19.12.13

Elevar el salario mínimo tiene poco o ningún efecto adverso en el empleo

"(...) Estas últimas décadas han sido difíciles para muchos trabajadores estadounidenses, pero han sido especialmente duras para los empleados de los comercios minoristas, una categoría que incluye a los dependientes del supermercado y el McDonald’s de su localidad. 

A pesar de los prolongados efectos de la crisis financiera, Estados Unidos es un país mucho más rico que hace 40 años. 

Pero los sueldos ajustados a la inflación de trabajadores sin funciones de supervisión en el comercio minorista —que no estaban especialmente bien pagados para empezar— han descendido casi un 30% desde 1973.

¿Se puede hacer algo para ayudar a estos trabajadores, muchos de los cuales dependen de los cupones de alimentos —si es que tienen derecho a ellos— para alimentar a sus familias, y que dependen de Medicaid —una vez más, si es que les corresponde— para darles la atención médica básica? Sí. 

Podemos mantener y ampliar los cupones de alimentos, en vez de recortar el programa como quieren los republicanos. Podemos hacer que la reforma sanitaria funcione, a pesar de los esfuerzos de la derecha para debilitar el programa.

Y podemos elevar el salario mínimo.

En primer lugar, unos cuantos datos. Aunque el sueldo mínimo nacional se elevó hace unos años, sigue siendo muy bajo según criterios históricos, y siempre ha estado muy por detrás de la inflación y los niveles salariales medios.

 ¿A quién se le paga este salario mínimo? En general, al hombre o la mujer que está detrás de la caja: casi el 60% de los trabajadores estadounidenses con salarios mínimos se dedican a la venta de alimentos o a servicios relacionados con ellos. 

Esto, por cierto, significa que uno de los argumentos que a menudo se esgrimen frente a cualquier intento de elevar los sueldos —la amenaza de la competencia extranjera— pierde aquí toda su validez: los estadounidenses no van a coger el coche para irse a China a recoger sus hamburguesas con patatas. (...)

La respuesta es que tenemos muchas pruebas de lo que pasa cuando se eleva el salario mínimo. Y las pruebas son abrumadoramente positivas: elevar el salario mínimo tiene poco o ningún efecto adverso en el empleo, al tiempo que aumenta significativamente los ingresos de los trabajadores.  (...)

Sin embargo, en lo relativo al salario mínimo, tenemos varios casos en los que un Estado lo eleva mientras que el Estado vecino no lo hace. Si hubiera algo de verdad en la idea de que el aumento del salario mínimo tiene grandes efectos negativos para el empleo, este resultado se vería en las comparaciones entre Estados, y no es así.

De modo que un aumento del salario mínimo ayudaría a los trabajadores mal pagados, con pocos efectos colaterales adversos. Y estamos hablando de un montón de gente. A principios de este año, el Instituto de Política Económica calculaba que elevar el salario mínimo nacional hasta los 10,10 dólares desde el nivel actual de 7,25 beneficiaría a 30 millones de trabajadores.

 La mayoría de ellos se beneficiarían directamente, porque actualmente gana menos de 10,10 dólares la hora, pero otros también saldrían ganando indirectamente, porque su paga está ajustada en la práctica al salario mínimo: por ejemplo, los supervisores de los establecimientos de comida rápida a los que se les paga un poco (pero solo un poco) más que a los trabajadores que supervisan. (...)

Pero resulta que existen buenas razones técnicas para considerar que el salario mínimo y las deducciones son complementarios: políticas que se apoyan mutuamente, no que se sustituyen. Se deberían ampliar las dos. Por desgracia, dada la realidad política, no hay la más mínima posibilidad de que el Congreso apruebe una ley que aumente las ayudas a los trabajadores pobres. (...)"                 ( , El País, 8 DIC 2013 )  

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