"(...) China es uno de los focos de riesgo global estructural. Frente a los Bancos Centrales occidentales, el Banco Central de China no hizo una fuerte expansión monetaria. No
quería que se repitiera la burbuja de crédito de 2008. En su lugar optó
por rebajar el objetivo de crecimiento del PIB.
La desaceleración china
de esta manera exportaba deflación, y como consecuencia las
expectativas de inflación en occidente se desplomaban. Pero había un
riesgo subyacente implícito no contemplado.
Ante la apreciación en
términos reales del renminbi, las autoridades económicas del país de la
gran muralla podrían verse tentadas a devaluar su divisa si las cosas se complicaban. Y así ha sido. Las implicaciones son profundas y muy perniciosas, más de lo que estos días se están contando.
Tres son los elementos básicos para poder entender esta medida.
En primer lugar, el estallido simultáneo de tres burbujas,
la inmobiliaria, la crediticia –vinculada a la anterior– y la bursátil.
Pensemos que occidente experimentó tales estallidos en distintos
momentos temporales, burbujas activadas todas ellas por obra y gracia de
los Bancos Centrales. En el período 2000-2002 se pinchó la burbuja
tecnológica, que afectó básicamente a los grandes índices bursátiles
occidentales y a los grupos de renta más altos.
Los niveles de
valoración de la bolsa china eran muy similares a los del Nasdaq en
1999. Y en el año 2008 se produjo el estallido de la burbuja
inmobiliaria y crediticia privada –insolvencias bancarias–, que afectó a
todos los activos de riesgo -la diversificación no funcionó, todo
estaba muy caro-.
En China, la burbuja crediticia es básicamente
pública, alrededor de los ayuntamientos, financiada por la burbuja del
ladrillo.
El segundo elemento es el cambio de modelo de crecimiento económico.
China tomó la decisión estratégica, a través de su decimosegundo Plan
Quinquenal, de buscar un crecimiento más equilibrado.
La idea era buscar
un mayor crecimiento económico vía demanda interna, reduciendo el
excesivo peso del sector exterior y de la inversión productiva. Sin
embargo, la transición está siendo mucho más lenta de lo esperado por
las autoridades del país asiático.
La historia demuestra que los países que optaron por tal estrategia registraron una crisis de balanza de pagos.
En el momento actual, teniendo en cuenta además el estallido las
distintas burbujas, si China quiere retomar una senda de crecimiento
estable debe reactivar su sector exterior. De ahí las leves
devaluaciones de estos días. Pero vendrán más, muchas más.
En el fondo, como tercer elemento, subyace un conflicto geopolítico entre los distintos bloques de poder global
que nos abocaba a la guerra de divisas en la que ya estamos inmersos.
La decisión de incentivar la demanda interna formaba parte de la
particular y sutil guerra soterrada entre China y los Estados Unidos
donde cada área utiliza distintos instrumentos de política económica.
La
estrategia China reflejaba un cambio de comportamiento intrínseco
notorio respecto a su actitud cooperativa en las últimas décadas.
El país asiático claramente optó por una estrategia de confrontación
directa, encaminada a conseguir en el medio y largo plazo un poder
hegemónico global. El objetivo es activar la ruptura de una de las
grandes tendencias globales de largo plazo, el final del dólar como moneda reserva global.
Dicha ruptura venía precedida por la terminación de otra tendencia relativa a los últimos 15 años: las compras masivas de deuda gubernamental estadounidense por parte de China, el principal país acreedor del mundo. Ahora el principal acreedor del Tesoro estadounidense es la Reserva Federal.
La estrategia china de devaluar y exportar deflación afectará negativamente a Occidente.
Los problemas subyacentes de la actual crisis sistémica simplemente se
han escondido, de nuevo por obra y gracia de los bancos centrales, tanto
la brutal acumulación de deuda como la situación real del sistema
bancario. Además, los mercados financieros están fuertemente
sobrevalorados.
Si las devaluaciones chinas suponen el inicio de un
ciclo secular de aversión al riesgo, los países occidentales más endeudados –Estados Unidos, España, Reino Unido...– experimentaran una fuerte contracción económica. Pero existe además un problema muchísimo más perspicaz y peligroso, los tipos de interés reales podrían repuntar con fuerza.
Ello definitivamente pararía la ya de por sí débil inversión productiva
en Occidente. Pero ello, a su vez, afectaría de nuevo negativamente a
los mercados financieros, y ambos problemas se irían retroalimentando.
La situación podría descontrolarse todavía más si finalmente el
privilegio exorbitante del que dispone Estados Unidos, conferido por la
posición del dólar como principal moneda reserva del mundo, desaparece.
A
través de dicho privilegio especial Estados Unidos se ha permitido el
lujo de seguir implementando políticas fiscales y monetarias expansivas,
manteniendo un tremendo déficit de ahorro interno, es decir, déficits
crónicos persistentes en su cuenta corriente, dependiendo en última
instancia de los inversores extranjeros para su financiación. Si tal privilegio desaparece, la situación se complicaría y de qué manera." (Juan Laborda, 12/08/2015)
No hay comentarios:
Publicar un comentario