"El acta de inspección que el Banco de España hizo a Cajasur en 2004, que
no se publicó hasta 2005, y que posteriormente se declaró secreta, nos
pone al corriente de una realidad que los cordobeses siempre hemos
sospechado pero que nunca habíamos verificado con la crudeza que
realmente tenía.
La gestión del canónigo Miguel Castillejo, perenne
presidente de esta entidad, queda reflejada en algunos datos. La tasa de
morosidad, ya en 2004, era del 3,5% cuando la media en el resto del
sector era del 0,6%. Es decir, los créditos impagados en CajaSur eran un
483% superiores a los del resto de la banca en España.
CajaSur
ya entonces le había prestado el 100% de sus recursos propios sólo a
tres clientes: Arenal 2000, Sánchez Ramade y Prasa. Tres constructores
cordobeses que gracias a esos créditos pudieron crecer a lo largo y
ancho de la burbuja inmobiliaria y a los que su explosión ha llevado a
la más total de las ruinas.
CajaSur, en sí misma, era una
burbuja. Construida a mayor gloria de la egolatría y el culto a la
personalidad del “cura” que mafió a la ciudad a base de novenas,
enchufes y favores siempre pendientes de pago. Obviamente, CajaSur no
era la “caja de todos los cordobeses”, como decía su publicidad
engañosa, sino la caja “del cura y sus tres amigos”, los que en un
alarde de temeridad copaban el 100 % de sus recursos propios.
CajaSur
también era de la corte de los enchufados del canónigo. Un millar de
beatos y paniaguados, que doblaban el sueldo a la mayoría de los
profesionales de la ciudad, que cobraban cinco pagas extras al año y que
obtenían, con extraordinaria facilidad, créditos al mínimo interés. O
viajaban a un precio de risa al Caribe o a los fiordos noruegos.
Cuando,
uno, con extraordinaria esfuerzo, iba una semana de vacaciones a
Fuengirola, Benalmádena o Torre de Mar se encontraba con que estos
paniaguados, ejecutivos o directores de sucursal, por obra y gracia del
dedo del “cura gordo”, tenían impresionantes apartamentos en propiedad,
que su Eminencia, o las constructoras afines, le habían afanado con un
crédito tirado.
Los “tres amigos” eran proclamados por la
prensa, también afín, “cordobeses del año” o “empresarios ejemplares”,
que no es lo mismo que “ejemplar de empresario”. Era una cultura del
éxito para un antiguo pegayesos del norte de la provincia, un usurero de
ollas al cordelillo o un rifador de pavos por los barrios míseros.
Con
esta “materia prima” el resultado no ha podido ser sino el que ha sido.
Una quiebra de 1.200 millones de euros, que arrambla con el ahorro de
diez generaciones de cordobeses y la escombrera empresarial y humana que
es la ciudad.
Y lo más grave de todo es la total impunidad. La
Iglesia (administradora de Cajasur), sus curas, amigos y paniaguados,
auténticos negados para la gestión, se van a escapar de rositas. La
Audiencia Nacional ya ha ratificado las sanciones económicas a tres
altos cargos en el conjunto de multas que en abril de 2011 impuso el
Banco de España a 38 miembros de la cúpula directiva de Cajasur. Se les
castiga porque no controlaron el riesgo de insolvencia de la caja,
lastrada por sus inversiones en el ladrillo; también por desobedecer las
indicaciones del Banco de España y no destinar suficiente dinero a
recursos propios de la entidad.
Pero estas sanciones
“administrativas” van a quedar en nada. Loa avispados obispos habían
pagado –con el dinero de los pobres impositores- un seguro que se hará
cargo de la mayoría de las sanciones. Y los curas, sus amigos y
paniaguados, rascándose la barriga. El “cura gordo”- que se escapó por
días, como Al Capone, de todo- con una pensión vitalicia de 4,8 millones
de euros para él, sus hermanas y sus langostinos." (Lucas Leon Simon, Rebelión, 20/05/2013)
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