"El 21 de agosto las letras del tesoro a 3 meses cotizaron, por
primera vez en el mercado secundario, a un tipo de interés negativo del –
0,02%. Es decir, que quienes las adquirieron ese día, aceptaron pagar
por prestar dinero al estado español, en vez de percibir intereses por
ello. Vamos, como Alemania cuya deuda presenta una rentabilidad negativa
porque los inversores se la rifan.
Eso sí, al día siguiente, el
ministerio de Economía se apresuró a sacarse de la manga una nueva
normativa destinada a proteger a “los pequeños inversores” (entiéndase
bancos y similares, ya que los particulares no compran a plazo tan
corto), para que los intereses no volvieran a ser negativos, y a España
le cueste financiarse lo que el mercado mande.
Y es que lo que es bueno
para Alemania, no lo es para nosotros, ni nuestros “pequeños inversores”
se parecen en nada a los suyos, porque son más morenos.
Resulta
asombrosa la celeridad con que ha actuado el gobierno en este caso
cuando durante años no ha se ha dignado mover un dedo, ni hacer lo más
mínimo por los millones de pequeños ahorradores estafados con las
participaciones preferentes, los canjes de obligaciones convertibles,
las cédulas hipotecarias y demás productos bancarios tóxicos, que han
provocado que el Banco de Santander haya sido multado, solo en este año
2014 con 15 millones de euros por el regulador británico.
Pero claro
esas son cosas que pasan en el extranjero, no aquí, donde nuestra banca
privada tiene un comportamiento intachable.
Se trata del mismo
gobierno que no ha querido terminar con los desahucios abusivos
reformando la decimonónica y abusiva ley hipotecaria que tenemos porque
nuestra banca se iría al garete, ya que tiene comprometidos más de
425.000 millones de euros en cédulas hipotecarias garantizadas con los
préstamos concedidos para la compra de viviendas.
También aquí nuestros
pequeños inversores pueden estar bien tranquilos, sabiendo que sus
viviendas seguirán a salvo en manos de la banca. Mayor protección no
cabe.
Lo cierto es que a este gobierno la preocupación por los de
abajo le viene de lejos, porque tiene un corazón de oro. Si endeudó al
país no lo hizo para salvar a los bancos quebrados, sino a los
depositantes.
Al contrario de Portugal, que cuando colapsó el Banco
Espírito Santo, el segundo más importante del país, obligó a sus
accionistas, en vez de a los ciudadanos, a asumir el coste de la
bancarrota, traspasando los depósitos a un nuevo banco, propiedad del
Estado, en el que ha inyectado 4.900 millones de euros para que sea
viable.
Ante soluciones tan diametralmente opuestas para los
mismos problemas, lo único que cabe pensar es que los españoles debemos
tener cara de primos. La que se nos queda cuando lo vemos por la tele.
España se ha convertido en una marhuenda de negros. (...)" (Andrés Herrero, en Rebelión, 13/09/2014)
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