"Como se acercan tiempos de elecciones anda el Gobierno empeñado en
vender la recuperación de la economía y para ello nos ofrece un dato
incontestable: que el PIB ha dejado por el momento la senda negativa y
se adentra en tasas de crecimiento moderadamente aceptables.
Pero en
Economía no todo se reduce al PIB -variable convencional y relativa
hasta el punto de que ahora, tras la última modificación, pueda
incrementarse por el simple avance de la prostitución y la droga- y
mucho menos a que esta variable presente durante algunos trimestres
tasas positivas.
Desde luego, es evidente que los millones de ciudadanos que a lo
largo de estos años se han incorporado al ejército de parados no se han
reintegrado a sus puestos de trabajo, ni los funcionarios han recuperado
el poder adquisitivo perdido, ni los jubilados su derecho a que sus
pensiones evolucionen al menos al mismo ritmo que lo hace la inflación;
ni los salarios, ni la sanidad, ni la educación, ni el gasto en
dependencia, etc., han recobrado los niveles que tenían con anterioridad
a los recortes.
Todo hace pensar que muchas de esas cosas se han ido
para no volver y que tendrá que pasar una temporada muy larga para que
otras retornen a las cotas anteriores a la crisis.
Pero, es más, desde una perspectiva puramente macroeconómica son
muchas las incertidumbres que se ciernen sobre la economía española como
para afirmar que hemos salido de la crisis o que ha llegado la
recuperación. Incluso cabría afirmar que los desequilibrios y las
amenazas continúan intactos, de modo que en cualquier momento pueden
invertir de nuevo la tendencia.
Pervive sin duda nuestro gran pecado que es el de habernos endeudado
en una moneda que, si bien en teoría era la nuestra, el euro, no
controlamos, lo que origina la mayor de las incertidumbres, al
encontrarnos al albur de los mercados internacionales y a expensas de
que el Banco Central Europeo quiera auxiliarnos.
El stock de
endeudamiento exterior que desencadenó la tormenta y nos hundió en el
abismo se mantiene a los mismos niveles, aproximadamente el 100% del
PIB. Tan solo ha cambiado la composición, disminuyendo la deuda privada a
costa de incrementar sustancialmente la pública, lo que nos hace más
vulnerables si cabe a las presiones y caprichos de los flujos
financieros internacionales.
Pero también subsiste la causa del endeudamiento exterior, la
debilidad de nuestra balanza de pagos. Durante todo este tiempo en el
que la actividad económica se encontraba en coma, el Gobierno, empeñado
en presentar la mejor imagen posible de la realidad, colocaba en primer
plano el comportamiento del sector exterior, el cual ciertamente se
había modificado de manera sustancial, ya que de un déficit de la
balanza por cuenta corriente insoportable del 10% del PIB habíamos
pasado al equilibrio y en los últimos meses a un saldo positivo.
Algunos, aun a riesgo de ser tildados de agoreros, señalamos hace
tiempo que esta evolución positiva tenía mucho de espejismo ya que se
debía en buena medida precisamente a las dificultades por las que pasaba
la actividad económica, la baja demanda reducía la importaciones y la
dificultad de vender en los mercados nacionales forzaba a los
empresarios a la exportación; pero que bastaba que se invirtiese el
ciclo económico para que la balanza de pagos cambiase también de signo,
convirtiéndose, como ha venido siendo habitual, en el factor
estrangulador del crecimiento. (...)
A pesar de los enormes sacrificios padecidos por la sociedad española, poco o nada se ha ganado en competitividad exterior. (...)
Fuera de la Eurozona tampoco se gana competitividad porque la continua
apreciación del euro frente a las otras monedas ha compensado con creces
todos los esfuerzos deflacionistas. (...)" (Juan Francico Martín Seco, en Caffe Reggio, 26/07/2014)
No hay comentarios:
Publicar un comentario