"(...) Los resultados de Unidos Podemos y las confluencias en las
elecciones del 26J, aunque inferiores a las expectativas generadas hace
unos meses, son inéditos para un proyecto de izquierda alternativo a la
socialdemocracia en cualquiera de los grandes países de Europa en los
últimos 25 años.
En Francia, estos resultados no han pasado
desapercibidos para los partidos situados a la izquierda del Parti Socialiste.
En ese país, la llegada de la crisis en 2008 ha sido principalmente
aprovechada por la extrema derecha para desarrollar un proyecto basado
en el miedo y el repliegue identitario con notable éxito electoral: el
Frente Nacional se ha convertido en la alternativa principal a los dos
grandes partidos, Les Républicains de Sarkozy y el Parti Socialiste
de Hollande, siendo el tercero más votado en las elecciones
presidenciales de 2012 (18% de los votos) y en las regionales de 2015
(28% de los votos).
Una parte importante de ese voto proviene de las
clases desfavorecidas, un sector social para el que la izquierda ya no
es el principal proyecto de referencia.
El fracaso de la izquierda francesa en ocupar una plaza
preponderante en el paisaje electoral francés en el contexto de crisis
ha hecho que sus dirigentes y una parte de sus militantes busquen en el
escenario español una fuente de inspiración en la renovación de sus
técnicas discursivas, en el uso de la comunicación, y en la
incorporación de la participación ciudadana.
Podemos se ha convertido
así en el principal referente para la mayoría de los partidos y
plataformas de izquierda que comienzan a posicionarse de cara a las
elecciones legislativas y presidenciales del año que viene, y para otro
tipo de proyectos con un horizonte a más largo plazo.
El caso más claro es el “movimiento” la France insoumise
de Jean-Luc Mélenchon. Este antiguo ministro socialista de gran carisma
se ha convertido en el líder más visible de la izquierda francesa. En
2008 creó el Parti de Gauche y se presentó a las elecciones
presidenciales de 2012 en coalición con el Partido Comunista, obteniendo
un 11% de los votos.
Mélenchon habla castellano y ha seguido con mucha
atención tanto la llegada al poder de fuerzas de izquierda en América
Latina como el nacimiento y ascensión de Podemos – siguió la noche
electoral del 26J desde la sede de Podemos en Madrid junto a Iglesias.
La principal influencia de Podemos en la candidatura de Mélenchon se
encuentra en la desideologización del discurso, que se sustenta en
términos transversales como soberanía o pueblo, de los que
trata de apropiarse al modo de los significantes vacíos de Laclau que
tanto ha utilizado Podemos.
El nombre del “movimiento”, la France insoumise,
utiliza un vocabulario más guerrero que el de Podemos y pretende
empatizar con las clases bajas y los pequeños empresarios que tienen la
sensación de luchar cada día para salir adelante, y que en los últimos
años han preferido inclinarse por el Frente Nacional. De hecho, este
partido de extrema derecha posee una larga experiencia en la utilización
de estrategias discursivas populistas, impulsándolas y refinándolas
desde la llegada de Marine Le Pen a su secretaría general en 2011.
El
Frente Nacional se ha apropiado del discurso anti-élite y pro-soberanía
popular –cuya medida estrella es la salida de la Unión Europea y la
vuelta al franco–, eso sí, desde posiciones xenófobas y autoritarias. La France insoumise
trata de disputarle al Frente Nacional el monopolio de partido
protesta, y hace de la desobediencia a los tratados europeos uno de sus
ejes programáticos.
Mélenchon da también una gran importancia a la
creación de un movimiento popular que acompañe su candidatura mediante
la formación de grupos de apoyo (algo parecido a los círculos
podemitas). Es por esta razón que plantea su candidatura como un
“movimiento” nacido desde fuera de los partidos.
La utilización de este marco discursivo movimentista
es novedoso en la historia reciente de la izquierda francesa, pues
tradicionalmente ha estado muy apegada a sus símbolos y a un marcado
discurso marxista-sindicalista. Sin embargo, la France insoumise
de Mélenchon presenta una serie de contradicciones que le restan
capacidad de penetración en el electorado francés.
La primera de ellas
radica en la dificultad de construir una candidatura desideologizada
cuando su portavoz es alguien que lleva en la política partidista desde
1983 (hasta 2008 en el Parti Socialiste), y que en 2012 encabezó
una candidatura presidencial junto al Partido Comunista.
Tampoco se ha
deshecho completamente de la simbología clásica de la izquierda: la
puesta en escena moderna, casi televisiva, del primer gran acto del
“movimiento” el 5 de junio de 2016 en París se centró en la presentación
de diferentes luchas sindicales y se cerró con Mélenchon cantando la
Internacional desde la tribuna junto a los varios miles de asistentes. (...)
Si la participación ciudadana y la horizontalidad son elementos
carentes en la candidatura de Mélenchon, estos son precisamente los ejes
centrales del proyecto AG Citoyenne (“asamblea ciudadana”), impulsado por Caroline de Haas .
Estimulado por la sed de participación que ha emanado de las plazas francesas durante el movimiento Nuit Debout
la primavera pasada, y apoyado en la experiencia del trabajo
organizativo y de toma de decisiones en-línea desarrollado por Podemos y
las candidaturas municipalistas en España, el objetivo central del
proyecto es la construcción de un programa realizado por la ciudadanía
que se imponga en el debate público.
En paralelo, el colectivo está en
el proceso de decidir cómo “piratear” (sic) las elecciones
presidenciales de abril de 2017; entre las opciones barajadas se
encuentran pedir la abstención o el voto en blanco masivos, o la
creación de listas ciudadanas para las elecciones legislativas que
tendrán lugar un mes más tarde. Al no contar con un gran foco mediático,
el proyecto sigue siendo desconocido para una mayoría de la población
francesa.
Paralelamente, estos últimos meses han visto nacer al
menos tres plataformas con diferente grado de inspiración podemita. Se
trata de Mouvement Commun, Chapitre II y Le Temps des Lilas. Ninguno de ellos tiene por el momento vocación electoral; todos se definen como espacios de reflexión a medio y largo plazo, think tanks,
con la intención construir discursos y métodos alternativos que saquen a
la izquierda de los marcos simbólicos y estructuras organizativas
tradicionales.
Mouvement Commun está apadrinado por diputados
socialistas que se han rebelado contra las políticas de Hollande, y por
universitarios y personalidades provenientes de una parte de la miríada
de pequeños partidos que componen la izquierda francesa. Chapitre II
surge de activistas y periodistas que conocen bien tanto los gobiernos
latinoamericanos de izquierdas como Podemos. Finalmente, Le Temps de Lilas está impulsado por jóvenes militantes políticos, muchos de ellos antiguos miembros del Parti de Gauche.
Para todas estas plataformas Podemos es una referencia más o menos
explícita en lo que se refiere a la dinamización del discurso y la
disputa hegemónica. El objetivo central de todas ellas es contribuir a
un cambio de sentido común introduciendo en el debate público cuestiones como la democracia o la soberanía popular,
hasta ahora relativamente ausentes de los discursos de izquierda por
suponerse resuelto en el primer caso, y por su apropiación por parte del
Frente Nacional en el segundo.
El desarrollo y disputa desde posiciones
de izquierda del concepto de soberanía democrática, económica y popular es de hecho una de las temáticas centrales de Chapitre II. Por su parte, Le Temps de Lilas
presta una particular atención a la renovación de la estética visual y
discursiva, con una clara inspiración de la operación que en estos
aspectos ha llevado a cabo Podemos (de hecho, la alusión al color “lila”
no es una coincidencia).
De este partido, y de la experiencia de La
Tuerka, retoma la idea de proporcionar un contra-argumentario simple y
eficaz desde posiciones de izquierda a las ideas transmitidas por el
discurso dominante.
Podemos se ha convertido en un faro para la
nueva política europea de izquierdas, habiendo encontrado una fórmula
eficaz para tomar un espacio que la socialdemocracia en su huida a la
derecha está dejando desierto en una Europa arrasada por la crisis.
Podemos es un referente no sólo en Francia si no también en otros países
como Reino Unido, donde influyentes analistas de izquierdas como Owen
Jones siguen de cerca la evolución del partido.
Es quizás el momento de
que en aras de crear un frente anti-austeridad paneuropeo o simplemente
un dique de reconquista de la democracia en un continente cada vez más
inclinado a la ultraderecha, Podemos comience a organizar foros de
intercambio y universidades de verano internacionales en las que sus
militantes y cuadros enriquezcan (y se enriquezcan de) los proyectos de
cambio desde la izquierda de otros países europeos."
(Alberto Amo, co-autor de “Podemos, la politique en mouvement” (La Dispute, 2016) y miembro del colectivo Le Temps des Lilas , en Rebelión, 15/09/16)
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