"La profunda crisis que vive el sistema financiero tiene a la economía
en un callejón sin salida. Los bancos centrales han agotado todo su
arsenal de políticas de estímulo y la economía permanece estancada. A
siete años del estallido de la crisis y las cuantiosas inyecciones de
liquidez, el dinero sigue sin fluir, y la promesa de la recuperación se ha desvanecido.
El precario equilibrio entre inflación y deflación tarde o temprano se
romperá. Para muchos, el problema es el dinero y las múltiples
operaciones que escapan a su control: desde la creación de dinero de la
nada por parte de la banca, a los abusos de los paraísos fiscales y los
contrabandistas. Tarde han detectado los inconvenientes de los paraísos
fiscales, el lucrativo negocio del lavado de dinero, la evasión y los fraudes fiscales a gran escala.
Por eso que la idea de terminar con el dinero en efectivo ha comenzado a tomar fuerza en el último año. Si inyectar cientos de miles de millones de euros y dólares a la economía no la ha reanimado, significa que el dinero se va justamente al lado oscuro donde no queda ninguna huella de su uso.
Por eso que la idea de terminar con el dinero en efectivo ha comenzado a tomar fuerza en el último año. Si inyectar cientos de miles de millones de euros y dólares a la economía no la ha reanimado, significa que el dinero se va justamente al lado oscuro donde no queda ninguna huella de su uso.
Para evitar esta metástasis que deja en estado
de coma a la economía, Kenneth Rogoff, de la Universidad de Harvard, y
Willem Buiter, economista jefe de Citigroup, están proponiendo la abolición del dinero en efectivo.
Ambos son de la opinión de que las actuales tasas de interés negativas
a los depósitos no están significando un repunte de la economía dado
que los grandes capitalistas evaden impuestos al transar sus operaciones
en efectivo. Rogoff recuerda el caso de una redada realizada contra los
barones de la droga en México, donde se encontraron 250 millones de
dólares contantes y sonantes.
No deja de ser de interés que esta vez sean dos economistas del mainstream,
de la corriente principal del capitalismo, quienes aboguen por una
práctica de control monetario que elimina una de las características
centrales del dinero como es el anonimato de su poder y las operaciones
que facilita. Para Rogoff y Buiter la existencia del dinero en efectivo es hoy el principal obstáculo para salir de la crisis
y avanzar hacia la prosperidad, dado que el dinero real, al parecer,
está en muy pocas manos.
Con esto promueven el fin de los billetes y la
creación de una sociedad en la que no exista el dinero en efectivo, y en
la cual los pagos puedan hacerse a través de la multiplicidad de
dispositivos móviles y digitales.
Rogoff ha sido uno de los principales economistas en proponer la abolición del dinero en efectivo. En su documento de trabajo Costs and Beneficts to Phasing Out Paper Currency Costos y beneficios de la eliminación del papel moneda, propone deshacerse de los billetes y monedas a favor de las transacciones electrónicas.
Para Rogoff la única manera de evitar la evasión de impuestos, el lavado de dinero y el contrabando es eliminando el dinero físico.
Los bancos centrales han fracasado con sus planes de estímulo y sus
tasas de interés negativas a los depósitos dado que la economía no se ha
reanimado. Esto es porque los grandes capitales prefieren mantener el
dinero en efectivo.
Hasta el momento los planes de limitar los pagos en dinero en
efectivo han fracasado, o se mantienen en cotas aún muy elevadas.
Francia, cuyo límite a las transacciones en efectivo a los no residentes
es de 15 mil euros, ha intentado bajar el límite a mil euros, pero
aquí choca con los intereses de Alemania, que no tiene ningún límite a
las transacciones en efectivo.
Para Rogoff, las transacciones en
efectivo deben abolirse dado que la situación económica empeora día a
día por el abuso de los barones del dinero, cuyos grandes flujos de
dinero en efectivo no son declarados.
Buiter, más cauto, señala en su informe
que solo deberían permitirse los billetes de pequeña denominación (5
euros), eliminando todos los billetes superiores a esa cifra. Hace años,
se pedía la eliminación de los billetes de 500 euros (es el billete de
mayor denominación mundial) y todavía está vigente, ¿a quien sirve?
Buiter reconoce la inefectividad de las tasas de interés negativas dado
que "nadie va a tener su dinero en el banco a una tasa negativa que va
reducir su riqueza cuando lo puede tener en efectivo sin sufrir ninguna
reducción". Mantener el dinero en efectivo es una manera fácil y eficaz
de evitar las tasas nominales negativas.
Para evitar este problema y salir del estancamiento económico Buiter
propone tres medidas directas: i) abolición del papel moneda, ii)
existencia de una moneda tributaria, y iii) eliminar el tipo de cambio
fijo entre la moneda y el coeficiente reservas/depósitos de la banca. (...)
Consciente de que su idea es bastante polémica (Orwell, Huxley y Ray
Bradbury se sonrojarían), Buiter se encarga de plantear y responder las
desventajas que observan sus detractores:
i) de partida, sostiene que
deben seguir existiendo los billetes de pequeña denominación (5 euros),
para las transacciones de los más pobres, aquellos que no tienen ninguna
opción de hacer operaciones vía teléfono móvil;
ii) los gobiernos y los
bancos centrales perderían ingresos por señoreaje, algo que puede crear
resistencias;
iii) el uso único del dinero electrónico puede hacer
perder privacidad (lo comparan con la Stasi, de la ex-Alemania Oriental,
olvidando que EEUU, como mostró Edward Snowden, es aún peor);
iv) la
exclusividad de los pagos electrónicos puede crear nuevos riesgos de
seguridad;
v) la abolición del dinero en efectivo creará serias
resistencias.
Para Buiter, estos últimos argumentos para rechazar la
eliminación del dinero en efectivo son débiles.
Actualmente el dinero en efectivo se utiliza en el 85 por ciento de las transacciones globales,
lo que da cuenta de la magnitud del cambio que proponen Rogoff y
Buiter, idea que está encontrando serias resistencias dentro de la misma
ortodoxia de la que provienen estos autores.
La idea de personas intercambiando pagos a través de sus teléfonos
móviles revive algunas imágenes de la ciencia ficción como en las obras
de Ray Bradbury. Pero el mundo está formado por clases sociales muy
dispares y solo los "alfa", como en la obra de Huxley, Un mundo feliz,
gozan de los privilegios tecnológicos y de los respaldos financieros
para desenvolverse en el mundo con los widgets de su móvil.
A su vez, la
idea de un mundo centralizado donde un gran ojo vigila lo que hace cada
ciudadano remite a Orwell y su 1984. Esto es lo que asusta de
los ideas de Rogoff y Buiter, hasta ahora defensores del modelo
económico que lanzó a la economía mundial por el barranco... Pero si
tras siete años de crisis están promoviendo ideas que tienden a coartar
la libertad de las personas para manejar su dinero, es porque las cosas
se pondrán mucho peor." (Marco Antonio Moreno , El blog salmón, 26/04/2015)
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