"Aunque usted, lector, no lo haya leído en la prensa o visto en las
mayores cadenas de televisión u oído en las radios de mayor difusión, el
hecho es que hoy estamos viendo unos cambios muy sustanciales de las
izquierdas en varios países europeos, resultado de una protesta
generalizada frente a las políticas que han caracterizado gran parte de
los partidos de izquierda gobernantes en estos países, políticas que, en
lo esencial, no fueron distintas de las que aplicaban las derechas
gobernantes, presentándolas como las únicas posibles. (...)
Frente a esta situación, había dos
alternativas. Una era el declive de tales partidos, que ha ido
ocurriendo no solo en España y en el Reino Unido, sino también en
Francia, Alemania, Italia, Grecia y Portugal, entre otros. La otra
alternativa era la rebelión de las bases de estos partidos, lo que está
ocurriendo hoy en el Reino Unido.
Estas bases están ya más que hartas
del Blairismo y de sus sucesores, los hermanos Milliband, y ello explica
la aparición de un candidato cuyas propuestas sean típicamente
socialdemócratas, referidas por los Blairistas británicos y españoles
como “socialdemócratas tradicionales” (que es la manera amable de decir
anticuadas).
El candidato Jeremy Corbyn, que ha sido una de las voces
más críticas con la Tercera Vía, y que el aparato del Partido Laborista
creía que era una voz irrelevante, meramente testimonial, sin tener la
oportunidad de alcanzar el más mínimo apoyo popular para poder entrar en
la liza electoral, se ha convertido en el candidato con mayor
popularidad, muy por encima de los otros candidatos “más respetables”,
“más modernos” y “más centristas” que están quedando muy por detrás.
Lo
que caracteriza al candidato Jeremy Corbyn es su ruptura radical con los
recortes de gasto público social, con las privatizaciones y con las
reformas laborales que han afectado muy negativamente el bienestar y los
derechos laborales de la clase trabajadora, además de otros
componentes de las clases populares.
Es un candidato que ha dicho ¡Basta
ya!, y que quiere recuperar el sentido de unas políticas claramente
comprometidas con el bienestar de tales clases populares. Quiere anular
las privatizaciones del transporte ferroviario (que fueron, y no hay
otra manera de definirlo, un desastre) y nacionalizar sectores de la
industria energética del país.
La movilización a su favor ha sido
impresionante. El 15 de junio se presentó a las elecciones de Secretario
General del Partido Laborista. El impacto fue casi inmediato. El número
de militantes (expresión que casi había desaparecido de la cultura del
partido laborista) aumentó exponencialmente.
El 5 de julio consiguió el
apoyo del mayor sindicato británico, UNITE, y el 15 de julio apareció en
la primera encuesta de las elecciones al Secretario General, muy por
delante de los candidatos que el establishment laborista (así como el
estabilshment político-mediático británico) había considerado como los
más respetables.
Como era de esperar, tal establishment
entró en pánico. Y como ocurrió en España con la aparición de Podemos,
la hostilidad de los medios alcanzó niveles hiperbólicos, nunca vista
antes en la vida y cultura placenteras británica.
Y lo que ocurrió es,
como también sucedió en España, que tal hostilidad movilizó todavía más a
la población hastiada con el establishment político-mediático, con lo
cual la militancia del partido laborista ha crecido enormemente de
manera que un tercio del total de la militancia de este partido se ha
apuntado desde el 15 de junio.
Una encuesta que intentó averiguar por
qué este fenómeno estaba ocurriendo lo mostraba claramente. Tal encuesta
(la YouGov Poll) señalaba que la gente está ansiosa y deseosa de tener a
“dirigentes políticos que estén próximos y sean responsables de los
problemas y preocupaciones de gente normal y corriente” y que no sean
figuras aprobadas por el establishment político-mediático que
identifican correctamente como responsable de sus males.
Ninguno de los
candidatos en el partido laborista aprobados y promovidos por los
mayores medios británicos ha tenido ningún apoyo en estas encuestas. Y
mientras, el candidato más desaprobado por estos medios es, con mucho,
el más popular de todos los candidatos.
Esta situación se va repitiendo
en varios partidos socialdemócratas y/o progresistas, hecho que muestra
el deseo de cambio de las bases de tales partidos, situación que, por
desgracia, no ha ocurrido con el PSOE en España."
(Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Pensamiento Crítico” en el diario PÚBLICO, 25 de agosto de 2015, en www.vnavarro.org, 25/09/2015)
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