"(...) En
junio pasado se publicaron los últimos datos anuales que permiten
comprobar la relación entre el capital y los activos de los 50 bancos
más grandes del mundo. Aunque no es exactamente entre depósitos y
créditos, la relación refleja perfectamente cómo ha crecido el negocio
bancario y la razón de su permanente inestabilidad.
Esos 50 megabancos tienen en total un capital de 772.357 millones de
dólares mientras que sus activos tienen un valor 87,6 veces mayor (67,64
billones de dólares). Pero hay casos verdaderamente impresionantes. El
récord lo tiene el Wells Fargo Bank de Estados Unidos que tiene activos
por un valor mayor 2.646,6 veces mayor que el de su capital. Le siguen
Citibank, con una relación de 1.793,3 a uno y el ING que tiene 1.550,3
dólares en activos por cada dólar de capital.
En el ranking se
encuentran el Banco de Santander, en el puesto 15 y con una relación de
196,9 dólares en activos por cada dólar de capital, y el BBVA, en el
puesto 35 y con una relación mucho más baja, de 20,5 a uno (la lista
completa puede verse en el Bankers Almanac: http://bit.ly/1thDFig).
El sistema de reserva fraccionaria da lugar a estos monstruos
financieros que descansan sobre la nada y que es materialmente imposible
que se mantengan en pie sin caer en algún momento. La historia lo ha
demostrado docenas de veces.
Pero aunque el sistema es peligrosísimo, la banca ha adquirido
gracias a él un poder político inmenso, diabólico, que se extiende a
todos los resquicios de la sociedad y que le permite obligar a que sean
los ciudadanos los que carguen con los costes multimillonarios que
genera cada vez que cae.
Vivimos, pues, en un sistema que permite que la utilización de un
elemento esencial para crear riqueza, empleo y satisfacción humana como
el dinero, que es a la economía como la sangre al cuerpo humano, dependa
exclusivamente de la voluntad de un grupo social privilegiado. Y que,
además, lo utiliza de la forma más despilfarradora y costosa, creando
una deuda creciente que ahoga a la vida económica. (...)
Se
mire por donde se mire, no hay más alternativa que acabar con el
sistema de reserva fraccionaria y considerar el crédito como un servicio
público esencial obligando a que la banca, sea de propiedad privada o
pública, lo gobierne inexcusablemente bajo ese principio.
Eso no solo
permitiría evitar el infierno que produce cada crisis que
recurrentemente provoca el sistema bancario actual, sino utilizar el
dinero que es un bien común para financiar convenientemente a empresas y
consumidores y que los intereses (que podrían ser mínimos o utilizados
solo como instrumento de estabilización) revirtieran al Estado aliviando
una parte inmensa de la actual carga fiscal.(...)" (Juan Torres López, Publicado en Público.es el 25 de octubre de 2014, en Ganas de escribir, 26/10/2014)
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