"(...) En Grecia llevamos seis años de “rescate”, y los hechos
son estos: un 25% de disminución del PIB, un 26% de tasa de paro (más
del 55% en el caso de los jóvenes), un 30% de empresas cerradas, más de
un millón de despidos, un 38% de reducción salarial media, un 45% de
reducción de pensiones media, una tasa de ahorro del -17%, 600.000
jóvenes cualificados emigrados, un aumento del 42% de la mortalidad
infantil, un cuarto de la población bajo el umbral de la pobreza,
millares de personas y familias comiendo cada día de la caridad popular,
un año de “control de capitales”, un gobierno a las órdenes de los
acreedores, el mayor plan de privatizaciones del mundo, y casi dos
personas suicidándose al día durante los últimos seis años.
Pero ¿algo
habrá de positivo?, cabría preguntarse. ¡Habrá disminuido, al menos, la
deuda! Pues no: la deuda estaba en el 120% del PIB cuando empezó el
“rescate” y ahora está ya en el 180%; después de haber dedicado más de
460.000 millones a su amortización y de todos los sacrificios materiales
y humanos.
¿No se ha dinamizado, acaso, la economía? ¿No han servido
las medidas para atraer inversores? Tampoco: el PIB ha caído en picado,
las empresas --grandes y pequeñas– están desertando y el país se
encuentra a la cola del mundo en el ranking de inversiones, tan
sólo por delante de países en estado de crisis humanitaria o guerra,
como Suazilandia, Yemen, Eritrea, Sudán del Sur y Guinea Bissau. Y esto
no es todo, como veremos.
(...) el gobierno ha acordado la creación de un “superfondo”,
controlado en gran medida por el Mecanismo Europeo de Estabilidad, al
que serán transferidos todos los activos del Estado griego para su
explotación y venta con vistas a la amortización de la deuda por un
período de... ¡99 años!
Más vale no seguir.
En estos momentos, los ingresos medios
de la familia griega se cifran en 20.000 euros anuales; los gastos
mínimos y los impuestos, en 36.760. ¿Cómo se suple ese 46%? ¿Cuántos
años se puede continuar así? Y aún hay que aplicar nuevos paquetes de
“medidas” para seguir haciendo caja.
Con este balance, sólo comparable
al de algunos países depauperados por el colonialismo y la guerra,
Grecia ha recibido, en los últimos tiempos, el 80% de los refugiados y
migrantes que cruzan el Mediterráneo hacia Europa, y retiene en su suelo a casi 60.000, merced a las políticas insolidarias de la UE. (...)
El balance es penoso, y sería aún muy largo de contar; pero podría resumirse en una idea, deplorable también: Grecia, si aún no de iure, ha dejado de facto de ser un Estado soberano, una “asociación política con soberanía efectiva, interna y externa, sobre una zona geográfica determinada”;
pues ni en lo económico, ni en lo político, ni en lo territorial, se
aviene ya --aunque sea de lejos-- a esta escueta definición.
Grecia ya
no existe como Estado soberano. Y el pueblo griego necesita un proyecto
en que creer, un empeño colectivo capaz de justificar sus enormes
sacrificios, una esperanza de seguir existiendo en el futuro. (...)" (Pedro Olalla, CTXT, 07/09/16)
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