"(...) lo que estamos viviendo hoy es uno de esos momentos paradójicos de la historia: la lucha de clases ha vuelto al centro de la política norteamericana de la mano de un multimillonario
.
Donald Trump, el millonario excéntrico al que se opuso todo el
establecimiento de EEUU –sus medios de comunicación de masas que no
pararon de burlarse de su pelo y sus expresiones, sus grandes capitales,
los líderes de los partidos republicano y demócrata-, el forastero en
asuntos de política, desplazó a la que era la favorita de todos los
sectores del poder.
Un hijo descarriado del establecimiento, terminó
canalizando en la votación el profundo malestar que hay con el sistema
en los EEUU.
Los Clinton representaban al establecimiento, por eso es que la familia Bush los apoyaba y por eso es que, veladamente, el liderazgo republicano esperaba que Clinton ganara. El triunfo de Trump, en cierta medida, es la primera gran grieta en el orden bipartidista de los EEUU y eso no es nada menor.
Los Clinton representaban al establecimiento, por eso es que la familia Bush los apoyaba y por eso es que, veladamente, el liderazgo republicano esperaba que Clinton ganara. El triunfo de Trump, en cierta medida, es la primera gran grieta en el orden bipartidista de los EEUU y eso no es nada menor.
Me alegro que Clinton haya perdido… el problema es que Trump es un
representante de esa clase capitalista especuladora, un misógino y un
xenófobo. Pero Clinton, aunque esos liberales de alcurnia nos quieran
hace creer lo contrario, no era una beata progresista: defendió los
abusos sexuales de su marido y atacó a sus víctimas, a la vez que
también apoyó a su momento la construcción del muro con México.
Aparte
del hecho que era mujer, no tenía mucho más de “progre” que ofrecer, y
como lo demuestra Margaret Thatcher, eso no garantizaba nada. Como
tampoco el hecho de que Obama fuera negro impidió que los afroamericanos
hoy estén pasando uno de los períodos de mayor represión y violencia en
la historia reciente de los EEUU. Acá no había ningún santo y sí dos pecadores.
Enorme bofetada recibieron estos liberales de alcurnia y progres del jet-set, que con su típico esnobismo despreciaban a esa “basura blanca” ( White trash ), a ese populacho ( rednecks ), que creían inferior, carente de su sofisticación y de su progresismo de fachada. Su arrogancia al referirse a sus adversarios políticos y su clasismo elitista eran francamente insultantes. A ver cuántos de esos insoportables cumplen sus amenazas de irse a vivir a otro país. (...)
Paradójicamente Trump, el millonario que viene de las mismas entrañas del establecimiento, terminó hablando y representando a ese populacho despreciado por las elites. Hillary Clinton los trató de “deplorables” y con ello logró darles inmediatamente un sentido de identidad, por oposición : “ellos”, los profesionales cosmopolitas, y “nosotros”, los jodidos que nos hemos quedado sin trabajo y que hemos visto al “sueño americano” convertirse en una pesadilla.
Enorme bofetada recibieron estos liberales de alcurnia y progres del jet-set, que con su típico esnobismo despreciaban a esa “basura blanca” ( White trash ), a ese populacho ( rednecks ), que creían inferior, carente de su sofisticación y de su progresismo de fachada. Su arrogancia al referirse a sus adversarios políticos y su clasismo elitista eran francamente insultantes. A ver cuántos de esos insoportables cumplen sus amenazas de irse a vivir a otro país. (...)
Paradójicamente Trump, el millonario que viene de las mismas entrañas del establecimiento, terminó hablando y representando a ese populacho despreciado por las elites. Hillary Clinton los trató de “deplorables” y con ello logró darles inmediatamente un sentido de identidad, por oposición : “ellos”, los profesionales cosmopolitas, y “nosotros”, los jodidos que nos hemos quedado sin trabajo y que hemos visto al “sueño americano” convertirse en una pesadilla.
Incluso, el eco que tuvo entre los
seguidores de Trump sus palabras advirtiendo que las elecciones podrían
estar manchadas por el fraude, demuestran que la fe de estos
“deplorables” en las sacrosantas instituciones de la democracia
(supuestamente) “más avanzada del mundo”, está por el suelo.
Donald
Trump supo canalizar este descontento, tarea que tuvo fácil por la
debilidad de las alternativas de izquierda en EEUU y emergió como una
sombra distorsionada y deforme de la lucha de clases que los
intelectuales a sueldo han querido sepultar, pero que carcome las
entrañas de ese país.
El triunfo de Trump refleja no solamente el malestar que recorre a la sociedad norteamericana, sino que también la internalización de los valores neoliberales en una población que no tiene alternativas de izquierda a la mano .
El triunfo de Trump refleja no solamente el malestar que recorre a la sociedad norteamericana, sino que también la internalización de los valores neoliberales en una población que no tiene alternativas de izquierda a la mano .
En todo el mundo vemos
empresarios saltar a la política, con el discurso de que se necesita un
manager en el Estado, alguien que, si se hizo rico, podrá hacer rico a
nuestro país, o como decía la campaña de Trump, que volverá a hacer a
EEUU grande de nuevo.
El problema es que no entienden que la lógica del
enriquecimiento privado es inversamente proporcional a la lógica de la
cosa pública. (...)
Trump es el síntoma, pero claramente no es la cura para esa
profunda crisis que atraviesa a la sociedad norteamericana. Esos
“deplorables” que pusieron su fe en Trump se verán pronto desilusionados
y enfrentados a la triste realidad.
Tendrán por delante dos opciones:
volver a participar ritualmente en la fábrica de las ilusiones
político-electorales en el 2020, o bien organizarse y comenzar a
defender activa y colectivamente sus derechos. Porque si no lo hacen
ellos, no lo hará nadie. " (José Antonio Gutiérrez D. , Rebelión, 11/11/16)
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