14.4.15

Nuestros medios de comunicación no mienten, simplemente, no dicen la verdad, alegando que es tan dura que la gente prefiere no saberla

"(...) En Grecia, tras unas elecciones democráticas sin tacha, salvo por la presión exterior que casi equivalía a una intervención, vencieron las izquierdas de Syriza. Exactamente al revés de lo que ocurrió en España, donde la izquierda, antaño llamada real, había desaparecido sin combate pero con la bolsa llena, 

y ganó la derecha dispuesta a repartir el sufrimiento en línea inversamente proporcional a las responsabilidades de la crisis. La culpa de nuestra ruina estaba en los fontaneros que no hacían facturas con IVA, los albañiles desaprensivos, los funcionarios corruptos. Sería difícil encontrar en los tremebundos avatares de nuestra historia un símil semejante al denominado “chocolate del loro”. Los asalariados y las clases medias vivían ¡ay! por encima de sus posibilidades. 

El Gobierno griego salido de las urnas está planteando todas las argucias posibles para que no sean las clases populares, las clases medias y la modesta economía del país, los que paguen con su ruina durante décadas lo que los gobiernos conservadores y socialdemócratas estafaron durante muchos años con el beneplácito de sus avalistas y de esos mismos financieros que ahora les piden seriedad y cumplimiento de “sus compromisos”. 

¿Los de quiénes? Los prestamistas convertidos en usureros. Y aquí tenemos a toda una cohorte de comentaristas que les parece de perlas que los humildes paguen sus deudas. ¿Y los ricos? Los ricos no tienen deudas, sólo fracasan en sus operaciones financieras, que no es lo mismo. Luego viene “la quita” y “el pon” que asume el Estado, es decir, nosotros mismos. Lo que hizo Mariano Rajoy y su draculín Montoro  (...)

 Lo de Mariano Rajoy y Montoro el Drácula -que el dios de la Hacienda me coja confesado- hubiera supuesto en cualquier país con nervio un levantamiento social.   (...)

Por más que ocultemos las protestas en “breves de página par”, como se dice en el gremio, este país nuestro tendría que sentirse griego hasta las cachas. Los problemas con la Iglesia ortodoxa y su exención de impuestos sobre sus inmensas propiedades -conozco algo Grecia; incluso viví en el monte Athos e Itaca, esa isla que con toda seguridad nuestra farándula autóctona no ha visitado nunca- o la querella con los navieros, auténticos reyes del Estado desde antiguo, no son diferentes a los nuestros con la Iglesia católica y las compañías eléctricas o del gas o de las finanzas, esos oligopolios implacables. Pero en Grecia ganó Syriza y no el Partido Popular, y están en su derecho de encontrar cualquier fórmula, por aventurada que parezca, para romper el techo de hierro que los va a aplastar durante décadas. 

 Como a nosotros, héroes de una recuperación que es la mentira más repetida de los últimos meses y que nadie que vaya en autobús, en metro o camine, se creerá, a menos que le guste engañarse y hacer de sicario tertuliano. No quiero decir con esto que nuestros medios de comunicación mientan, sino algo más sutil: son conscientes de no decir la verdad, alegando que la verdad es tan dura que la gente prefiere no saberla. ¡Quieren noticias positivas! Pues muy bien, que visiten Disneylandia.  (...)

Y resulta que ahora que gana la izquierda, buena parte de los gobiernos europeos, acosados por los mercados -esa expresión que antes de lo políticamente correcto, se denominaban “los que mandan porque han mandado siempre y administran tu país por delegación”- resulta que se les exige sumisión. En otras palabras, esquilmaron el país y consintieron la corrupción a todos los niveles, con impunidad absoluta. 

 Pero cuando llegaron los tiempos de crisis y la amenaza de un pozo económico que puede llevárselos por delante, sacan la vara de medir que tenían enmohecida por falta de uso, y les dicen “Europa, caballeros, es como un museo, y para mantenerlo, porque no olviden que de la misma Grecia nos lo hemos llevado todo lo que podía ser transportable, deben volver a su condición de agrícolas de subsistencia.(...)

 La desigual pelea entre izquierda y derecha en Europa ha reaparecido. (...)

Se acabaron las pantomimas. Esta pelea será a muerte y se juega en Grecia, o por mejor decir, tiene a los griegos como protagonistas. ¿O es que ustedes, brillantes administradores y comentaristas de lo ajeno, acabarán pidiendo una intervención en Grecia para desalojar a los que no aceptan el chantaje? 

Porque lo de Grecia es la mayor provocación que pueden hacer nuestros gobiernos, haciendo pagar a su ciudadanía el derroche que supuso la fortuna sobre la que se asientan.

¡Qué artículos, qué editoriales, qué cúmulo de agudeza analítica! Incluso antiguos radicales han redactado artículos de opinión dando orientaciones a esos griegos “malas cabezas”. Como aquel diario local extremeño de 1944, en los últimos tiempos del Japón imperial del general Tojo, que escribía para aleccionarle: “Si el general Tojo hubiera leído nuestro editorial de ayer…”.                     (Todos somos griegos, de Gregorio Morán en La Vanguardia, en Caffe Reggio, 11/04/2015)

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