de gasto
público que deterioran la demanda efectiva (inversión y consumo), a un
aumento de los impuestos regresivos (como el IVA o los impuestos especiales), a la inexistencia de planes de estímulo económico, y al permanente cierre de crédito de los bancos,
no hace sino incrementar el ritmo al que aumenta la tasa de desempleo.
Desde una tasa del 20,9% en mayo de 2011, nos encontramos con un nivel
del 27,2% en abril de 2013.
Queda claro, por lo tanto, que si hoy día aumenta a un ritmo tan
elevado el desempleo no se debe a la crisis inmobiliaria (cuyos sectores
no pueden expulsar a muchos más trabajadores porque ya no les quedan),
ni siquiera a la deficiente estructura productiva de la economía
española, sino que los motivos hay que encontrarlos en una legislación
laboral extremadamente beligerante con los trabajadores, en unas
instituciones financieras zombies que necesitan ser rescatadas pero que
no conceden apenas créditos, y a una política económica de recortes y
aumento de impuestos regresivos que no hace sino empeorar el consumo
privado y las posibilidades de inversión. Así lo refleja un informe del Banco Central Europeo
Eduardo Garzón Espinosa, Saque de Esquina

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