"(...) El gran dilema no es si preferimos un sistema de capitalización o uno de
reparto, sino si con este modelo económico en España, pero también en
otras latitudes, se puede mantener un sistema público como el actual que
genere pensiones dignas. La respuesta es que no
Hay dos elementos
claves: por un lado la demografía, pero por otro la capacidad de
crecimiento de la productividad, y por ende de los salarios. Pero por
otro, y más preocupante, es si el país es capaz de ocupar a colectivos
cada vez más numerosos de personas, que si no logran cumplir el periodo
obligatorio de cotización, tendrán que ir a un esquema de pensiones no contributivas.
Analicemos ambas contingencias. ¿Qué se está haciendo para paliar el
enorme problema de la demografía? Realmente nada. La natalidad es un
problema tan serio que, sin embargo, los escasos intentos de mitigarla
(tipo cheque bebé) se han saldado con burlas y desprestigio, sin saber
que en la vecina Francia se lleva subvencionando la natalidad con fondos
directos desde hace muchos años, y el resultado no es nada malo.
De
hecho, Francia es de los países con un sistema de Seguridad Social más
saneado y con mejores perspectivas demográficas, aunque también empiezan
a acusar el desempleo y la falta de futuro económico.
La mayor parte de
organizaciones políticas no han llevado a cabo ningún plan de
contingencia, más allá de la verborrea con la conciliación y los
horarios de la televisión. Como siempre, por clara incompetencia, España
solo discute las anécdotas y nunca entra en el fondo de la cuestión.
Mientras no se recupera de forma sostenible la natalidad, no habrá futuro para el sistema de pensiones,
ni para el déficit demográfico. De nuevo, este problema nada tiene que
ver con el carácter público o privado del sistema de pensiones. Pero da
igual, nos seguirán martilleando con las bondades de los fondos de
empresa. (...)
Pero la pregunta clave es, ¿de qué depende la natalidad? La respuesta es
simple, de las expectativas de los agentes, en este caso de hombres y
mujeres que desean procrear, pero el futuro es cada vez más negro. Por
un lado, existe un problema de expectativas de salarios e ingresos.
La
fórmula estructural elegida por las empresas en España es pagar bajos
salarios, independientemente de la valía y formación del candidato/a,
salvo si eres directivo de multinacional o del sector financiero. Por
tanto, y viendo la mediana de ingresos en España en 2015: 8033€ para
trabajador individual, o 16.623€ para un hogar, (cifras del INE), la
probabilidad de aumentar la natalidad tiene a cero en los próximos años.
Por supuesto que hay elementos adicionales que solo ponen trabas a la
procreación. Horarios de trabajo espantosos, falta de una política de
vivienda social de verdad, no hay apenas ayudas públicas y por supuesto,
escasa capacidad empresarial para asumir unos costes que, sin duda,
benefician a la colectividad.
El segundo punto del conflicto es sin duda la empleabilidad, las bajas
tasa de actividad y el desempleo a largo plazo. España es el paraíso
para purgar a los trabajadores por motivos de edad, y que además sale
barato a las empresas.
El mensaje es curioso, los mismos que legislan
para alargar la edad de jubilación, facilitan y permiten despidos
masivos, gracias en parte a las actuales y anteriores modificaciones
laborales, de colectivos de trabajadores a partir de los 45 años. Es
decir, existen hoy en España grupos de edad que nunca volverán a
trabajar, y por tanto a cotizar.
La pregunta que surge es: ¿qué pensión
tendrá un trabajador que solo haya podido cotizar 20 o 25 años? Supongo
que a este colectivo también le aconsejarán que se haga un plan privado
de pensiones. Pero hagamos una pequeña simulación. Imaginemos un
trabajador tipo que cobre 1.000/mes. Cojamos el 28% de coste laboral que
cuesta al sistema y se lo ingresamos para que él lo coloque en un fondo
privado.
Eso supone un ahorro anual de 3.360, sin posibilidad de ahorro
fiscal porque no hace la declaración. Si ese ahorro lo capitalizamos
durante 40 años, al 1% (siendo generosos), tendrá un capital cuando se
jubile de algo más de 140.000€.
Si vive 20 años más después de dicha
edad de jubilación, tendrá una cantidad mensual de algo más de 580€, es
decir en la misma indigencia que con una pensión pública,
pero con un riesgo infinitamente menor y apoyando a un sistema
solidario. Por tanto, este debate para una gran parte de la población es
falso e interesado.
En suma, si seguimos apostando por una economía sin valor añadido, con
empleo precario, con una esperanza de vida laboral que se acaba a partir
de los 50 años, consentida y jaleada por empresas, pero también por los
propios sindicatos, ¿qué nos espera a una gran parte de los que hoy
tenemos más de 50 años? Surgirán nuevas formas de subsidios o rentas
básicas para que malvivan estos colectivos, pero el sistema público de pensiones tal y como lo hemos conocido morirá. (...)" (Alejandro Inurrieta, Vox Populi, 10/07/16)
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