3.7.15

La dádiva electoralista de Rajoy nos tocará pagarla, con intereses, en la futura deuda. Prometiendo acabar con la deuda pública termina recurriendo arteramente a ella para intentar ganar las siguientes

"(...) Resulta una absoluta frivolidad sugerir que las últimas rebajas del IRPF, que apenas sirven para recolocar este tributo a los niveles en los que se lo encontró Montoro, equivalen a un cumplimiento in extremis de la promesa del PP de bajar impuestos durante esta legislatura. 

No: IVA, Especiales, cotizaciones a la Seguridad y tantos otros tributos autonómicos y municipales continúan a niveles mucho más elevados que en 2011, merendándose cualquier alivio fiscal que pudiera venir por el lado del IRPF (que tampoco viene, ya que, según el propio Gobierno, la recaudación por IRPF a resultas de sus cambios normativos será mayor en 2016 que en 2011). El PP no baja los impuestos, sólo afloja un poco las tuercas de la brutal exacción fiscal practicada durante esta legislatura.

Segundo problema de fondo: tal como venimos repitiendo muchos desde hace tiempo, bajar impuestos sin reducir el gasto es sólo una forma de retrasar el pago futuro de impuestos, especialmente cuando se padece un abultado déficit público. 

Todo gasto público presente se termina pagando de alguna manera: con impuestos presentes, con impuestos futuros, con inflación o incluso, si se da alguna rocambolesca conjunción planetaria, con recortes del gasto público futuro. 

No existen almuerzos gratuitos y, en consecuencia, bajar impuestos sin bajar el gasto sólo implica colocar la pelota del agujero presupuestario sobre el tejado de los contribuyentes futuros. Rajoy, pues, ni siquiera baja el IRPF: sólo aplaza su pago a las generaciones venideras. Menos impuestos con más deuda: el PP financia su aguinaldo electorialista generándole nuevas obligaciones de pago al conjunto de la ciudadanía española.

Sí, los españoles necesitamos impuestos mucho más reducidos: pero no todo vale para ello. En las formas, es necesario plantear la reforma fiscal como un cambio normativo a largo plazo no sometido a vaivenes y manipulaciones electoralistas del gobernante de turno. 

En el fondo, resulta imprescindible reducir impuestos al tiempo que se reduce el gasto: ahora mismo, el objetivo sigue siendo el de acabar con el déficit público y la única forma hacerlo minorando la carga tributaria pasa por recortar simultáneamente el gasto público.

Por desgracia, en las últimas semanas Rajoy no sólo no ha aprobado ninguna disminución de los desembolsos estatales que permita autofinanciar este retoque tributario, sino que incluso ha anunciado nuevas partidas de incremento del gasto público. No existe voluntad alguna de racionalizar el sector público, sólo de emplearlo como reclamo electoral.

 El PP baja hoy algunos de los impuestos que previamente había disparado, pero sin una profunda reestructuración de las actividades del Estado: la dádiva electoralista de Rajoy nos tocará pagarla —con sus correspondientes intereses— en el futuro. El Gobierno que ganó las anteriores elecciones prometiendo acabar con la deuda pública termina recurriendo arteramente a ella para intentar ganar las siguientes."              (Juan Ramón Rallo, vox Populi, 03/07/2015)

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