"(...) En menos de un año, la UE se ha enfrentado a dos grandes pruebas:
primero la crisis griega; a continuación, la crisis de refugiados, que
han revelado su verdadero rostro: una mezcla de impotencia, falta de
voluntad, egoísmo, arrogancia y cinismo.
No es un espectáculo
edificante. No caben ilusiones sobre esta entidad que, lejos de
encarnar el ideal federal, se ha convertido en una cáscara vacía, un
objeto de vergüenza y de merecido sarcasmo. (...)
La xenofobia es precisamente el resultado de esta bancarrota
política. Crece en todas partes, alimentada por el miedo, la búsqueda
de chivos expiatorios. La crisis de los refugiados de la que somos
testigos es su expresión más dramática.
Acoger a estos parias es un
deber ético y político, en primer lugar porque, más allá de cualquier
índole humanitaria, huyen las guerras provocadas por Occidente. Son el
producto de la desestabilización de Oriente Medio y el Norte de África,
zonas sumidas en el caos por varias guerras occidentales.
Entre la
invasión de Irak en 2003 y la intervención militar en Libia en 2011,
estas tierras han sido balcanizadas; sus estados y economías
destruidos; su equilibrio étnico y religioso, ya precario, creado hace
un siglo en la partición del Imperio Otomano, se ha roto.
Decir la
verdad significa reconocer algunos hechos elementales. Europa necesita
inmigrantes: los necesita para sobrevivir, para detener su caída
demográfica, para que funcionen sus fábricas, sus laboratorios y sus
servicios, así como para preservar su poder económico, para financiar el
retiro de su envejecida población, y para abrirse al mundo global.
Todos los observadores subrayan esto, pero hasta ahora las únicas
medidas que los líderes europeos han sido capaces de adoptar han sido
cierre de la frontera, la militarización del Mediterráneo, la expulsión
de los indocumentados y la multiplicación de los centros de retención
que funcionan como reinos anómicos de humillación y miseria.
Europa
considera a sus inmigrantes una amenaza y se niega, en muchos países, a
naturalizar a los "extranjeros" que nacieron en su suelo y se educaron
en sus escuelas; promulga leyes cuya única finalidad es estigmatizar a
sus propios ciudadanos musulmanes.
Esta falta de visión y coraje
hace que los países europeos sean responsables de la matanza que tiene
lugar todos los días en el Mediterráneo. Algunos cientos de miles de
refugiados, incluso uno o dos millones, no son muchos para un continente
rico de quinientos millones de personas - nada en absoluto en
comparación con los esfuerzos de los países más pequeños y pobres como
Líbano, Jordania o Túnez.
Esta crisis, sin embargo, ha sido suficiente
para poner en tela de juicio el tratado de Schengen, para provocar el
cierre de fronteras dentro de la UE, y, finalmente, para revelar la
completa incapacidad de los gobiernos de la UE a la hora de encontrar
una política común. Recuerda a la Conferencia de Evian de 1938, cuando
las potencias occidentales demostraron su falta de voluntad para recibir
a los judíos que huían de la Alemania nazi. (...)
La historia se repite, y los monumentos conmemorativos del Holocausto
inaugurados en muchos países europeos en los últimos años simplemente
demuestran la hipocresía de las instituciones europeas. Quieren
recordar a las víctimas de genocidios pasados y defender los derechos
del hombre, pero son completamente indiferentes a las víctimas del
presente. (...)
Obsesionados por las encuestas de opinión y los medios de comunicación,
los hombres de Estado de la UE creen que la política significa ayudar a
la economía de mercado y seducir a los votantes con argumentos
populistas y xenófobos.
Imposible la vuelta a las viejas soberanías
nacionales y sin voluntad para construir nuevas instituciones federales,
la UE se ha convertido en un monstruo tan inusual como horripilante: la
"troika" no tiene ni una existencia jurídico / política adecuada, ni
legitimidad democrática, pero sin embargo ostenta el poder real y, de
hecho, gobierna el continente.
El FMI, el Banco Central Europeo (BCE) y
la Comisión europea pueden dictar la política a cualquier gobierno
nacional, evaluar su aplicación y decidir los ajustes obligatorios.
Pueden incluso cambiar un gobierno nacional, como ocurrió en Italia a
finales de 2011, cuando Mario Monti, el hombre de confianza del BCE y
Goldman Sachs, reemplazó a Silvio Berlusconi. A veces sentencian a un
país, como el año pasado a Grecia.
El derecho a decidir sobre la vida y
la muerte que, según Foucault, constituye la soberanía clásica, es
precisamente el derecho que la "troika" ejerció durante la crisis
griega, cuando amenazaba con asfixiar y matar a todo un país. (...)
En la actual UE, la política ha quedado completamente subordinada a las
finanzas. En resumen, se trata de un estado de excepción que establece
una especie de dictadura financiera, un Leviatán neoliberal. La
"troika" establece las reglas, las transmite a los diferentes estados de
la UE y controla su ejecución.
Esto es, en último análisis, el
"ordo-liberalismo" de Wolfgang Schäuble: el capitalismo no sometido a
reglas, sino el capitalismo financiero que dicta sus propias reglas. (...)
La Alemania ordo-liberal no necesita un poderoso ejército para
conquistar los mercados continentales. Basta el Euro. Esta es la
paradoja europea, que ilustra una heterogénesis asombrosa de fines: el
euro, que nació para contener el poder alemán, se ha convertido en
instrumento de éste e incluso, como la crisis griega demostró
elocuentemente hace un año, en su símbolo.
La unión monetaria sin
unión política está destruyendo la democracia al desacreditar a todo
gobierno nacional que aplique las políticas de austeridad y amplíe las
desigualdades sociales entre los países del continente. (...)
El Euro permitió a Alemania reforzar su poder, pero no le dio
legitimidad para dirigir el continente; Alemania ha demostrado más bien
su incapacidad para desempeñar un papel dirigente. (...)
No tiene ni una visión continental ambiciosa ni el coraje para tomar
decisiones que podrían poner en peligro su propio egoísmo nacional.
Jürgen Habermas escribió que, durante la negociación que obligaron a
Grecia a rendirse al chantaje "de la troika", Merkel y Schäuble fueron
capaces de hacer desaparecer, en una sola noche, los esfuerzos
realizados durante décadas para restaurar la dignidad de Alemania dentro
de la comunidad internacional.
Esto es probablemente cierto, y el
castigo infligido a Grecia es muy poco en comparación con el daño
causado a la imagen y la idea de la unidad europea.Los líderes
alemanes no pueden dirigir un continente de quinientos millones de
personas actuando como los representantes del Bundesbank.
La definición
del colonialismo británico en la India acuñada por los estudiosos de
los estudios subalternos, corresponde bastante bien a la posición
alemana en la Europa contemporánea: "dominio sin hegemonía". (...)
En resumen, la UE está colapsando y corre el riesgo de desintegrarse con
la aparición de una ola xenófoba y populista. El proyecto europeo
necesita ser replanteado por completo, lejos del estado de excepción
actual. Tal vez la crisis griega del año pasado fue el síntoma de un
cambio aún invisible, subterráneo. El gobierno de Syriza no pudo
resistir el rodillo de la "troika", pero durante seis meses Alexis
Tsipras fue un símbolo para todo el continente.
Hoy, las esperanzas se
vuelven hacia España y Podemos, así como al Reino Unido, donde Jeremy
Corbyn expresa una voluntad similar de cambio. Muestran que la
xenofobia no es el único resultado posible de la crisis de la UE (...)" (Enzo Traverso , Sin Permiso, 23/05/2016)
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