"(...) La entrada de la mujer en el mercado de
trabajo tiene muchas consecuencias positivas, además de contribuir a su
liberación.
Una es que aumenta la necesidad de crear más puestos de
trabajo, pues lo que ella hacía en casa lo tiene que hacer a partir de
entonces otra persona empleada (en limpieza, en lavandería, en
restaurantes y en muchos otros servicios personales).
Es más, el hecho
de que aumente el porcentaje de la población que trabaja quiere decir
que aumenta la demanda, y con ello la producción de bienes y servicios,
generando la necesidad de crear más puestos de trabajo. Y, por último,
el hecho de que haya más gente trabajando quiere decir que hay más gente
creando riqueza y pagando impuestos.
Esta realidad es completamente ignorada
por el pensamiento económico dominante, controlado por hombres de clase
media alta (y mujeres que piensan como hombres, de la misma procedencia
social).
Creen que invertir en el AVE, que reduce el tiempo de viaje de
Barcelona a Madrid en una hora sobre el tiempo anterior, es mejor para
estimular la economía que construir escuelas de infancia o servicios
domiciliarios (hoy el gobierno Rajoy está recortando en ambos).
Y ahí
está el problema, el enorme dominio del poder de clase y de género. Esta
estructura de poder de clase, pudiente y machista, ve el Estado del
Bienestar como un consumo y no como una inversión.
En Suecia, uno de
cada cuatro adultos trabaja en los servicios públicos, de los cuales los
sociales (sanidad, educación, servicios sociales, etc.) son mayoría. En
España es uno de cada diez (y en Catalunya ni llegamos a ello). Si aquí
fuera uno de cada cuatro, tendríamos cinco millones más de puestos de
trabajo, con lo cual habríamos eliminado el desempleo.
Cuando el
candidato socialista a la Presidencia del gobierno español, el Sr. Josep
Borrell (que era, y es, profesor del Programa de Políticas Públicas y
Sociales de la UPF, que yo dirijo), me pidió que le asesorara, sugerí
que, en caso de que ganara las elecciones, estableciera lo que llamé el
cuarto pilar del Estado del Bienestar (que complementaría los otros tres
pilares: el derecho a la sanidad, a la educación y a las pensiones), y
que consistiría en el derecho de acceso a los servicios de ayuda a la
familia (en el que incluiríamos el acceso a las escuelas de infancia,
por un lado, y a los servicios de ayuda a las personas con dependencia,
por otro).
Así apareció el cuarto pilar del Estado del Bienestar (ver mi
artículo “El cuarto pilar del Estado del Bienestar”, en Público,
15.10.09). Este, más tarde, bajo la administración Zapatero, se redujo a
lo segundo, sin incluir lo primero.
La necesaria creación de empleo y su financiación.
El enorme déficit social de España es
causa, entre otros, de la baja tasa de ocupación que existe en este país
y su elevado desempleo. Como es predecible, el establishment político y
económico (la clase pudiente y con mentalidad machista) no lo entiende.
El Estado del Bienestar está muy poco desarrollado y financiado, y la
base de ello es la pobreza del Estado, que contrasta con la riqueza del
país.
España tiene un nivel de riqueza semejante al promedio de la
UE-15. Su PIB per cápita era el 94% del promedio de la UE-15 antes de la
crisis. En cambio, el gasto público social per cápita era solo del 74%
del promedio de la UE-15. Si hubiera sido del 94%, España se habría
gastado 66.000 millones de euros más. Estas cifras muestran que España
tiene este dinero
Lo que ocurre es que el Estado (tanto central como
autonómico y local) no lo recoge. Y ahí está parte del problema. La otra
parte es que, mientras la mayoría de las personas que están en nómina
pagan impuestos semejantes (ligeramente inferiores) a los que pagan sus
homólogos en la UE-15, en cambio aquellos que derivan sus rentas del
capital pagan unos impuestos mucho más bajos que los que derivan sus
rentas, del trabajo.
Y si a ello añadimos los fondos que el Estado deja
de ingresar debido al fraude fiscal, el problema es mucho mayor. España
tiene los recursos para ayudar a la mujer, a las familias, crear puestos
de trabajo, y crear riqueza para el país.
Lo que ocurre es que el
Estado, tanto central como autonómico, no tiene la voluntad para
enfrentarse con las clases pudientes y los grupos financieros y
económicos que ejercen una enorme influencia sobre el Estado. Así de
claro."
(Artículo publicado por Vicenç Navarro en el diario digital EL
PLURAL, 12 de mayo de 2014, y en la columna “Pensamiento Crítico” en el
diario PÚBLICO, 19 de mayo de 2014, en www.vnavarro.org, 12/05/2014)
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