1.5.13

Que la Administración compre la comida de colegios u hospitales en mercados locales

"En un comedor escolar se aúna mercado, salud, educación, cultura y futuro. Por eso, los agricultores, ganaderos y las asociaciones ecologistas se proponen recuperar el terreno perdido en la compraventa de alimentos por esta vía. Las administraciones públicas gastan unos 2.500 millones —igual a un tercio de las subvenciones comunitarias a la agricultura— en el servicio de restauración de colegios, hospitales, bancos de alimentos o cárceles. 

Un cliente más que goloso, que celebra concursos de licitaciones para los contratos públicos y que debería poder imponer sus condiciones. La pretensión de estos colectivos es que el Estado compre los alimentos en los mercados cercanos, lo que en su opinión fomenta el empleo local y es menos contaminante y sano. Es decir, saltarse intermediarios con los productores, una cadena que, según sus cálculos, encarece el precio de media un 450%.

Por eso, VSF Justicia Alimentaria Global lanza ahora un informe y la campaña Corto circuito. Por una alimentación sana, cercana y justa. “El comercio internacional de alimentos ha aumentado un 184% y la producción, el 84%. Es decir, estamos mareando los alimentos”, se indigna Javier Guzmán, el director de la ONG.

“En Italia, desde que empezó la crisis, la venta de productos próximos no ha parado de subir. Tenemos en los ciudadanos a los mejores aliados”, cuenta emocionado Natale Marcomini, que trabaja en una red europea que difunde esta estrategia. El Ejército noruego se ha sumado a la iniciativa y, en Copenhague (Dinamarca) los niños, que comían bocadillos, se sientan ante un plato.

La tarea de concienciación es ingente, pero también parten de unos porcentajes bajísimos de venta directa (10%), a diferencia de lo que ocurre con las granjas de Italia, Francia o Polonia, donde se llega casi al 20%. Según Justicia Alimentaria Global, existen al menos 10.000 compradores potenciales públicos.

 “Cuando hablamos de productos kilométricos tendemos a pensar en que se importa el azúcar, los plátanos... Pero no, importamos productos que han sido siempre la base de nuestra alimentación. ¡Hasta las lentejas de Latinoamérica!”, se desespera Ferrán García, responsable del documento.  (...)

En España existen ya proyectos aislados. Como el comedor del colegio de Larrabetzu (Bizkaia) gestionado por los padres desde 2008. En la cuenca del Tajo se intenta un menú 100% local, en Mallorca se planta en los patios de las escuelas. La Fundació Futur, que trabaja con exreclusos, sirve 4.500 menús saludables en Cataluña.

El agricultor José Manuel Benítez se lamenta: “Falta voluntad política. En Andalucía, el programa de consumo social pretendía cambiar el modelo y que los agricultores llevasen sus productos a los centros sin coste adicional, pero al final se ha dejado en manos de los catering”.       (El País, 29/04/2013)

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