"(...) No
existe un mecanismo legal para expulsar a Grecia de la esfera del euro.
Ni la moratoria, ni una respuesta negativa en el referendo son
sinónimos de una salida del euro. Y aunque se piensa que la falta de
liquidez y el colapso del sector bancario llevará a Grecia en esa
dirección, quizás todavía el gobierno en Atenas tiene algunos recursos
de los que se habla muy poco.
Todo mundo ha olvidado que el banco central de Grecia (BCG) tiene la
capacidad de imprimir euros, tanto en el sentido clásico de la palabra
(billetes físicos) como en el sentido moderno, con inscripciones de
saldos electrónicos al amparo del ELA, sistema de apoyo de liquidez en
caso de emergencia.
El BCG es parte del sistema de bancos centrales
europeos en los cuales se ha delegado la facultad de imprimir euros.
Claro, todo esto se hace hoy en día bajo las instrucciones del Banco
Central Europeo (BCE), pero si el gobierno decide tomar el control del
BCG e imprimir euros en Atenas, sería muy difícil distinguir entre esos
nuevos euros y los anteriores.
Sería todavía más difícil diferenciar entre euros creados
electrónicamente. Pero el propio BCE cerró el apoyo del ELA a los bancos
griegos hace tres días. Entre obedecer a los empleados de Mario Draghi y
apuntalar un sistema bancario que está derrumbándose, ¿qué hará el
gobierno de Syriza?
Quizás Atenas no tendrá otra alternativa que proveer
a los bancos de herramientas para mantener vivo el sistema de pagos
interbancario. Claro que en el caso de una corrida generalizada sobre
los bancos, sería vital contar con dinero en efectivo, lo que conduce a
considerar seriamente la opción de imprimir (físicamente) euros mientras
se prepara la transición.
Todo lo anterior sirve para ilustrar el
dramatismo y el sentido de urgencia que recorre Grecia y las opciones
que están siendo consideradas en este momento en Atenas. (...)" (Alejandro Nadal, La Jornada, en Jaque al neoliberalismo, 01/07/2015)
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