"Se cumplen dos años del 15-M, un fenómeno social que ha sido difícil
de describir en la cultura contra la que el movimiento choca. El
presente reportaje es un intento de descripción del 15-M a través de
cuatro parcelas en las que ha sido determinante —política, sociológica,
cultural y tecnología—, y cediendo la explicación a cuatro personas que
se han interesado por el 15-M —algunas, desde dentro—, a partir de esos
accesos.
POLÍTICA: ¿15-M como final de régimen? (...)
(Joan Subirats) Para aludir a la crisis de deslegitimación política en España discierne entre rasgos de cambio de época globales —“cambio tecnológico que permite evitar intermediaciones que no aportan valor; globalización financiera y erosión de los sistemas de fiscalidad; menor capacidad de acción de los gobiernos”—, y características e intensidades propias:
“Un
sistema político muy cerrado, opaco y tendente, desde la Transición, al
pacto entre élites. La división de poderes no ha funcionado, y el
deterioro institucional se ha incrementado”.
La conjunción de lo global y
lo local, y “la constatación ciudadana de que los que mandan, llámense
Zapatero o Rajoy, son meros transmisores de órdenes ajenas al control
democrático, han situado la desconfianza y el descrédito de los
políticos y de las instituciones en sus niveles más altos”.
La aparición
del 15-M en ese paisaje ha supuesto un aldabonazo: “Puso en marcha un
proceso constituyente que sigue avanzando sin pasar por los cauces
institucionales”. Sin el 15-M “no se explicaría la PAH, o la creciente
significación de las nuevas formas de hacer política que van aflorando
aquí y allá en distintos formatos y concreciones”. (...)
TECNOLOGÍA: 15-M como revolución teconológica
(Javier Toret) “En el 15-M lo tecnológico no puede separarse de lo político, afectivo,
social e histórico. Constituye lo que denominamos un ‘acontecimiento
aumentado’, que se vivió y explosionó gracias al uso político de las
redes”.
Como ejemplo, Toret aporta que, en 2011, entre seis y 8,5
millones de personas participaron en el movimiento actuando entre el
espacio virtual y físico: un 96% en Facebook, en un 66% en asambleas y
acampadas, 45% en Twitter, 34% asambleas de barrio... al mismo tiempo el
15-M recibió el apoyo de 34 millones de personas”. (...)
La brecha tecnológica entre el Estado y el 15-M es otro dato a tener
en cuenta: “Estado y organizaciones sociales tradicionales van muy
lentos, no son capaces de seguir la velocidad en las transformaciones,
que están ligadas, entre otras cosas, a una nueva dieta cognitiva, y a
una nueva cultura política en red, colaborativa y creativa”.
La brecha tecnológica con el Estado es también “una fractura social,
pero también una fractura mental, una fractura política”, en la que el
15-M esboza en el horizonte de una nueva idea de democracia “que parte
de un lógica de control distribuido de los asuntos comunes por parte de
la ciudadanía”, que prefigura “una democracia digna del siglo XXI”,
capaz de incorporar “el conocimiento experto de la ciudadanía, su
capacidad de control y monitorización de los poderes, y su potencia de
innovación constante, en una sociedad de código abierto”.
Y eso, también
afecta a las instituciones: “El 15-M las ha envejecido súbitamente,
visualizó que la democracia actual está bloqueada y secuestrada, incapaz
de procesar los cambios que la sociedad en red muestra cada día”.(...)
SOCIOLOGÍA: Un cambio en el sentido común
(Carlos Delclós) (...) El 15-M es un movimiento, según él, no juvenil, compuesto “por personas
afectadas por la precariedad, una forma de explotación que extiende la
adolescencia, impidiendo que las personas puedan hacer planes de vida”.
Otro rasgo de sus integrantes es haber sido “olvidados por las
estructuras de representación formales surgidas de la Transición, como
los partidos políticos o los sindicatos”.
Hablamos de la evolución
sociológica del 15-M en sus dos años de vida: “En sus inicios
representaba a los indignados, hoy a los desposeídos: de sus casas, de
su bienestar, de sus derechos sociales y democráticos”. Eso ha supuesto
cambios: “Socialmente hay una mayor aceptación de la radicalidad en las
acciones de protesta que se hacen en nombre de las personas que están en
una situación límite”.
El mayor logro en este tiempo, para Delclós, ha
consistido en “el cambio en el sentido común. Todas las encuestas
recientes, del CIS, de Metroscopia, de la Fundación BBVA, remiten a
pensar que hay una masa crítica, ¡de casi tres cuartos!, que coincide
con el diagnóstico que hace el 15-M de la crisis. El 15-M ha sido capaz
de cambiar el sentido común, la lectura de la realidad”. (...)
CULTURA: 15-M como ruptura cultural
(Amador Fernández-Savater) (...) ¿Ha habido una ruptura cultural? Amador cree que sí, y en dos planos:
lo que es o no discutible —“hoy se discuten cuestiones-raíz políticas y
económicas que se dieron por cerradas”—, y quién puede hablar de esos
temas —“la cultura de la Transición reemplazó la opinión de las personas
comunes por políticos, intelectuales con acceso a los medios, y
expertos”—.
Hablamos de las dificultades que ha habido en los medios para
describir el 15-M: “Describen y piensan el 15-M cómo estructura,
organización y sujeto”, mientras que el 15-M no es eso, “es un clima
difuso de politización social”. Dibujo de ese clima: a) “preocupación
por lo de todos, más allá de discusiones coorporativas o idelógicas”, b)
“inclusividad: trabajadores, usuarios, afectados y gente cualquiera no
colisionan en sus protestas, sino que se unen”.
Finalizamos hablando del futurible cultural de todo esto. “Ha surgido
un nuevo paradigma, el 99%, lo de todos, y eso no es de derechas o de
izquierdas”. Priorizar el 99%, antes que simplificar la política, la
complica: “Queremos una democracia compleja, que no simplifique todo a
representación, como hasta ahora”.
De hecho, tal vez, el gran cambio
cultural provocado por el 15-M, “es una ruptura con la representación en
política, y con el individualismo en lo social”. Lo que es un sello de
que “vivimos en globalización, y que todos estamos en interdependencia”. (El País, 11/05/2013)
No hay comentarios:
Publicar un comentario