"(...) En mayo de 2010 fueron las llamadas de Obama y Wen Jiabao las que
precipitaron la conversión del expresidente José Luis Rodríguez
Zapatero, cuyo Gobierno empezó a aplicar recortes tras negar
repetidamente la crisis.
Pero incluso entonces el expresidente seguía en
una especie de estado de negación: en agosto de 2011, en medio del
huracán en los mercados, fue la carta de Jean-Claude Trichet, revelada la semana pasada por el propio expresidente en su libro El dilema,
la que marcó la senda en los últimos meses del Gobierno socialista y,
sobre todo, de los dos años que lleva Rajoy al frente del Gobierno.
España ha sido un país bajo programa desde entonces —aún más claramente
tras el rescate bancario—, algo que solo ahora empieza a cambiar.
“Esa carta es una humillación. Lo raro es que se trata de una
humillación hasta cierto punto lógica porque, al borde del abismo, tuvo
que ser el BCE quien le cantara a España las cuarenta; Zapatero seguía
petrificado”, según fuentes europeas. Los expertos consultados extraen
varias conclusiones relativas a esa misiva.
Una: la privatización de la
carta por parte de Zapatero, que se la negó varias veces al Parlamento,
es intolerable.
Dos: fue el líder socialista quien empezó a seguir el
guión marcado por Trichet, pero sobre todo es Rajoy quien ha activado,
casi punto por punto, todas y cada una de las exigencias del BCE.
Tres:
el tono de la misiva sobrepasa con mucho el mandato del Eurobanco y le
convierte en un animal político de dudosa calidad democrática, con
órdenes explícitas y directas a un Gobierno democráticamente elegido e
incluso a un Parlamento supuestamente soberano.
Y cuatro: algunas de las
recetas son discutibles; la carta deja al BCE entre los más halcones de
los muchos halcones del continente, con la necesidad de aplicar
recortes “sean cuales sean las circunstancias”, algo que ya ni siquiera
Bruselas defiende. (...)
Paul de Grauwe, de la London School of Economics, es más duro: “La
carta entera es una pesadilla”, ataca. “El BCE presume de independencia:
no sigue instrucciones de nadie. La otra cara de esa independencia es
que no debería meterse en el terreno de otras instituciones, como un
Gobierno democráticamente elegido o un Parlamento”. “Se ha
extralimitado.
El español o el italiano no son casos aislados: el BCE
sige envuelto en decisiones de gasto público e impuestos en varios
países —con las troikas—, y no tiene legitimidad democrática para ello".
Charles Wyplosz, del Graduate Institute, subraya que ese papel de “poli
malo” es “un error mayúsculo que no refuerza el poder del BCE, sino que
le debilita; socava su independencia”. (...)
Una vez la crisis se mitigue, el papel del BCE se suavizará”. Mientras
llega ese momento, ahí están las cartas a Roma y Madrid. Y otras que aún
se desconocen. “Los irlandeses llevamos tres años pidiendo
explicaciones, y no hemos recibido ni una respuesta satisfactoria”,
cierra desde Dublín el economista Karl Whelan." (
Claudi Pérez
Bruselas , El País
1 DIC 2013 )
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