"(...) A
escala global prevalece un alto nivel de endeudamiento de los
gobiernos, las empresas y las familias. Las medidas para reducir el
sobreendeudamiento no han sido efectivas y eso detiene el gasto en
inversión y consumo, manteniendo reducidas las tasas de crecimiento del
producto del empleo.
La enorme expansión de la liquidez provocada por la
Reserva Federal (Fed) para acometer la crisis y evitar el colapso del
sistema financiero mantuvo durante mucho tiempo las tasas de interés de
referencia a niveles de prácticamente cero.
Aun así la inversión no se
recuperó, los bancos lograron recomponer sus balances, sin eliminar por
completo la fragilidad de sus carteras. Junto con la expansión de la
liquidez hay un exceso de ahorro, lo que constituye un entorno de
restricción para la recuperación productiva y aviva la especulación.
El crédito no se expandió al sector privado de manera suficiente. Hubo,
pues, una apropiación desigual de los recursos entre las entidades
financieras, las empresas, sobre todo las de tamaño mediano y los
trabajadores. Ahí puede insertarse el aumento de la desigualdad como
rasgo de la situación social.
La
postura del banco central de sostener tasas cero de interés por siete
años se considera anómala y desde hace un año se anunciaba la
normalización de la política monetaria, es decir, empezar a elevar las
tasas para incidir en el desempeño de los mercados.
Recientemente la Fed
aumentó un cuarto de punto porcentual la tasa de interés. Así se entra a
un periodo de transición que, por ahora, no garantiza que las
condiciones de normalidad se restituyan. La misma noción de lo que es
normal está en cuestionamiento.
(...)
Mientras
la FED actúa para recrear las condiciones del crecimiento en Estados
Unidos, impacta en la dirección de las corrientes de capital que salen
de otros países, como es el caso de las economías emergentes por la
diferencia de los rendimientos que se obtienen dentro y fuera.
De modo
más amplio se crean las condiciones para una pugna entre las principales
divisas en los mercados de dinero y capitales. (...)
Un
aspecto relevante de las situación económica es la necesidad de
desendeudamiento. Este asunto conlleva ciertas condiciones técnicas para
el reacomodo financiero, pero exige también una acción política
decisiva cuyos costos no están dispuestos a absorber muchos gobiernos. (...)
Una
parte del debate a este respecto está planteado entre quienes ven el
proceso como un movimiento cíclico convencional y quienes postulan que
de lo que se trata es de un estancamiento de tipo secular.
De ahí se
desprenden una serie de políticas públicas que promueven el aumento de
la demanda agregada, frente a quienes sostienen que se está llegando a
las etapas finales de lo que llaman un súper ciclo de endeudamiento con
el consecuente reacomodo de los agentes económicos en el mercado. (...)" (León Bendesky, La Jornada, en Jaque al neoliberalismo, 18/01/16)
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