"La maquinaria del poder político y económico de nuestra querida España,
así como su entramado institucional, hace ya tiempo que entraron en una
fase de descomposición. (...)
La novedad es que por primera vez en mucho tiempo los ciudadanos
somos conscientes de ello y las élites extractivas empiezan a sentir el
aliento de la ciudadanía. De ahí que diversas voces dentro del propio
“establishment” hablen sobre la necesidad de cambiar algo las cosas.
En este contexto y de manera razonable, el presidente de la patronal Juan Rosell pidió abiertamente hace unos días subir salarios en aquellos sectores con beneficios. (...)
La reacción de los talibanes gubernamentales no se hizo esperar.
Economía se niega a las subidas salariales propuestas por los agentes
sociales. Todo ello en aras del nuevo mantra de la competitividad. Eso
sí de los paquetes de remuneración de las castas gerenciales de los
oligopolios patrios y de un sector bancario rescatado con el dinero de
los contribuyentes ni pío. (...)
La postura del gobierno en torno a la propuesta de Rosell además de miserable demuestra, con perdón, que no tienen ni idea. Confunden competitividad con productividad. Ignoran el carácter anticíclico de esta última, y se empiezan a creer de verdad sus mentiras. (...)
Pero vayamos por partes.
España nunca tuvo un problema de competitividad
(...) El cacao mental del gobierno y sus apéndices económicos sobre la
competitividad es hilarante. Las exportaciones españolas no han dejado
de crecer desde 1994, es decir, no teníamos un problema de
competitividad.
La productividad revelada por las exportaciones era
espectacular, y contradecía la productividad aparente del trabajo. Ésta
última es endógena y anticíclica. No se molesten, esos talibanes no
saben lo que esto significa.
Agotamiento de nuestro sector exterior
Lo peor de todo es que es ahora cuando empezamos a tener problemas de competitividad. (...)
Los Índices de Tendencia de la Competitividad (...) desde la llegada del actual ejecutivo al poder no han mejorado nada,
incluso aquellos que se calculan con precios industriales han empeorado.
La competitividad, por lo tanto, empeora. Los últimos
datos son concluyentes.
Las exportaciones ajustadas por estacionalidad
están cayendo alrededor del 2% interanual, mientras las importaciones
corregidas por calendario crecen a tasas superiores al 20%. La única
forma de mantener o aumentar nuestra cuota en el comercio internacional
es a través de la modernización de nuestra industria exportadora,
mediante nuevos procesos de inversión. Lo demás son milongas. (...)
En realidad, las bajadas salariales que está experimentando nuestra economía se concentran especialmente en el sector servicios, no sujeto al comercio exterior. (...)
Con la reforma laboral del gobierno del PP, en definitiva, en nombre del
internacionalismo moderno y de las mentiras de la competitividad,
además de abaratarse el despido, los trabajadores perdieron la mayoría
de sus derechos. La élite política y económica en vez de promover el
talento, la innovación y el emprendimiento, decidió para el futuro de
nuestros hijos, otra cosa bien distinta.
La propuesta de Rajoy para
nuestra querida España fue muy clara: los jóvenes españoles bien
formados acabarían en el exilio, y el resto de españolitos de camareros
de todos y cada uno de los turistas que vengan a España a tomar sol y
playa. ¡Vaya si lo están cumpliendo! ¿Y luego se preguntan el hartazgo
de la ciudadanía?" (Juan Laborda, blog, Vox Populi, 11/06/2014)
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