"Una medida que ha sido propuesta para
disminuir el elevado desempleo es la de compartir el tiempo de trabajo
de manera que cada trabajador trabaje menos horas por día, necesitándose
así un número mayor de puestos de trabajo para realizar la misma tarea.
Esta medida ya se ha experimentado ampliamente en varios países, como
en Alemania, y en varias empresas (como varias cooperativas del País
Vasco), evitando el despido masivo de trabajadores cuando la necesidad
de producción disminuye como consecuencia de la reducción de la demanda
de los productos producidos.
Una de las causas de que no se haya
implantado con mayor intensidad esta medida es el enorme dominio que la
patronal, y muy en especial la gran patronal, tiene en los centros de
trabajo.
Una de las causas de la resistencia a compartir el trabajo es
que el empresario quiere evitar los costes de formación de nuevos
trabajadores, prefiriendo retener a los que ya tiene y conoce, adaptando
el tiempo de trabajo a sus necesidades de producción.
La gran
flexibilidad del mercado de trabajo en España, muy favorable para el
empresario, explica que este prefiera la reducción del número de
trabajadores cuando baja la producción y aumentar las horas extra del
trabajador que permanece en la empresa cuando aumenta la demanda de sus
productos, y por lo tanto, la necesidad de que aumente la producción.
Es interesante subrayar que el
trabajador puede también ser reacio a compartir el tiempo de trabajo si
ello significa que sufrirá una reducción del salario. De ahí que en
varios países, como en Alemania, el gobierno permita el acceso a fondos
públicos (por regla general, del seguro de desempleo) para complementar
esa reducción salarial, manteniendo así su nivel de ingresos.
Para el
Estado es más económico hacer este subsidio complementario al trabajador
que ve reducido su salario al disminuir el tiempo de trabajo, que pagar
el seguro de desempleo completo en caso de que el trabajador dejara el
trabajo.
Ahora bien, estas medidas, seguidas en
momentos de gran recesión y elevado desempleo, no deberían retrasar la
muy necesaria reducción del tiempo de trabajo manteniendo el nivel
salarial. Hay que darse cuenta de que el día laboral de ocho horas no ha
cambiado desde el siglo XIX, cuando se consiguió por primera vez
reducir el tiempo de trabajo diario a este número de horas. (...)
Esta falta de cambio del horario laboral
frente al enorme aumento de la productividad es un indicador del enorme
poder del mundo empresarial. En realidad, John Maynard Keynes había
predicho que en 2030 la gente trabajaría solo 15 horas a la semana
(“Economic Possibilities for our Grandchildren”, citado en “Work-Time
Reduction: Possibilities and Problems”, de Herbert J. Gans), predicción
que hizo basándose en su estimación del crecimiento de la productividad.
Ahora bien, lo que estamos viendo es precisamente lo contrario. La
reducción del tiempo de trabajo se está haciendo a costa de la reducción
del salario y del crecimiento del pluriempleo para sostener el nivel de
ingresos. Ello ocurre como consecuencia de la debilidad del mundo del
trabajo.
Esta situación está deteriorando la
calidad de vida y bienestar de la población, así como debilitando la
economía al reducir la demanda, y con ello el estímulo económico (ver mi
artículo “Bajar salarios no es bueno”. Público 01.11.13).
La lucha para reducir el tiempo de
trabajo sin reducción salarial es clave para mantener y enriquecer el
bienestar de la población y la eficiencia del sistema económico. Debería
ser parte de la política familiar de un país para permitir un mayor
tiempo de los padres con sus hijos. Y también debería ser parte de la
política cultural del país facilitar y estimular la educación y
formación (como intentaron tradicionalmente las casas del pueblo y
cooperativas obreras)(...)"
(Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Dominio Público” en el diario PÚBLICO, 14 de noviembre de 2013, en www.vnavarro.org, 14/11/20º13)
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