"Las decisiones del BCE y los datos de crecimiento de las economías
centrales de la UE indican que su situación, y más particularmente la de
la Unión Monetaria, va más allá del estancamiento, que suele ser algo
coyuntural con posibilidades de superación a corto plazo, por lo que
parece más ajustado a la realidad hablar de empantanamiento.
Desde mi
punto de vista, estamos empantanados porque las causas de los problemas
no se corrigen, las medicinas propuestas para la resolución de ellos han
agravado la enfermedad y, en consecuencia, se ha producido un fallo
multiorgánico que ya resulta inmanejable para los gobiernos e
instituciones empeñados en hacer oídos sordos a las realidades
económicas y sociales. (...)
Como botón de muestra de la situación de la UE, sólo basta observar las
reuniones de los líderes europeos no para hacer autocrítica e impulsar
cambios sino para repartirse las jugosas canonjías de la superestructura
comunitaria. Desde las elecciones de mayo están en el empeño y todavía
no está repartido el botín.
Por su parte, el BCE, que tiene sobrados
motivos para preocuparse por la deriva de sus socios, trata de
suministrar liquidez que, si no va acompañada de políticas
gubernamentales orientadas al crecimiento y a la reindustrialización,
únicamente conseguirá engordar la burbuja financiera y de deuda que está
esterilizando todos los sacrificios y esfuerzos de los contribuyentes
europeos.
El lenguaje financiero, convertido en una suerte de Nuevo
Testamento desde hace más de dos décadas, parece haber embotado las
mentes de los gobernantes de la UE que han conseguido en éste tiempo
arrumbar los principios y realidades construidos durante treinta años,
para terminar desencadenando en el continente europeo una crisis
política y económica de enormes proporciones. (...)
El consumo, al que tirios y troyanos se aferran, es un ídolo con pies de
barro, si las sociedades europeas y sus clases medias se van
empobreciendo. La parálisis económica de Alemania, Francia e Italia que
ha obligado al BCE a tomar decisiones que violentan sus propios
estatutos es el fruto de un maltrato demasiado prolongado. (...)
El propio Draghi, ensalzado como un taumaturgo por sus conmilitones del
evangelio financiero, ha confesado que ya no puede hacer más. Y no le
falta razón, porque el paso siguiente será el de hacer frente en serio a
la burbuja de la deuda soberana que, necesariamente, pasará por su
reestructuración.
Bien es verdad que, para que ello sea una apuesta
positiva, los diferentes gobiernos y la UE a la cabeza deberán tomarse
la molestia de diseñar planes de reconstrucción, una vez decretada la
finalización de ésta guerra en la que nos han metido y en la que los
únicos perdedores han sido los ciudadanos.
Estos, poco a poco, se van
revolviendo, con toda la razón, y en su desesperanza prestan oídos a
todos los mensajes que prometan un poco de paz. Es el típico “de
perdidos al río” que tiene atónitos a los causantes del desastre, porque
la ira ciudadana se asemeja a una hidra de cien cabezas que en cada
país adopta una forma diferente, aunque el origen y las causas de su
crecimiento son los mismos. (...)" (Europa ¿estancada o empantanada?, de Manuel Muela en vozpopuli.com, en Caffe Reggio, 11/09/2014)
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