"¿Se está creando por fin el caldo de cultivo de un extraordinario
malestar social, que podría llegar a producir un estallido civil por el
efecto catalizador del injusto austericidio que nos infligen? Existen
múltiples indicios que parecen sugerirlo así, resumibles en los tres
siguientes.
Ante todo, por supuesto, el ingente auge del paro, que sigue
desbordándose por el efecto retardado de la reforma laboral aprobada
hace un año. (...)
En segundo lugar, el empecinamiento en el austericidio mismo. Ha quedado
meridianamente demostrado que la política de ajuste fiscal está
contrayendo todavía más la segunda recesión, bloqueando en consecuencia
la salida de la crisis. (...)
Y en tercer lugar, la estolidez política del Gobierno Rajoy, incapaz
de administrar la ruina con un mínimo de inteligencia y empatía
ciudadana. Aplica el austericidio que le imponen sus superiores europeos
con la sordera moral de un tecnócrata que cumple su deber con rutinaria
rigidez, revelando así la misma banalidad maligna que Hanna Arendt
diagnosticó en otro contexto muy distinto.
Y un triste ejemplo de esta
burocrática indiferencia por el sufrimiento ciudadano lo tenemos en su
chapucera tramitación de la nueva ley hipotecaria.
¿Era necesario afrentar a los pobres desahuciados fingiendo que se
aceptaba su Iniciativa Legislativa Popular para después suprimirla y
tergiversarla? Lo mismo que se ha hecho con los escraches, a los que se
criminaliza para poder culpar a las víctimas.
Cada vez que maltratan y
humillan al ciudadano de a pie, ofendiendo su dignidad herida, recuerdo
aquella frase lapidaria de una diputada popular: "¡Que se jodan!" Es el
más certero autorretrato de la casta que nos gobierna. (...)
De modo que las condiciones están creadas para que un día de estos la
ciudadanía de a pie se lance a la calle a expresar en público su ruidosa
protesta y rabioso descontento. Y de hecho ya lo vienen haciendo, pues
el pasado 2012 fue el año de mayor conflictividad social, con mucha
mayor extensión e intensidad de las protestas públicas (huelgas,
manifestaciones, ocupaciones de plazas e instituciones, etcétera) que
las que hubo incluso en 2011 (el año del 15-M).
Pero no ha habido ni de
momento se espera que haya ningún verdadero estallido social. (...)
¿Por qué no estalla la calle en España? Mucho se ha hablado del
familismo que protege a los jóvenes españoles y les sirve de red de
apoyo incondicional, lo que explica que no experimenten la necesidad
acuciante de sublevarse. Pero lo mismo ocurre en Grecia y allí la calle
estalla en llamas, incendiada por las antorchas ultraderechistas de
Aurora Dorada.
O en Italia, cuya generación perdida se ha integrado en
el movimiento antipolítico Cinco Estrellas, que a punto está de minar y
descomponer desde dentro su sistema institucional. ¿Por qué su familismo
mediterráneo es compatible con la resistencia popular, mientras que el
español en cambio es conformista y contemporizador?
Mi hipótesis es que la protesta en España está protagonizada por los
jóvenes universitarios de clase media, que por desclasados que estén no
parecen dispuestos a destruir un sistema al que pretenden regenerar para
poder integrarse en él.
Aquí las clases populares, las únicas propensas
al radicalismo violento, han perdido su capacidad movilizadora, como
revela el declive sindical. Y por eso toda la conflictividad está
liderada por movimientos pacifistas de clase media: el 15-M, las mareas
blanca y verde. Aquí la revolución no tendrá lugar." (
Enrique Gil Calvo , El País, 28 ABR 2013)
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