"(...) Resulta una absoluta frivolidad sugerir que las últimas rebajas del
IRPF, que apenas sirven para recolocar este tributo a los niveles en los
que se lo encontró Montoro, equivalen a un cumplimiento in extremis de
la promesa del PP de bajar impuestos durante esta legislatura.
No: IVA,
Especiales, cotizaciones a la Seguridad y tantos otros tributos
autonómicos y municipales continúan a niveles mucho más elevados que en
2011, merendándose cualquier alivio fiscal que pudiera venir por el lado
del IRPF (que tampoco viene, ya que, según el propio Gobierno, la
recaudación por IRPF a resultas de sus cambios normativos será mayor en
2016 que en 2011). El PP no baja los impuestos, sólo afloja un poco las
tuercas de la brutal exacción fiscal practicada durante esta
legislatura.
Segundo problema de fondo: tal como venimos repitiendo muchos desde hace tiempo, bajar impuestos sin reducir el gasto es
sólo una forma de retrasar el pago futuro de impuestos, especialmente
cuando se padece un abultado déficit público.
Todo gasto público
presente se termina pagando de alguna manera: con impuestos presentes,
con impuestos futuros, con inflación o incluso, si se da alguna
rocambolesca conjunción planetaria, con recortes del gasto público
futuro.
No existen almuerzos gratuitos y, en consecuencia, bajar
impuestos sin bajar el gasto sólo implica colocar la pelota del
agujero presupuestario sobre el tejado de los contribuyentes futuros.
Rajoy, pues, ni siquiera baja el IRPF: sólo aplaza su pago a las
generaciones venideras. Menos impuestos con más deuda: el PP financia su
aguinaldo electorialista generándole nuevas obligaciones de pago al
conjunto de la ciudadanía española.
Sí, los españoles necesitamos impuestos mucho más reducidos: pero no
todo vale para ello. En las formas, es necesario plantear la reforma
fiscal como un cambio normativo a largo plazo no sometido a vaivenes y
manipulaciones electoralistas del gobernante de turno.
En el fondo,
resulta imprescindible reducir impuestos al tiempo que se
reduce el gasto: ahora mismo, el objetivo sigue siendo el de acabar con
el déficit público y la única forma hacerlo minorando la carga
tributaria pasa por recortar simultáneamente el gasto público.
Por desgracia, en las últimas semanas Rajoy no sólo no ha aprobado
ninguna disminución de los desembolsos estatales que permita
autofinanciar este retoque tributario, sino que incluso ha anunciado
nuevas partidas de incremento del gasto público. No existe voluntad
alguna de racionalizar el sector público, sólo de emplearlo como reclamo electoral.
El PP baja hoy algunos de los impuestos que previamente había disparado, pero sin una profunda reestructuración de las actividades del Estado:
la dádiva electoralista de Rajoy nos tocará pagarla —con sus
correspondientes intereses— en el futuro. El Gobierno que ganó las
anteriores elecciones prometiendo acabar con la deuda pública termina
recurriendo arteramente a ella para intentar ganar las siguientes." (Juan Ramón Rallo, vox Populi, 03/07/2015)
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